En las entrañas de Madaya, la ciudad sitiada

The Guardian

Kareem Shaheen - Siria —

Pawel Krzysiek, portavoz del Comité internacional de la Cruz Roja en Siria, acompañó este lunes a un camión de ayuda humanitaria hasta la ciudad de Madaya. La localidad siria fue sitiada por fuerzas aliadas al régimen de Bachar el Asad en julio del año pasado. La entrada de suministros ha sido posible gracias a un acuerdo con el Gobierno sirio en el que también se incluyeron las ciudades de Fua y Kefraya, en la provincia de Ildib, que se encuentran desde hace meses asediadas por los rebeldes. Krzysiek aportó el siguiente testimonio acompañado por un audio que grabó tras la llegada a Madaya y una entrevista concedida a The Guardian sobre el terreno.

Traducción de: Mónica Zas

La primera impresión es desgarradora. Veo a mucha gente en la calle, algunos sonríen mientras nos saludan, pero otros muchos están simplemente demasiado débiles y tienen una expresión muy, muy deprimente, una expresión cansada.  

Los camiones descargan los suministros mientras hablamos. Nos separamos y algunos de los convoyes recorren diferentes locales que se encargan de la distribución de las ayudas humanitarias. El Comité Internacional de la Cruz Roja debate con la comisión local de salud sobre la mejor forma de atender a los pacientes, el reparto de medicamentos básicos para los niños con enfermedades crónicas y dolores agudos y el instrumental quirúrgico de mayor urgencia.

Es tremendamente desolador presenciar la situación de estos pocos habitantes. Hace solo un rato, una niña pequeña se acercó a mí y su primera pregunta fue “¿habéis traído comida? Espero que sí, porque en Fua, Kefraya y Madaya estamos hambrientos”. Y me lo creí, se la veía hambrienta.

Está muy oscuro y no hay electricidad. Pero veo a gente en las calles, mujeres y niños que vienen a darnos las gracias y a recibirnos. Pero otros preguntan a gritos, “¿por qué tan tarde?”.  

Nos preguntan, “¿traéis comida? Porque todo lo que hemos comido en la última semana es agua con especias”.  

Es descorazonador, hay cierto entusiasmo aunque solo hemos conseguido traer cuatro camiones y en seguida se han quedado sin suministros. Hay 40 convoyes más de camino a Madaya y otros 21 en dirección a Fua y Kefraya. Están llegando centenares de voluntarios con provisiones, pero la gente está impaciente y nos pregunta cada cinco minutos. “¿Dónde está la comida? ¿Habéis traído medicinas? ¿Leche para bebés?” . 

Algunos de ellos nos enseñan fotos de parientes enfermos y otros nos muestran lo que comieron ayer, como agua con especias o hierba cocinada. Es duro, pero en general se percibe un ambiente optimista.  

Hablamos con el personal sanitario y el Equipo de Agua, Saneamiento e Higiene de la Media Luna Roja Siria (SARC, por sus siglas en inglés) que está haciendo un gran trabajo. Nuestro comité se está intentando centrar en aquellos casos más vulnerables para medir los avances. Lo más importante ahora mismo es descargar los suministros de los camiones cuanto antes.  

Es noche cerrada ahora mismo y los sirios están quemando algunos residuos para intentar entrar un poco en calor. No hay rastro visible de enfrentamientos; Madaya se nota despoblada pero no abandonada. Puedes sentir que entras en una ciudad desierta pero en la que sabes que vive gente. Me ha recordado en cierto modo a Faluya.  

En estos instantes hay decenas de personas contrayendo enfermedades que podrían ser fácilmente prevenidas o tratadas. Hay un poco de todo. Enfermedades crónicas como la diabetes, debilidad extrema y barrigas hinchadas por tomar ese agua con especias.  

Nuestro mensaje principal es que no existe una solución a largo plazo, tanto para Madaya como para Fua, Kefraya o cualquier otra localidad sitiada. Por eso es primordial seguir llevando alimentos y donaciones de forma regular.