“¿Existe un plan?”: las familias de los rehenes israelíes exigen respuestas a Netanyahu
La sede del Ministerio de Defensa israelí solía elevarse sobre Tel Aviv como símbolo de poderío, pero para las familias de los rehenes concentradas ante ella el edificio se ha convertido en un foco de angustia. Los familiares llenaron el sábado la plaza situada frente a la torre Matcal, de 17 plantas, para exigir que un Estado supuestamente fundado para proteger a los judíos respete ese pacto haciendo todo lo posible por salvar a los cautivos de Gaza.
La escalada del asalto israelí en Gaza avivó el temor de que sus seres queridos fueran objeto de proyectiles de tanques y bombas aéreas, o de represalias por parte de los captores de Hamás, y suscita preguntas angustiosas: ¿Ha abandonado el gobierno toda esperanza de negociar liberaciones? ¿Cuál era la estrategia del ejército para liberar a los rehenes? ¿Había alguna estrategia?
“¿Existe un plan? No lo sabemos. Eso es lo que queremos averiguar”, explica Haim Rubinstein, portavoz del Foro de Familiares de Rehenes y Desaparecidos, mientras familias y simpatizantes se reunían y abrazaban bajo un sol abrasador.
“También queremos saber el significado de lo que ocurrió anoche”, dijo Rubinstein, refiriéndose a la incursión terrestre en Gaza de las tropas israelíes y al bombardeo de 150 objetivos subterráneos de Hamás, incluidos los túneles que podrían albergar a algunos de los 229 rehenes que Israel cree que están en Gaza.
Después de tres semanas de quejas porque el Gobierno no ha puesto al día a los familiares sobre la crisis, ni siquiera se ha reunido con ellos, la protesta presionó al primer ministro, Benjamin Netanyahu, para que accediera a reunirse con ellos el sábado por la noche.
No estaba claro qué garantías podía ofrecer, ya que no parece haber ningún plan para negociar el intercambio de prisioneros o para detener la ofensiva, que Hamás ha dicho que es una condición para cualquier liberación.
“Atacamos por encima del suelo y bajo tierra, atacamos a terroristas de todos los rangos, en todas partes”, dijo el ministro de Defensa, Yoav Gallant, en una declaración grabada en vídeo. “Las instrucciones para las fuerzas son claras: la operación continuará hasta nueva orden”.
Para las familias que se encontraban cerca del Ministerio de Defensa sosteniendo fotografías de parientes o atando lazos amarillos alrededor de bancos y árboles, se trataba de una declaración ominosa. La semana pasada, Hamás dijo que unos 50 rehenes habían muerto en el bombardeo.
“Cada día que los rehenes no son liberados corren peligro”, declaró Zeev Scherman, cuyo sobrino Ron Scherman, de 19 años, fue secuestrado en el ataque de Hamás el 7 de octubre. Aquel día el gobierno abandonó a los israelíes que vivían cerca de Gaza y ahora se arriesga a abandonar a los supervivientes capturados, dijo Scherman.
“¿Por qué esta ofensiva? No hay prisa. Hamás no iba a ninguna parte”. Se mostró partidario de canjear a los rehenes por miles de palestinos, incluidos militantes de Hamás, en cárceles israelíes. “Todos los prisioneros por todos los rehenes”.
Shelly, de 62 años, que portaba una pancarta en la que se leía “la vida importa”, se hizo eco de ese sentimiento. “El gobierno nos lo debe después de no protegernos. Debemos concentrarnos en los rehenes: no debemos comer ni dormir hasta que los traigamos a casa. Los rehenes primero. Siempre hay tiempo para la guerra”.
Shirley, de 56 años, imploró al gobierno de Netanyahu que diera prioridad a los cautivos. “Es un segundo holocausto. Quién sabe lo que les está pasando a nuestros bebés”. Cuanto más intensos eran los bombardeos sobre Gaza, más se preocupaban los familiares, dijo. “Ya han pasado tres semanas. No podemos soportarlo más”.
Para Yarid Shabibi las complejidades del conflicto se disolvían en un abrasador anhelo por el regreso de su prima de 26 años, Noa Argamani, cuyo secuestro en moto fue filmado y difundido ampliamente en Internet. “Sólo la queremos aquí, eso es todo”.
Las familias y sus simpatizantes expresaron una amplia gama de actitudes hacia los palestinos. “Queremos que los palestinos tengan un Estado. Tememos por la gente de Gaza, no queremos que sufran”, dijo Dahlia, de 62 años.
Ayelet Samerano, cuyo hijo Jonathan fue secuestrado, temblaba al hablar. “Mi hijo, mi hijo pequeño. Se lo llevaron. Mataron a niños delante de sus padres y a padres delante de sus hijos”. Le cuesta dormir, reconoce Samerano. “Y cuando me despierto, vuelvo a la pesadilla”. Acusó al gobierno de dejar a sus familiares en un vacío de información, pero se mostró confiada en la decisión de atacar Gaza: “No me preocupa mi ejército. Mi ejército sabe exactamente qué hacer”.
El Foro de Familiares de Rehenes y Desaparecidos es un nombre que engloba a grupos de familiares que se organizan a través de WhatsApp.
En un enérgico comunicado emitido a primera hora del sábado, se censuraba a Netanyahu y a su gabinete por dejar a las familias a oscuras mientras se intensificaban las operaciones en Gaza. “Esta noche ha sido la peor de todas”, decía. “Las familias están angustiadas por la suerte de sus seres queridos y esperan una explicación. Cada minuto que pasa parece una eternidad”.
El foro no ha pedido un alto el fuego ni un intercambio de prisioneros. “Estamos diciendo al ejército y al gobierno que traigan de vuelta a nuestra gente”, dijo Rubinstein, el portavoz. “No les decimos cómo hacerlo. Sólo decimos: 'dinos cuál es el plan'”.
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