Nadie en Miskolc puede decir con seguridad si alguna vez ha visto un inmigrante o un refugiado en la ciudad. Algunos residentes piensan que pueden haber visto uno o dos en 2015, pero no están seguros. Otros dicen que sus amigos han visto inmigrantes en las calles, pero admiten que ellos no han visto ninguno con sus propios ojos.
Aun así, en esta ciudad de 160.000 habitantes en el noreste de Hungría, se está llevando a cabo una feroz campaña electoral en la hay un tema predominante antes de las elecciones del 8 de abril. No es la serie de escándalos de corrupción que involucran a autoridades del Gobierno. Tampoco es el penoso estado de la sanidad pública ni los bajos salarios. Es la inmigración.
El tono de la elección en Miskolc –al igual que en el resto del país– lo ha impuesto el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que busca su tercer mandato consecutivo con un programa de extrema derecha que se basa en cerrar totalmente las fronteras húngaras a los inmigrantes.
Incluso si Miskolc no es un lugar donde existan “guetos ni zonas prohibidas”, dijo Orbán durante su visita a la ciudad a principios de este mes, es necesario que voten por su partido, Fidesz.
“Hay que elegir entre dos caminos para Hungría”, afirmó Orbán. “O elegimos tener un Gobierno nacional, y en ese caso no nos convertiremos en un país de inmigrantes, o la gente de George Soros formará Gobierno y Hungría se convertirá en un país de inmigrantes”.
Orbán ha intentado definir a los partidos de la oposición como títeres de Soros, el financiero y filántropo estadounidense nacido en Hungría que ha invertido miles de millones de euros en desarrollar la sociedad civil en los países postcomunistas. A lo largo y ancho de Hungría se ven carteles que muestran un sonriente Soros como titiritero, desesperado por llenar Hungría de refugiados y destruir el país en connivencia con la oposición.
Cada día, el Gobierno lanza un nuevo bombardeo informativo contra la inmigración. János Lázár, jefe de Gabinete de Orbán, publicó a principios de mes en Facebook un vídeo rodado en Viena en el que acusa a los inmigrantes musulmanes de arruinar la ciudad y dijo que si Hungría también los dejara entrar, las consecuencias serían “crimen, empobrecimiento, suciedad e inmundicia”. Tamás Deutsch, un diputado del Fidesz muy cercano a Orbán, hizo un vídeo similar en el distrito Molenbeek de Bruselas.
“Esto no es una cuestión sobre los próximos dos o tres años”, dijo Deutsch durante una entrevista en un lujoso bar de Budapest. “Es una cuestión que atañe al próximo medio siglo. ¿En qué se convertirá Europa?”.
¿Qué pasa con la corrupción?
Muchos de los críticos de Orbán dicen que la incesante retórica anti-inmigración es simplemente un método de distracción para restar atención a los numerosos escándalos de corrupción que involucran al círculo del primer ministro. Los medios de comunicación propiedad de Lajos Simicska, un oligarca que retiró su apoyo a Orbán, han publicado informes sobre cuentas en paraísos fiscales y tramas delictivas vinculadas a altos cargos del Gobierno.
Sin embargo, la oposición está dividida y gran parte de la población no tiene interés en la política. Los sondeos sugieren que la retórica anti-inmigración está probablemente funcionando entre los seguidores de Orbán y puede que consiga su tercer mandato. Durante los últimos ocho años, el Gobierno ha hecho cambios en la ley electoral que pueden ayudarle a ganar.
Los sondeos recientes en Miskolc sugieren que Fidesz y sus candidatos tienen una intención de voto de entre el 35% y el 40%, cifras que podrían ser suficientes para que Orbán alcance la mayoría parlamentaria, si los candidatos de la oposición no se unen.
Incluso cuando cientos de miles de inmigrantes pasaron por Hungría en 2015, pocos llegaron hasta Miskolc. La ciudad ha luchado por integrar a la población gitana y se generaron tensiones cuando Orbán comparó a los potenciales futuros inmigrantes con la comunidad gitana local. Pero el único problema migratorio real que tiene la ciudad es que la población local se quiere marchar, ya sea a Budapest o a otros países europeos. Se estima que más de 20.000 residentes se han marchado en la última década.
Dentro de Miskolc, en las viviendas sociales del distrito de Avas, consideradas las peores del país, los locales se quejan de la corrupción del Gobierno, de los problemas económicos y expresan frustración por el estado de la sanidad pública. Sin embargo, el tema de la inmigración sigue saliendo en las conversaciones como una cuestión decisiva.
Nadie ha visto a los inmigrantes
“Yo personalmente nunca he visto a ningún inmigrante, pero la gente que viene a la tienda sí que han visto”, explica una dependienta de 47 años que quiere permanecer en el anonimato. “Tengo una hija joven, así que es un tema que me preocupa.”
Jobbik, un partido de extrema derecha que recientemente se fue moviendo hacia el centro y que está segundo en la mayoría de los sondeos, está basando su campaña en los escándalos de corrupción pero también ataca a Orbán por no ser lo suficientemente firme contra los inmigrantes.
Péter Jakab, candidato local del Jobbik, admite que la inmigración no es un tema importante en Miskolc. Sin embargo, los folletos de la campaña guardados en la sede listos para ser repartidos tienen el titular: “Orbán ya ha dejado entrar a 2.300 inmigrantes”.
Los panfletos alegan que a estas personas se les ha otorgado la ciudadanía húngara, derecho al voto y dinero en efectivo, lo que es falso.
Orbán no muestra señales de querer bajar el tono a su retórica antes de las elecciones y ha dicho que después de las elecciones, si gana otro mandato, llevará el tema a Bruselas para intentar impedir que la UE le imponga cupos de reubicación de refugiados a los países miembros.
“La inmigración y nuestra actitud hacia la inmigración determinan todos los otros aspectos de nuestras vidas”, asegura Zoltán Kovács, portavoz de Orbán.
En los últimos años, personas cercanas al gobierno han tomado el control de gran parte de los medios de comunicación, incluyendo periódicos locales y cadenas de radio, y los críticos afirman que esto ha ayudado a Orbán a centrar la agenda política en torno a la cuestión de la inmigración.
“Los húngaros son bombardeados a diario por noticias falsas sobre inmigrantes y propaganda xenófoba vergonzosa”, dijo Kornel Klopstein, que ha colaborado en la constitución del movimiento Nyomtassteis, que imprime sus propios boletines informativos para contrarrestar la propaganda oficial.
Una helada mañana de la semana pasada, voluntarios de este movimiento salieron a repartir propaganda a los pasajeros que pasaban por la estación Keleti, en Budapest, con la esperanza de que ellos a su vez los ayuden a repartir el material en sus regiones.
“Ofrecer a la gente datos objetivos sobre inmigración puede ayudar a que tomen mejores decisiones en las próximas elecciones”, aseguró Klopstein.
Traducido por Lucía Balducci