Nadie dijo que formar gobierno en Países Bajos iba a ser fácil tras la victoria en las elecciones de noviembre de una incendiaria formación de extrema derecha que quiere prohibir el Corán, salir de la Unión Europea (UE), rechazar las nuevas solicitudes de asilo en su totalidad y terminar con muchas regulaciones medioambientales.
La formación de un ejecutivo se ha vuelto aun más difícil tras la decisión de uno de los partidos que podían integrar la alianza de abandonar las negociaciones, dejando al líder de extrema derecha Geert Wilders casi sin posibilidades de lograr una coalición de gobierno en la que cuente con mayoría parlamentaria –gobernar en minoría sigue siendo un objetivo alcanzable–.
Contrario al islam, el Partido de la Libertad de Wilders (PVV, por sus siglas en neerlandés) obtuvo un sorprendente 26% de los votos en noviembre, quedando en el primer lugar en los comicios parlamentarios. Pero Wilders está obligado a negociar porque sus 37 escaños están muy por debajo de la mayoría que requiere una asamblea compuesta por 150 diputados. La opción preferida de Wilders era formar gobierno con otros tres partidos: el conservador Partido Popular por la Libertad y la Democracia, del primer ministro saliente Mark Rutte (VVD, por sus siglas en neerlandeés); el partido de protesta Movimiento Campesino-Ciudadano (BBB) y el partido de centro Nuevo Contrato Social (NSC), del ex democristiano Pieter Omtzigt.
Disputa por el gasto público
Tras la primera ronda de conversaciones, esta semana Omtzigt sorprendió a sus posibles socios con unas declaraciones inesperadas en las que dijo estar “conmocionado” por los informes sobre las finanzas públicas neerlandesas y aseguró que no aceptaría integrar un gobierno que prometía gastos sabiendo que no va a poder cumplir con ellos. Según los analistas económicos, el nuevo gobierno tendrá que recortar 17.000 millones de euros en gastos estructurales, un motivo de discordia que separa al NSC y al VVD, promotores de la austeridad fiscal, del PVV y el BBB, defensores de un aumento en el gasto público.
En verdad, y como el propio Omtzigt admitió en televisión, el tema del gasto público fue la gota que colmó el vaso. La campaña del líder del NSC ha estado llena de referencias a “otra forma de hacer política” y a la “buena gobernanza”, y hace tiempo que Omtzigt duda sobre la conveniencia de entrar en un gobierno con Wilders. Además de sus inconstitucionales propuestas islamófobas, el provocador Wilders prometía terminar con la libre circulación de trabajadores de la UE, aumentar las perforaciones para extraer gas y petróleo, llevar ante tribunales penales de adultos a menores de 14 años y terminar con la asistencia militar a Ucrania.
Ronald Plasterk, exministro de Interior de Rutte y quien preside las negociaciones, tenía programado para la noche del pasado miércoles un encuentro con los tres partidos que quedan en la posible coalición tras la salida de Omtzigt, así como la presentación este lunes de un informe sobre la situación ante el parlamento. Los analistas ven varios escenarios posibles, algunos más probables.
Según la politóloga de la Universidad de Ámsterdam Sarah de Lange, “Omtzigt dejó claro que la actual ronda de conversaciones ha terminado, pero también que el proceso no ha colapsado”. En su opinión, el líder del NSC “está dispuesto a volver a hablar sobre algún tipo de arquitectura alternativa”. “Ahora los tres socios restantes pueden continuar con negociaciones sobre la posibilidad de un gobierno en minoría, tal vez con el apoyo formal o informal de un NSC que otorgue ayuda y confianza”, explica.
¿Un gobierno en minoría?
Tras expresar decepción y sorpresa por la decisión de Omtzigt, el PVV, el BBB y el VVD han dado muestras de que “claramente están llevándose muy bien”, apunta De Lange. “En este momento, también hay que decir que ninguna de las otras opciones parece muy prometedora”. agrega.
Pero según Rem Korteweg, del centro de estudios Instituut Clingendael, para apuntalar la sostenibilidad de un posible gobierno en minoría, el partido conservador VVD tendría que estar dispuesto a ir más allá del apoyo parlamentario a Wilders y entrar formalmente en una coalición liderada por el político de extrema derecha.
Cuando se conocieron los resultados electorales, Dilan YeÅilgöz-Zegerius, la política que sustituye a Rutte como líder del VVD, dijo que no formaría parte de un gobierno con Wilders. Pero los votantes están presionando para que cambie de parecer. “Es difícil ver de qué otra manera Wilders podría hacer que funcione”, señala Korteweg.
Una segunda opción, preferida por Omtzigt y rechazada por Wilders, es la creación de un “gabinete empresarial”, formado por “expertos” que no tienen por qué venir del mundo de la política, para dirigir un gobierno tecnocrático con amplio apoyo parlamentario. Según Korteweg, lo que parece “muy improbable en esta primera fase” es una coalición alternativa formada por el VVD, el NSC y la alianza entre verdes y laboristas liderada por Frans Timmermans, ex vicepresidente de la Comisión Europea que quedó segundo en las elecciones de noviembre.
Timmermans y una mayoría de líderes políticos han reconocido que las elecciones las ganaron los partidos de derechas, que los votantes de Países Bajos desean claramente un gobierno de derechas y que todavía falta mucho por intentar. Korteweg tampoco ve probable la celebración de unas nuevas elecciones, otra posibilidad teórica, que “solo beneficiaría a Wilders”.
Según las últimas encuestas, el PVV de Wilders obtendría hasta 50 escaños, si se celebrasen ahora las elecciones. Tanto De Lange como Korteweg subrayan que aún era pronto y que otros gobiernos de Países Bajos tardaron mucho tiempo en formarse tras la retirada de uno de los socios originales de la alianza. A la última coalición le llevó 299 días formarse.
Incluso si los socios consiguen ponerse de acuerdo en las políticas, el obstáculo más difícil puede venir al final de las negociaciones: quién ocupa qué cargos. “Obviamente, hay muchas, muchas razones por las que Wilders puede ser una opción complicada como primer ministro”, señala De Lange. “Pero más allá de eso, tanto al PVV como al BBB les va a resultar muy difícil presentar a personas cualificadas para los puestos ministeriales”, añade. “La parte más difícil de esta coalición puede que no sea el programa de gobierno, sino el personal”.