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Las islas griegas que acogen a solicitantes de asilo no quieren ser prisiones

Helena Smith

Atenas —

Los grupos humanitarios advierten de una situación inminente de emergencia en las islas griegas orientales del Mar Egeo. Así lo han asegurado un día después de que los residentes de las islas se unieran en Atenas para llevar a cabo una protesta contra las políticas que han llevado a miles de migrantes y refugiados a quedar varados en centros de acogida.

Un aumento de las llegadas de la vecina Turquía ha hecho que los números se disparen. Las autoridades dicen que el número de hombres, mujeres y niños que buscan asilo en Chios, Kos, Leros, Lesbos y Samos se ha multiplicado por cuatro.

Las condiciones empeoran día a día en los campamentos, que están completamente abarrotados. Médicos Sin Fronteras calificó la situación este miércoles de “más que desesperada”.

“En Lesbos, familias enteras que acaban de llegar de países como Siria, Afganistán e Irak son hacinadas en pequeñas tiendas de campañas de verano, obligadas a soportar la lluvia y las bajas temperaturas, a luchar por mantenerse secos y calientes”, protesta Aria Danica, coordinadora de proyecto de MSF en la isla.

“En nuestra clínica para la salud mental hemos recibido una media de 10 pacientes con estrés psicológico agudo por día, entre los que se incluyen casos de personas que han intentado suicidarse o lastimarse de alguna manera. La situación en la isla es terrible. La situación es más que desesperada”.

Los manifestantes –liderados por delegaciones oficiales de Chios, Lesbos y Samos– se reunieron bajo el sol de Atenas este martes para pedir que el gobierno saque a la gente de los campos. “Hay que tomar medidas, antes de que sea demasiado tarde”, asegura Panos Pitsios, presidente del ayuntamiento de Mytilene, capital de Lesbos. “Nos dirigimos hacia un estallido, hacia una situación que está a punto de ser descontrolada”.

La isla, puerta de entrada de unos 800.000 refugiados y migrantes que alcanzaron Europa en plena crisis de refugiados hace dos años, ahora es hogar de más de 7.000 personas en unas instalaciones con capacidad para 2.300. Los grupos humanitarios también han condenado la estrategia de dejar a su suerte a migrantes y refugiados en campos lejanos donde, además, también se han producido tensiones entre etnias rivales.

El invierno se acerca. Y las organizaciones temen que, a menos que se traslade a los solicitantes de asilo al continente donde las instalaciones todavía tienen espacio y están mejor equipadas, miles de personas podrían terminar abandonadas en el frío.

Desde la semana pasada, los centros de acogida de las islas tenían casi 7.200 personas por encima de su capacidad. Esta situación obliga a los que allí residen a vivir en terribles condiciones porque no tienen acceso a agua limpia, a instalaciones sanitarias ni a servicios de salud.

Miedo a las “islas prisión”

Los alcaldes de las cinco islas declararon de forma conjunta al ministro de Migraciones, Ioannis Mouzalas, que las políticas de contención de Atenas iban a convertir a sus comunidades en “islas prisión”. “Tiene que haber una descongestión inmediata en las islas”, protestó el alcalde de Chio, Manolis Vournous, en conversación con the Guardian. “Es muy sencillo. No existe una infraestructura para afrontar todo esto”.

Alrededor de unas 2.500 personas, dijo, están actualmente varadas en Vial, el principal campo de la isla. Estas instalaciones fueron ideadas para alojar a 800. “Se trata de una situación intolerable que pone en peligro vidas humanas y amenaza a la cohesión social. Esto tiene que acabar”.

El Gobierno griego liderado por la izquierda sostiene que está atado de pies y manos por culpa de un acuerdo alcanzado entre la UE y Turquía para poder contener los flujos del año pasado.

Según este acuerdo, los solicitantes de asilo que llegan a las islas griegas deben permanecer en el lugar hasta que sus peticiones sean aprobadas, un proceso que se prolonga por culpa de un sistema de justicia notablemente lento y que también se ha visto afectado por la crisis económica del país. La espera forzosa se hace más dura por el temor a que, si la solicitud es rechazada, los solicitantes de asilo serán devueltos a Turquía por la fuerza.

En las últimas semanas, el primer ministro Alexis Tsipras ha dado algunos pasos para aliviar la situación, transfiriendo a cientos de migrantes hasta Atenas en barco. Mouzalas también anunció hace poco que el gobierno estaba considerando alquilar hoteles y enviar cruceros a las islas para albergar al número creciente de personas en los meses de invierno. Pero, con más de 15.000 personas inscritas de manera oficial en los campos estatales de las islas, las medidas se ven como “desesperadamente inadecuadas” por parte de los vecinos.

“Más de un tercio de la población total de Mytilene son migrantes y refugiados”, asegura Pitsios. “Ahora los vecinos tienen miedo por la noche e incluso a salir de casa, y están a punto de perder la paciencia”.

Traducido por Cristina Armunia Berges