En teoría, las primarias de Wisconsin no son tan importantes. En ellas solo se elige a 138 delegados entre demócratas y republicanos. Pero en la práctica, llegados a este punto del calendario electoral, Wisconsin importa mucho. Y las victorias que Ted Cruz y Bernie Sanders cosecharon en la noche de este martes han ayudado a clarificar la carrera a la Casa Blanca. Sanders no es el único candidato que está yendo cuesta arriba hacia la nominación de su partido: las cosas tampoco serán fáciles para Donald Trump. El multimillonario neoyorquino afronta la posibilidad de una convención disputada.
La contienda republicana
Cruz obtuvo el 48% de los votos en Wisconsin, 13 puntos por encima de Trump (y a 34 de Kasich). Como Wisconsin es en gran medida un estado winner-takes-all (en el que el ganador se lleva todos los delegados), esos resultados fueron suficientes para que el senador de Texas se hiciera con 36 de los 42 delegados a repartir. Esto ha puesto su total de delegados en 502. La cifra sigue por detrás de los 739 que tiene ya Trump, pero es significativa porque el triunfo del senador ayuda a alejar al magnate de la línea dorada de meta: los 1.237 delegados necesarios para obtener la candidatura republicana.
Las encuestas pronosticaban una victoria mucho más estrecha para Cruz. Los datos recogidos por Real Clear Politics apuntaban a una derrota de Trump por un margen de menos de cinco puntos porcentuales. Los sondeos también subestimaron a Sanders, que ganó a Clinton con una diferencia cuatro veces mayor de lo vaticinado.
Es probable que Cruz deba al menos una parte de ese éxito a la decisión de Marco Rubio de retirarse de la contienda republicana hace tres semanas. Unos días antes de su renuncia, las encuestas señalaban que Rubio y Trump estaban empatados en Wisconsin. A nivel nacional, parece que la mayoría de los seguidores de Rubio están eligiendo a Cruz como segunda opción y no a Trump, y los resultados de este martes sugieren una tendencia similar en Wisconsin.
Una parte de eso puede ser estratégica. Los republicanos que son conscientes de los datos electorales, ampliamente difundidos, pueden pensar que Cruz es su mejor apuesta para dejar fuera a Trump. Las adhesiones que ha cosechado el senador también pueden haber ayudado a consolidar esa percepción. Cruz tiene ahora el apoyo de 39 cargos electos, mientras que Trump y el gobernador de Ohio, John Kasich, tienen 11 entre los dos.
Esos factores han podido ser influyentes en Wisconsin, donde la participación electoral fue del 73,2% en 2012 (la segunda cifra estatal más alta del país), pero no tienen por qué ser tan importantes en otros lugares. De forma similar, puede haber sido más fácil para Cruz recoger votos en un estado que tiene un 71% de cristianos de lo que le resultará hacerlo dentro de dos semanas en Nueva York, donde solo el 60% de los adultos son cristianos.
A partir de encuestas a seis expertos políticos, FiveThirtyEight predice en una proyección que las 16 votaciones republicanas que quedan darán a Trump un total de 1.201 delegados, una cifra ligeramente inferior a los 1.237 que necesita para hacerse con la candidatura del partido. Sin embargo, esos analistas podrían estar equivocados: Trump aún podría conseguir sobrepasar la línea de meta. En cualquier caso, las primarias republicanas que están por venir serán vigiladas de cerca.
La contienda demócrata
A pesar de su primer puesto, Sanders también pasó una noche complicada. Consiguió el 57% de los votos, con una diferencia significativa respecto al 43% de Hillary Clinton. Al contrario que los republicanos, los demócratas reparten a los delegados de forma proporcional en función del porcentaje de votos. Por tanto, al final Sanders pudo sumar 45 delegados a los que había ganado en las primarias hasta el momento.
Esto aún lo sitúa 249 representantes por detrás de la exsecretaria de Estado. La distancia se eleva a la cifra aún mayor de 687 al tener en cuenta la abrumadora ventaja de Clinton en superdelegados, élites del partido que pueden votar a quien quieran sin depender de los resultados de las primarias.
Dicho esto, Sanders aún no está fuera de juego. La retórica de sus discursos se centra en mostrarlo como un supuesto perdedor subestimado que está construyendo “impulso” (momentum). Tiene una ventaja. Aunque es cierto que los resultados actuales señalan que será muy difícil para Sanders superar a Clinton, el candidato socialista ya ha superado todas las expectativas y aún puede seguir haciéndolo.
Por supuesto, los delegados y los porcentajes de voto son lo que cuenta políticamente, pero los números de votos también deberían importar: al menos porque representan a votantes individuales. En eso Sanders también tiene mucho que recuperar. Clinton ha tenido 2,5 millones más de votos que Sanders hasta el momento.
Los resultados de Wisconsin muestran que la disputa para elegir a los candidatos a la presidencia en 2016 sigue siendo competitiva. En otro giro extraño de estas elecciones, después de Wisconsin tanto Trump como Sanders necesitan el 58% de los delegados restantes para hacerse con la nominación. Eso será difícil en ambos casos. Ningún candidato puede dormirse en los laureles, y ningún experto puede permitirse dar a nadie por perdido hasta que las matemáticas muestren que de verdad tiene cero posibilidades de ganar.
Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo