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India, la “farmacia del mundo” que está produciendo la vacuna contra la COVID-19

La farmacéutica india Dr. Reddy's Laboratories afirmó este sábado que el regulador de la nación asiática ha dado el visto bueno a los ensayos clínicos de la vacuna rusa contra la COVID-19, Sputnik V.

Hannah Ellis-Petersen

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India es el mayor proveedor mundial de medicamentos y produce del 60% de las vacunas del mundo. Por eso, desde hace mucho tiempo, el país es conocido como la “farmacia del mundo”.

Ahora, a medida que la investigación de la vacuna para la COVID-19 cobra impulso, India desempeña un papel cada vez más estratégico y central en el desarrollo, la fabricación y, lo que es más importante, la posible distribución en el futuro de varias posibles vacunas para el coronavirus.

Con cerca de 7,8 millones de casos y más de 117.000 muertes, India es también uno de los países más afectados por el virus, solo después de Estados Unidos.

Acuerdos para producir millones de dosis

Ya se ha llegado a un acuerdo para que el Serum Institute de India, fabricante que tiene su sede en la ciudad de Pune, produzca 1.000 millones de dosis de la vacuna de la Universidad de Oxford y la farmacéutica AstraZeneca, considerada una de las punteras en la carrera de las vacunas. Anticipándose a ese supuesto éxito, ya ha comenzado la producción de casi dos millones de dosis de la vacuna y ha puesto en marcha la fase 3 de ensayos clínicos en seres humanos con miles de pacientes repartidos en 15 puntos de alto contagio de COVID-19 en India.

El Serum Institute ha afirmado recientemente que confía en que la vacuna de AstraZeneca esté lista en diciembre y que se autorizaría su distribución en India en marzo.

Adar Poonawalla, director general del Serum Institute of India, ha dicho que es “muy optimista” sobre la proximidad del éxito de más de una vacuna. “Gran parte de los datos a los que he tenido acceso de manera extraoficial con muchas de estas vacunas son muy prometedores y más de tres o cuatro vacunas tendrán éxito muy pronto, en el próximo año”, declaró.

El Serum Institute, que esta semana también comenzó las pruebas en humanos de una vacuna COVID-19 intranasal, es solo una de las docenas de compañías indias que compiten para producir la codiciada vacuna. En todo el mundo, se están desarrollando casi 200 tipos diferentes.

Johnson & Johnson, cuya vacuna COVID-19 también se encuentra en la fase 3 de los ensayos clínicos, ha llegado a un acuerdo con la empresa farmacéutica india Biological E para producir hasta 500 millones de dosis si tiene éxito.

Bharat Biotech, una empresa farmacéutica con sede en Hyderabad, ha llegado a un acuerdo para fabricar 1.000 millones de dosis de la vacuna intranasal de la Universidad de Washington, que hoy se encuentra en la fase de ensayos clínicos.

El gigante farmacéutico indio Dr. Reddy's tiene un acuerdo para efectuar ensayos en humanos en India de la controvertida vacuna Sputnik de Rusia y luego producir 100 millones de dosis. También hay al menos una decena de vacunas de producción local que se están desarrollando en el país.

Posición estratégica en la distribución

Todos estos hechos sitúan a India y, por lo tanto, al sur global, en una posición estratégica relevante y de poder en términos de distribución de la vacuna, particularmente a nivel nacional y a los países no occidentales. Poonawalla, del Serum Institute, ha dicho que “el 50% de lo que lleguemos a fabricar se guardará para India y el resto se destinará a países de ingresos bajos y medios”.

Para poder llegar a fabricar los cientos de millones de vacunas que están prometiendo, Poonawalla ha asegurado que la compañía detendrá la producción de otras vacunas destinadas a Estados Unidos y Europa, como las de sarampión, paperas, rubéola y hepatitis B, aunque seguirán suministrándolas a países en vías de desarrollo.

Mahima Datla, director ejecutivo de Biological E, la farmacéutica que fabricará la vacuna de Johnson & Johnson, tiene un punto de vista diferente. Afirmó que su empresa se ha comprometido con el mecanismo de vacunas Covax, al que se han unido 184 países. La iniciativa –de la organización Gavi y la Organización Mundial de la Salud (OMS)– trabajará para que la obtención y distribución de la vacuna sea equitativa.

“Nunca hemos hecho trueques entre las necesidades de vacunas de India y organizaciones globales como Unicef”, dice Datla. “Hasta ahora no tenemos ninguna obligación de reservar una cierta cantidad de vacunas para India. Pero en el futuro, podríamos encontrarnos ante una brecha entre la demanda y la oferta que podría colocarnos en esa situación”.

El reto de vacunar en un país de un 1.300 millones de habitantes

Pero hay algo irónico. Mientras India es uno de los países que produce más vacunas en todo el mundo, se enfrenta a uno de los mayores retos mundiales para inmunizar a sus 1.300 millones de habitantes.

India tiene un programa de inmunización muy eficaz para bebés y mujeres embarazadas, pero no hay nada en marcha para el resto de la población, en particular los ancianos, los más vulnerables al coronavirus. La pandemia ha puesto al límite su sistema sanitario, ya sobrecargado. Muchas zonas de la India rural apenas tienen acceso a la atención sanitaria.

India, que sufre además un calor extremo, también carece de instalaciones adecuadas para la cadena de frío, que garantiza que la vacuna se mantenga refrigerada, y por tanto efectiva, hasta el momento en el que se administra. Algunas de las vacunas que se están desarrollando podrían necesitar ser almacenadas a temperaturas de 70 grados bajo cero.

También está la cuestión del precio. El Serum Instute ha dicho, por ahora, que espera que la vacuna cueste unos cinco dólares (4,2 euros). Si el Gobierno indio quiere inmunizar a 250 millones de personas antes de julio de 2021, necesitaría recaudar 1.250 millones de dólares (1.055 millones de euros) para cubrir el coste.

“Las complicaciones en India van a ser inmensas”, ha asegurado Gagandeep Kang, profesor indio de Microbiología y miembro del comité asesor mundial de la OMS en materia de seguridad de la vacuna. “La principal preocupación es la escala y el seguimiento –que sepamos quién recibió la vacuna y quién no– y las condiciones de almacenamiento son una incógnita”.

Sin embargo, Kang cree que en el caso de India hay una amenaza aún más preocupante: un virulento movimiento que crece en el ámbito rural contra las vacunas del sarampión, las paperas y la rubeola desde hace cinco años. Kang dijo que ha sido testigo de cómo los movimientos conspiranoicos y antivacunas se extienden como un reguero de pólvora, por ejemplo, en mensajes de WhatsApp escritos en los idiomas locales, algo muy difícil de contrarrestar.

“Me preocupa que cuanto más tiempo tarde en desplegarse en India un programa de vacunación contra la COVID-19, más teorías de la conspiración, antivacunas y resistencia tendremos que afrontar”, sostiene.

Traducido por Alberto Arce

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