El presidente del Kurdistán iraquí ha llamado a los líderes internacionales a reconocer el fracaso del acuerdo de Sykes-Picot, el que estableció las fronteras del Oriente Medio moderno, y les ha instado a negociar un nuevo acuerdo que allane el camino para un Estado kurdo. Masud Barzani, líder de los kurdos de Irak durante los últimos diez años, ha asegurado que la comunidad internacional ha empezado a aceptar que Irak y Siria nunca volverán a estar unidos y que la “coexistencia obligatoria” en la región ha demostrado ser errónea.
“Creo que (los líderes mundiales) han llegado ellos mismos a esta conclusión de que la era de Sykes-Picot ha acabado”, ha señalado Barzani a the Guardian. “Lo digan o no, lo acepten o no, la realidad sobre el terreno es esa. Pero, como saben, los diplomáticos son conservadores y hacen sus valoraciones en las últimas fases de las cosas. Y a veces ni siquiera son capaces de mantenerse al día”, ha lamentado.
El mapa político del norte de Irak ha cambiado drásticamente en los 18 meses que han pasado desde que el Estado Islámico invadió la segunda ciudad de Irak, Mosul. Las fuerzas kurdas tienen ya totalmente controladas las ciudades de Kirkur y Sinyar y aseguran tener el control de otros miles de kilómetros que estaban bajo control del Gobierno central iraquí.
Ahora, cuatro meses antes del centenario del acuerdo de Sykes-Picot –bajo el que Reino Unido y Francia establecieron áreas de influencia a partir de las ruinas del Imperio Otomano–, Barzani cree que mantener el statu quo solo llevaría a más desintegración y destrucción en la región. Ha afirmado que la independencia, la gran aspiración kurda durante décadas con fuerte oposición de los recelosos vecinos regionales, está “ahora más cerca que en cualquier otro momento”. Considera que algunos países que llevan mucho tiempo en contra de la independencia están siendo persuadidos de su conveniencia con el argumento de que la soberanía dentro de las fronteras actuales del Gobierno regional kurdo podría traer estabilidad.
Durante los últimos diez años, las relaciones con Bagdad, que ya eran escasas, se han esfumado. Los líderes iraquíes se enfadaron en particular por la toma de Kirkuk, cómo Erbil (la capital del Kurdistán iraquí) desviaba el flujo del petróleo de la ciudad a sus oleoductos que comunican con Turquía. Erbil, mientras tanto, vio recortada la parte que le corresponde de los presupuestos del Estado central, antes de tomar la ciudad en un enfrentamiento con el ISIS por el control de la zona en los días posteriores a la caída de Mosul.
Barzani cree que las potencias regionales y mundiales ahora necesitan alcanzar un nuevo pacto que proteja a las comunidades de Irak y Siria, donde las divisiones se han arraigado por motivos sociorreligiosos y sectarios. “Tiene que haber un (nuevo) pacto. Es importante ver de qué tipo de acuerdo se trata, qué mecanismo seguir para formalizar las cosas y cuál será su estatus. No se sabe aún cuándo se formalizará ese acuerdo. No es lógico continuar ni insistir en repetir un experimento equivocado que se ha repetido durante cien años y no lleva a ninguna parte”, ha defendido.
“Ahora, Irak está dividido. No somos responsables de ello. Por el contrario, hemos hecho lo que hemos podido para preservar la unidad y la democracia en Irak. En 1991, fuimos a Irak y negociamos con aquellos criminales que eran responsables del ataque con armas químicas en la campaña Anfal (lanzada por Sadam Hussein contra los kurdos)”, ha señalado Barzani. “La gente habla de la experiencia de reconciliación nacional de Sudáfrica. Con todo mi respeto por lo que experimentaron, lo que hicimos los kurdos... pasó incluso antes de la situación de Sudáfrica. Después de 2003, fuimos a Bagdad y actuamos lo mejor que pudimos en el proceso constituyente. Pero la cultura que hay en Irak no es de convivencia, así que, si no podemos convivir, tendremos que vivir con otras alternativas”, ha añadido.
Barzani anunció que pelearía por la independencia el 1 de julio de 2014. Fue la primera vez en que un líder kurdo prometió hacerlo tras décadas de conflicto armado, guerra civil y desplazamientos. El anuncio pretendía llevar a un referéndum, pero no consiguió empuje suficiente y decayó con el avance del ISIS hacia Erbil y el empeoramiento de la crisis en Irak y Siria.
Según ha contado a the Guardian, algunos países vecinos han llegado a ver la región del Kurdistán como una fuente de estabilidad en una zona siempre dominada por el caos geopolítico. “Toda la oposición contra nosotros se ha basado en percepciones erróneas. La región del Kurdistán no es una amenaza para ninguno de nuestros vecinos. Nuestra experiencia en los últimos quince años demuestra que somos el factor de estabilidad”, ha defendido.
Los países limítrofes han estado preocupados durante mucho tiempo por las implicaciones que un Estado soberano kurdo tendría en sus propios territorios. Turquía, Siria e Irán tienen ellos mismos grandes minorías kurdas. Turquía en particular lleva cuarenta años luchando contra los kurdos, que cree que quieren crear una región autónoma en el sudeste. Sin embargo, al mismo tiempo ha estado cultivando buenas relaciones con los líderes del Kurdistán iraquí.
“No hemos hablado con Turquía de esto, de si van a aceptarlo o no. No creo (que vayan a oponerse). Es nuestro derecho nacional. No somos una amenaza para nadie, pero no pedimos permiso para ejercer nuestros derechos”, ha defendido Barzani. Considera que las actitudes en la región han variado mucho: “Ha sido un cambio dramático”.
“Por poner un ejemplo: Decir 'Kurdistán' y 'kurdos' estaba prohibido en Turquía, pero hace un mes, cuando fui a ese país, la bandera del Kurdistán ondeó en el palacio presidencial”, ha explicado. Y ha añadido: “Si lo comparas con los tiempos en que he vivido, con todas las experiencias, creo que estamos mucho más cerca que nunca. Sé que es un paso difícil, pero es una responsabilidad sagrada”.
Traducción de: Jaime Sevilla