Familiares de los afganos heridos durante la explosión en el aeropuerto de Kabul, en la que murieron al menos 170 personas, han pedido al Gobierno del Reino Unido ayuda para poder evacuar a sus seres queridos. Entre las personas que solicitan desesperadas reagruparse con sus allegados, se encuentra la madre de Muhammad Raza, un bebé de un año víctima del atentado. Cuando se produjo la detonación, la mujer acaba de cruzar la entrada del aeropuerto, a la espera de que la siguiese el resto de seres queridos. No la dejaron volver atrás, según su relato.
La madre del bebé se llama Basbibi y tiene 19 años. Según ha contado, tras pasar el jueves por una puerta del aeropuerto internacional Hamid Karzai para salir de Afganistán en un avión de la Real Fuerza Aérea Británica (RAF, por sus siglas en inglés), los soldados le impidieron regresar corriendo al lugar del atentado.
“Estoy desesperada por reunirme con mi bebé, estoy rezando para que el gobierno británico pueda hacer algo para traerlo aquí”, ha dicho al periódico The Sun on Sunday. “Todo en lo que puedo pensar es llevar a Muhammad conmigo a un lugar seguro para que pueda recibir el mejor tratamiento médico. Estoy agradecida de estar viva, pero hay tanto dolor emocional y dolor con el que lidiar...”, ha añadido. Sin embargo, un funcionario del Ministerio de Defensa ha afirmado al medio británico que el menor no se encontraba bien para volar y que no podían arriesgarse a trasladarlo al Reino Unido.
El niño, de 23 meses, pelea por su vida en Kabul después de ser gravemente herido en el ataque. Los cirujanos han retirado la metralla del abdomen del niño y reparado un desgarro que se produjo en su intestino. El abuelo del bebé es uno de lo ciudadanos británicos que habría perdido la vida en el atentado. Se llamaba Sultan Muhammed Rez, tenía 49 años, y trabajó como conductor de taxis de Londres. También falleció el padre del niño, según The Sun.
El Ministerio de Relaciones Exteriores del Reino Unido ha confirmado que, hasta el momento, dos ciudadanos británicos murieron en el ataque aunque estiman que el número sea mayor. Musa Popal, de 60 años, es otra de las víctimas. Su nieto Hameed, que estaba con él cuando se produjo la explosión, continúa desaparecido. Su esposa Saleema, que estaba mirando desde la distancia, sobrevivió.
Popal estuvo a cargo de un supermercado en Hendon, al norte de Londres, durante más de 20 años y había viajado a Afganistán en junio con su esposa para visitar a su familia. “Nunca he experimentado un dolor como éste, siento que me rompo en mil pedazos. Mi madre se ha quedado sin documentos porque mi padre los llevaba todos encima cuando murió”, ha dicho Zohra Popal, una de sus hijas, que dice sentirse “ignorada” por el Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino Unido.
Desde el momento del atentado, la familia no ha podido contactarse con el Ministerio de Asuntos Exteriores y tampoco han recibido ninguna comunicación oficial. “Mi madre y el resto de la familia siguen en peligro y todavía podemos perderlos. Aun así no podemos comunicarnos con el Ministerio de Asuntos Exteriores, el número da ocupado constantemente. Nos sentimos totalmente ignorados pero tenemos que ponerlos a salvo, no puedo vivir sin ellos, necesitamos que el gobierno nos ayude”, explica Zohra.
Un joven en recate de su familia
Mohammad Niazi, de 29 años, conductor de un coche de Uber en Londres, fue otro de los británicos que murió cuando estaba junto a su esposa y a dos de sus cuatro hijos en el aeropuerto. Niazi había viajado el martes a Kabul para llevar a su familia a Gran Bretaña. Su hermano dijo a la BBC que falleció durante el fuego cruzado que siguió al atentado suicida y que la esposa y dos de los hijos siguen desaparecidos.
Según el testimonio de Imran Niazi, un amigo de la víctima que habló con la cadena Sky News, Mohammad Niazi creía que era uno de los “afortunados” incluidos en el listado para salir de Afganistán. Mohammad Niazi trabajaba 16 horas al día con el coche para enviar la mayor parte de sus ganancias a su esposa, según le contó su amigo al periódico The Sunday Times.
Al parecer, quería juntar a su familia en el Reino Unido y estaba ayudando a su esposa a mejorar su inglés con clases por Internet, para que aprobara el examen de idioma que exigía el visado, Imran Niazi contó que llevó a su amigo hasta el aeropuerto, con la esperanza de que pudiese tomar su vuelo hacia Afganistán. Mohammad le había dicho que le llamaría por teléfono cuando llegara a destino, pero la llamada nunca se produjo.
Traducido por Francisco de Zárate.