ENTREVISTA Secretaria general de EELV

Marine Tondelier, la líder ecologista del Nuevo Frente Popular en Francia: “La República resistió, pero ¿hasta cuándo?”

Angelique Chrisafis

París —
13 de julio de 2024 11:29 h

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La líder de Los Verdes franceses, Marine Tondelier, asegura que el riesgo de que la extrema derecha llegue al poder en Francia no ha desaparecido tras las elecciones legislativas anticipadas, y que la política debe cambiar urgentemente para recuperar la confianza de los votantes.

“Fue una advertencia”, dice Tondelier sobre los comicios, en los que una espectacular avalancha de voto táctico en la segunda vuelta frenó al partido ultraderechista y antiinmigración Agrupación Nacional (RN), de Marine Le Pen. El auge de RN en la primera vuelta le había acercado más que nunca a la mayoría parlamentaria y a entrar en el Gobierno.

“La República resistió, pero ¿hasta cuándo?”, pregunta Tondelier en una entrevista con The Guardian en su despacho de París, días después de que una alianza de izquierdas que incluye a su partido ecologista acabara por delante en las elecciones en un resultado sorprendente.

Actualmente se está debatiendo qué tipo de gobierno podría formar Francia, y Tondelier, una ecologista de 37 años, figura entre los nombres propuestos para primera ministra, una posibilidad sobre la que ella no se ha pronunciado, alegando que la política es más importante que las personas.

En la entrevista, afirma que es crucial que Francia “no continúe con las mismas políticas públicas discriminatorias que rompen, agotan y dañan [a la sociedad] durante otros dos años” o podría haber una nueva oleada de la extrema derecha en las elecciones presidenciales de 2027. “Hay mucha gente que quiere y necesita justicia social y estamos luchando por esa gente. Nos hayan votado o no, o no hayan votado, lucharemos por ellos igualmente”, afirmó.

La amplia alianza de izquierdas conocida como el Nuevo Frente Popular –que incluye al partido de Tondelier, el partido de izquierdas Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, los socialistas y los comunistas– quedó en primer lugar, pero muy lejos de la mayoría absoluta. Tondelier escribió esta semana en las redes sociales que Macron –que ha insistido en que ninguna fuerza política ganó las elecciones y ha pedido una coalición amplia– se niega a aceptar los resultados electorales. Asegura que su negativa está “dañando al país y a la democracia”.

Tondelier, concejala del norte de Francia que se hizo cargo del Partido Verde francés (EELV) hace dos años, ha pasado de ser relativamente desconocida a convertirse en un nombre muy conocido durante la campaña de las elecciones anticipadas.

Una lucha personal

Según los analistas, Tondelier ha destacado por sus apasionadas apariciones en televisión, sus humorísticos desplantes a los políticos de extrema derecha y su característica chaqueta verde, que empezó a llevar como una forma subliminal de concienciar sobre los problemas medioambientales, pero que ahora es tan conocida que tiene su propia cuenta en las redes sociales.

Si las sentidas súplicas de Tondelier conquistaron a votantes de centro e izquierda, fue porque su batalla contra la extrema derecha es profundamente personal. Nació, creció y sigue viviendo en la antigua ciudad minera de Hénin-Beaumont, en el norte de Paso de Calais. Su población, de 27.000 habitantes, ha sufrido el cierre de fábricas y el desempleo, y hace una década la ciudad pasó de ser un centro neurálgico de la izquierda a convertirse en el laboratorio de Le Pen para alcanzar el poder.

Le Pen, nacida en París, fue reelegida diputada por la ciudad la semana pasada. Desde que la extrema derecha se hizo con el ayuntamiento de Hénin-Beaumont en 2014, Tondelier, como concejala local, ha luchado contra ellos en ruidosas reuniones del consistorio. Se ha quejado de que a la extrema derecha le molestaba tanto la oposición que le apagaban el micrófono en reuniones en las que la llamaban “histérica” cuando seguía hablando. Escribió sobre ello en un libro de 2017, Noticias desde el frente, que enfureció la extrema derecha y se lee como un manual para la resistencia de la izquierda.

Tondelier, que trabajó durante cinco años en el control de la calidad del aire, dice que los años que pasó enfrentándose a la extrema derecha en las reuniones del consistorio fueron su formación política. “Lo he aprendido todo recibiendo en la cara sus tartazos políticos. Fue duro. Podría haberme hecho pedazos, pero en realidad me ha hecho fuerte”.

La voz del voto táctico

Así que cuando los resultados de la primera vuelta de las elecciones del 30 de junio arrojaron cómo la extrema derecha encabezaba las votaciones en más de la mitad de Francia y se colocaba a un paso del poder, ella empezó a trabajar inmediatamente en el voto táctico y en la retirada de candidatos para evitar la división del voto. “Iba 10 años por delante de la preocupación de los demás. Vi a políticos muy experimentados estupefactos, en negación o enfadados, sin saber qué hacer, presas del pánico, derrotistas o diciendo que era demasiado tarde... pero yo estaba muy tranquila y decidida”.

La propia Tondelier ya se había mantenido al margen en varias elecciones para facilitar el voto táctico con el fin de frenar a la extrema derecha en su zona norte, incluidas las elecciones regionales de 2015. “Conozco su coste político y humano”, dice. Esta vez, se convirtió en la voz mediática de la enorme campaña de voto táctico en todo el país.

Cinco generaciones de la familia de Tondelier proceden de la ciudad minera donde aún vive y cría a su hijo pequeño con su pareja, que entrena al club de triatlón de la ciudad. Una parte de la familia eran agricultores. Su bisabuela regentaba un estanco y fue la primera mujer taxista de la zona. Su madre, dentista, sigue ejerciendo en la ciudad, al igual que su padre, acupuntor y osteópata.

Enfrentarse a tipos más grandes que ella se ha convertido en la marca política de Tondelier, dicen sus partidarios. Se afilió a Los Verdes como estudiante en 2009, durante la campaña electoral europea del agricultor José Bové, impresionada porque años antes había destrozado un McDonald's a medio construir en una campaña de protesta. “La lucha de David contra Goliat siempre me ha llamado”, dice.

Se fue con otros ecologistas a protestar a la conferencia de la ONU sobre el cambio climático en Copenhague en 2009, y cuando regresó se hizo vegetariana por razones medioambientales, al darse cuenta de que solo había estado comiendo carne por cortesía. En el norte de Francia, en una zona rural, era raro ser vegetariana en aquella época. Cuando le decía a la gente que no comía carne, solía oír: “No te preocupes, cariño, te daremos jamón en su lugar”.

Humor contra la extrema derecha

Tondelier cree que una de las razones por las que el joven líder de extrema derecha Jordan Bardella se negó a debatir con ella durante la campaña electoral fue porque en su ciudad del norte ha aprendido a utilizar el humor con eficacia contra la extrema derecha. “Si gritas, ellos gritan. Es como una pelea en el barro con un cerdo: puedes entrenar y progresar, pero es su deporte favorito, así que acabarás sucio y en el barro”. El humor, en cambio, les desestabiliza, según afirma. “Es una forma de intentar estar alegres y positivos”.

La famosa chaqueta verde de Tondelier cuelga en su despacho junto a su gorra de hincha del club de fútbol norteño Lens, a cuyos partidos acude. Compró su primera chaqueta verde formal de segunda mano por 50 euros y tuvo que comprar una segunda durante la campaña, cuando se estaba desgastando. También tiene una chaqueta verde vaquera informal para las manifestaciones y un plumas verde para el invierno. “Mi idea era que es difícil introducir la ecología en el debate, así que si llevaba una chaqueta verde sería un mensaje subliminal... Ahora todo el mundo me pide la chaqueta, es más famosa que yo”.

Tondelier afirma que el humanismo en política es crucial, y ella lo aprendió ayudando a organizaciones sociales que trabajan con familias que duermen en la calle en la costa norte. Durante la campaña de las elecciones regionales de 2015, se desplazaba con regularidad a Calais, al inmenso poblado de chabolas donde vivían hasta 8.000 refugiados y migrantes en condiciones paupérrimas. “Solía llorar de vergüenza todo el camino de vuelta a casa”, cuenta. Cree que si todos los franceses pasaran un día ayudando a organizaciones benéficas que trabajan con personas migrantes, podrían cambiar de opinión sobre la política.

Cuando Tondelier tuvo a su hijo en diciembre de 2018, algunos le dijeron que si quería dejar la campaña y la política, la maternidad podría ser una excusa honorable. Ese fin de semana, sin embargo, las mayores protestas antigubernamentales de los Chalecos Amarillos por el impuesto sobre el combustible tuvieron lugar al mismo tiempo que la gran marcha por el clima de Francia. “Vi que todo eso ocurría y me dije: por supuesto que seguiremos adelante. Tenemos que salvar la biodiversidad y el clima”.