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The Guardian en español

En nombre de mejoras humanitarias, EEUU levanta sanciones contra Sudán

El presidente Omar al-Bashir, que llegó al poder con un golpe de estado en 1989, se enfrenta cargos por genocidio en la Corte Penal Internacional

Jason Burke

En una de las últimas medidas de la administración Obama, el gobierno de Estados Unidos ha levantado algunas sanciones contra Sudán, un país acusado de promover el terrorismo y cuyo líder enfrenta cargos por crímenes de guerra.

Según varios miembros del gobierno estadounidense, el objetivo de normalizar relaciones se encuadra en un cambio de política hacia el país de África oriental, como respuesta a las medidas tomadas por el gobierno de Sudán para mejorar el acceso humanitario y reducir la violencia, además de “cooperar con EEUU en la lucha contra el terrorismo y ocuparse de los conflictos regionales”.

Las medidas llegan en medio de un cambio general de alianzas y prioridades diplomáticas en África oriental, en un momento en que los poderes del mundo y de la región tratan de asegurar su influencia en esta parte del continente, tan inestable como importante. Según Ahmed Soliman, experto en África oriental del centro de estudios londinense Chatham House, “se trata sin ninguna duda de una decisión geopolítica”: “No es por valores, por democracia ni por derechos humanos”.

El presidente Omar al-Bashir, que llegó al poder con un golpe de estado en 1989, enfrenta cargos por genocidio en la Corte Penal Internacional. No es obstáculo para que el veterano líder siga siendo bien recibido por los líderes de todo el continente. También se ha intensificado la relación entre Jartum y la Unión Europea, debido principalmente a las preocupaciones europeas por la inmigración.

Gracias a la orden firmada por Barack Obama en los últimos días de su gobierno, las empresas estadounidenses podrán hacer negocios en Sudán. “Las sanciones del Departamento del Tesoro buscan un cambio en el comportamiento y, en el caso de Sudán, nuestras sanciones apuntaban a presionar al gobierno para que cambiara la manera en la que trata a su gente”, dijo en un comunicado Adam J. Szubin, subsecretario interino de la Oficina de Terrorismo e Inteligencia Financiera. Según Szubin, con la decisión de esta semana pretenden “incentivar aún más al gobierno de Sudán para que continúe mejorando su conducta”.

Armas químicas contra civiles

La medida es controvertida. Según Amnistía Internacional, hace menos de cinco meses las fuerzas gubernamentales de Sudán usaron armas químicas contra civiles, incluso contra bebés y niños pequeños, en una de las partes más remotas de la convulsa región de Darfur.

El grupo Human Rights Watch consideró la decisión de EEUU “inexplicable” y alegó que el gobierno de Sudán seguía cometiendo crímenes de guerra.

Para varios activistas estadounidenses, la nueva política de EEUU es “prematura”. “Desde luego, intentaremos trabajar con el congreso de EEUU para que algunas de las sanciones sean restauradas, actualizadas y codificadas en los próximos meses”, dijo a la agencia Reuters John Prendergast, del grupo antigenocida de Washington Enough Project.

Las primeras sanciones contra Sudán llegaron en 1993 por su rol como anfitrión y promotor de grupos terroristas como Al Qaeda, de Osama Bin Laden, que efectivamente tuvo su sede en Jartum entre 1991 y 1996. Algunos objetivos en Sudán, como una fábrica de medicamentos veterinarios, fueron atacados con misiles por los estadounidenses luego del doble bombardeo a las embajadas de EEUU en África oriental (1998).

En las últimas décadas, Sudán dejó de ser un estado paria y se alejó de su rol como líder de movimientos islamistas.

Sin embargo, el país seguía recibiendo sanciones debido a los numerosos abusos de derechos humanos cometidos por las fuerzas sudanesas contra los civiles de Darfur, la región occidental del país bañada en sangre desde 2003, cuando los rebeldes tomaron las armas contra el gobierno y lo acusaron de discriminación y negligencia. Según las Naciones Unidas, 300.000 personas han muerto en el conflicto y 2,7 millones han huido de sus casas.

Los funcionarios de EEUU dicen que el acceso humanitario será supervisado y que los mecanismos de revisión permitirán revertir el levantamiento de las sanciones.

Junto con Siria y con Irán, Sudán sigue siendo uno de los tres países del mundo designados por EEUU como promotores del terrorismo. La Casa Blanca subrayó que muchas de las sanciones económicas y financieras contra Sudán seguirán vigentes.

La economía de Sudán, afectada por los bajos precios del petróleo, por la separación de Sudán del Sur y por las continuas crisis internas, podría fortalecerse como consecuencia de la medida de EEUU.

Según Magnus Taylor, analista del Grupo de Crisis Internacional en Nairobi, muchas potencias internacionales querían colaborar con Sudán desde hacía tiempo, pero los conflictos internos del país habían acabado con las esperanzas de mejorar las relaciones.

“La comunidad internacional quiere trabajar con Sudán”

Según Taylor, “ahora la comunidad internacional quiere trabajar con Sudán, especialmente en la cuestión de la migración, ya que se cree que el aislamiento no ayudó a conseguir soluciones”.

No está claro si el nuevo compromiso diplomático, en parte para alentar a las voces moderadas, continuará con la Administración de Donald Trump, que asume su cargo el 20 de enero.

Algunos altos cargos de la Administración de Obama le dijeron a la agencia AP que el nuevo acercamiento era una forma de aceptar que la política mantenida por EEUU con Jartum durante tantos años no había generado el resultado esperado.

Este reconocimiento coincide con el patrón general de reconciliación de Obama con países que, durante mucho tiempo, fueron considerados “rebeldes” u “hostiles”, como Cuba, Irán y Birmania.

También coincide con el patrón de EEUU de elegir a sus aliados clave en África en función de la estabilidad y la seguridad, especialmente en la lucha contra el extremismo islámico, o de la colaboración a corto plazo, y no tanto por sus valores democráticos.

El gobierno de EEUU Había dado pistas del cambio de política en otoño. En septiembre, el Departamento de Estado emitió un comunicado en el que le daba la bienvenida a la colaboración de Jartum en la lucha contra los grupos extremistas islámicos, sin justificar el anuncio con ningún acontecimiento o motivo específico.

El comunicado decía que Sudán había tomado “importantes medidas” para enfrentarse al Estado Islámico y a otras organizaciones similares. También, que EEUU trabajaría con Sudán en cuestiones de seguridad y, al mismo tiempo, insistiría en cuestiones de derechos humanos y democracia.

Sudán comparte la frontera con Libia y Egipto, dos países afectados por la actividad de los militantes islámicos relacionada con ISIS.

El año pasado, el periódico israelí Haaretz informó que Israel estaba presionando a EEUU y a Europa para que mejoraran su relación con Sudán después de que Jartum tomara medidas más estrictas con los supuestos cargamentos de armas iraníes destinados a grupos hostiles a Israel.

Sudán ha pasado de relacionarse con Irán a hacerlo con Arabia Saudí y otras monarquías sunitas.

Los arrestos de dos hombres sudaneses en Arabia Saudí por publicar en Facebook su apoyo a las manifestaciones en su país reflejan el acercamiento entre el gobierno de Bashir y los saudíes.

Sudán decidió sumarse al ataque aéreo dirigido por Arabia Saudí en Yemen en 2015 y fue uno de los tres países que cortó su relación con Irán cuando la embajada árabe en Teherán fue incendiada en represalia por la ejecución de un famoso clérigo chií.

La semana pasada, Bashir recibió una invitación del Rey Abdalá II de Jordania para participar en la 28 cumbre de la Liga Árabe en Amman en marzo.

Traducido por Francisco de Zárate

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