Las monjas de EEUU se suman a la lucha contra las armas

Lois Beckett

El autor de la masacre en una escuela de Parkland, Florida, que dejó un balance de 17 muertos en febrero del año pasado tenía un arma estilo AR-15 fabricada por Smith & Wesson. También la llevaba el autor de la masacre en un cine de Aurora, Colorado, en 2012, que dejó un balance de doce muertos. La misma arma que llevaban los que dispararon contra el personal del Departamento de Salud del condado en San Bernardino en 2015.

Una coalición de hermandades de monjas de Estados Unidos está presionando al fabricante de armas Smith&Wesson, que ahora se hace llamar American Outdoor Brands, para que elabore un informe para sus accionistas en el que explique el seguimiento que está haciendo de los “actos violentos asociados con” sus productos, y qué esfuerzos está llevando a cabo para “fabricar armas más seguras”.

La hermana Judy Byron, como representante de las Hermanas de los Santos Nombres de Jesús y María, coordina esta campaña, con el apoyo de otras diez hermandades de monjas, entre las que destacan las Iniciativas Católicas de Salud, las Hermanas del Buen Socorro de Estados Unidos y las Hermanas de San Francisco de Filadelfia.

“Necesitamos que todo el mundo se involucre para poner fin a los actos de violencia armada: los legisladores, los ciudadanos, la policía y también los fabricantes de armas”, señala Byron, que ha trabajado para la Northwest Coalition for Responsible Investment durante veinte años y que ahora dirige el grupo.

Los accionistas de la compañía escucharán la propuesta de Byron durante una reunión de accionistas por Internet que se celebrará el martes. La religiosa explica que Sturm Ruger, otro importante fabricante de armas, aprobó una propuesta parecida con el 69% de los votos de los accionistas en mayo, un resultado que según Byron es de los más exitosos en iniciativas sociales de este tipo.

Tras la masacre del 14 de febrero en Parkland, los fabricantes y vendedores de armas de fuego lidiaron con una intensa presión y escrutinio por parte del sector financiero. El resultado de la votación del próximo martes pondrá en evidencia si esta presión ha disminuido en los siete meses desde la matanza de la escuela de secundaria Marjory Stoneman y mostrará si los principales inversores siguen preocupados por la posibilidad de que la falta de medidas para prevenir la violencia armada pueda afectar negativamente en los resultados de los fabricantes de armas.

“Creo que a los accionistas les preocupa la sostenibilidad de estas empresas a largo plazo. Si no impulsan medidas ¿seguirán existiendo en un futuro?”, se pregunta Byron. “No les estamos pidiendo que dejen de fabricar armas. Somos conscientes de que las armas seguirán existiendo en nuestra sociedad”, añade Byron.

El objetivo de la campaña es que los fabricantes de armas “hagan un seguimiento de la cadena de distribución” para ver por qué las armas caen en manos de personas que nunca deberían haberlas tenido. También quieren que los fabricantes de armas hagan presión para que se implemente un protocolo universal para evaluar al comprador y se disponga de una partida federal para estudios en torno a la seguridad. Asimismo, quiere que los fabricantes compartan sus investigaciones relativas a armas más seguras.

“En una era en la que los avances tecnológicos lo están cambiando todo no tiene sentido que no estén cambiando las armas de fuego”, indica Byron, en referencia al desarrollo de tecnología que permite a las empresas fabricantes desarrollar armas más inteligentes y que, en general, no han adoptado.

“La solución no son medidas políticamente correctas”

A principios de marzo, tan solo dos semanas después de la matanza en Parkland, BlackRock, un gran inversor tanto de American Outdoor Brands como de Sturm Ruger, emitió un comunicado para explicar qué medidas está impulsando para dar una respuesta a “la terrible cifra de víctimas de la violencia armada en Estados Unidos”.

Además de permitir que sus accionistas tengan la opción de no invertir en armas de fuego para civiles, BlackRock, que gestiona unos activos de 6 billones de dólares, ha anunciado que quiere hablar con los fabricantes de armas de fuego sobre prácticas comerciales responsables.

American Outdoor Brands respondió con un comunicado en el que se dirigía a BlackRock en tono desafiante. El fabricante de armas argumentó que lo primero que se debe hacer es “cumplir la legislación actual” y “abordar los retos que plantean las enfermedades mentales graves” y señaló que “la solución no pasa por tomar medidas políticamente correctas que puedan tener un impacto negativo sobre la compañía” o sobre “los derechos de nuestros clientes que respetan la legislación”.

“Cualquier debate en torno a nuestro negocio debe partir de la Segunda Enmienda de la Constitución, que confiere un derecho fundamental, expresamente previsto en la Carta de Derechos, a tener y portar armas”, señaló.

Asimismo, la compañía hizo público un documento de la Fundación Nacional de Tiro Deportivo y la Asociación Comercial de Fabricantes de Armas, que plantea interrogantes sobre la fiabilidad de la actual tecnología de “armas inteligentes” y sobre la demanda que podría haber de esta tecnología por parte de los consumidores.

American Outdoor Brands no ha respondido a una solicitud de The Guardian para que se pronuncie sobre la votación de los accionistas del martes.

Otros activistas, incluyendo un grupo de agentes del orden y profesionales de la salud pública convocados por la Industrial Areas Foundation, también están abogando públicamente para que American Outdoor Brands “diseñe y ejecute un plan exhaustivo para minimizar el impacto dañinos de sus productos”.

En la década de los 90, Byron, exmaestra y directora de escuela, trabajaba en centros educativos: “Teníamos simulacros de terremotos e incendios”, pero nunca nos habíamos quedado confinados en el edificio ni nos habían disparado“.

“Tras la matanza de Sandy Hook pensé que si una tragedia de esa magnitud no podía propiciar un cambio, nada lo haría”, añade.

Sin embargo, cree que la actitud que mostraron los estudiantes del Instituto de Parkland, que se pronunciaron en contra de la Asociación Nacional del Rifle y de los políticos a favor de las armas después de que sus compañeros fueran asesinados, ha transformado el panorama político como el activismo de los adultos no lo había logrado hacer. La religiosa puntualiza que los estudiantes de Parkland continúan defendiendo su causa a lo largo y ancho del país y otros jóvenes se han sumado a su campaña.

Byron explicó que este verano conoció a un estudiante de un instituto local que trabaja como voluntario en una campaña para conseguir que Washington se pronuncie sobre la seguridad armamentística. El joven le explicó que con el inicio de la escuela tendrá que trabajar menor.

“No podemos permitir que nuestros jóvenes lleven el peso de esta campaña”, indica Byron. “Necesitamos que los legisladores, las abuelas, las madres…todo el mundo se involucre para poner fin a este problema”.

Traducido por Emma Reverter