En un chocante gesto de incumplimiento por parte de Occidente de su promesa de distribución equitativa de vacunas, en las últimas semanas se han enviado a Europa millones de vacunas contra la COVID-19 fabricadas en África que deberían haber salvado la vida de los africanos.
De hecho, he podido saber a través de algunos líderes africanos que, durante este mes y el próximo, se exportarán a Europa unos 10 millones de vacunas de Johnson & Johnson fabricadas y envasadas en la fábrica de Aspen, en Sudáfrica, justo en el momento en que África se enfrenta a su mayor oleada de contagios.
En contraste con el reto que supuso el desarrollo rápido de las innovadoras vacunas contra la COVID-19, ahora inyectarlas a la población mundial debería ser algo más fácil. Sin embargo, el llamado “nacionalismo de las vacunas”, así como el enfoque neocolonial de Europa sobre la salud mundial, están dividiendo el mundo entre los ricos y protegidos, que viven, y los pobres, desprotegidos y en riesgo de morir.
De los 4.700 millones de dosis que se han distribuido en el mundo, más del 80% han ido a parar a los países más ricos del G20. La brecha entre ricos y pobres es ahora tan enorme que, mientras los países de altos ingresos han administrado casi 100 dosis por cada 100 ciudadanos, los países de bajos ingresos sólo han administrado 1,5 dosis por cada 100.
Hasta ahora, se han administrado 496 millones de vacunas en la Unión Europea, que tiene una población de aproximadamente 440 millones de personas. En cambio, sólo se han administrado 77,3 millones de dosis en la población de África, que es casi tres veces mayor, con 1.300 millones de personas.
Así, mientras que el 50% de la población adulta de Europa, Estados Unidos y el Reino Unido ya está totalmente vacunada, la cifra de personas con la pauta completa en África es del 1,8%, muy por detrás de India, que sólo ha vacunado al 8% de su población. Debido a la lentitud en el suministro de vacunas, la Organización Mundial de la Salud estima ahora que 47 de los 54 países africanos no alcanzarán ni siquiera el modesto objetivo de septiembre de vacunar al 10% de sus ciudadanos. En países como Burundi, todavía no se ha distribuido ni una sola vacuna.
'Apartheid' de las vacunas
A este ritmo, no hay esperanza de que África alcance los niveles de vacunación de Occidente ni este año ni el próximo. No es de extrañar que los líderes africanos hablen de “apartheid de las vacunas”. Mientras los gobiernos occidentales se preparan para administrar una tercera dosis de refuerzo, millones de enfermeras y trabajadores sanitarios africanos, que arriesgan sus vidas para salvar otras, quedarán totalmente desprotegidos. También está completamente desprotegida la vulnerable población anciana de África.
El programa de vacunas debería haber sido un nuevo tipo de carrera “armamentística”. Rápidamente, un país tras otro debería haber podido vacunar a sus ciudadanos. Sin embargo, los países con más vacunas no están ayudando a los que tienen menos, y ahora los efectos económicos perjudiciales para el empleo y los medios de vida están provocando una divergencia creciente entre el destino de los países pobres y los ricos. Las bajas tasas de vacunación en todo el continente africano han llevado al Fondo Monetario Internacional a rebajar una vez más las perspectivas económicas de la región, mientras aumenta las de los países occidentales vacunados, y África está sufriendo tasas de crecimiento que son la mitad de las del resto del mundo.
La plataforma para la compra de vacunas para África (African Vaccine Acquisition Trust, AVAT por sus siglas en inglés), decepcionada por el incumplimiento de las promesas de Occidente de proporcionar financiación para 700 millones de vacunas a África a finales de año (el mecanismo de reparto de vacunas Covax sólo ha podido conseguir 60 millones hasta ahora), ha tomado cartas en el asunto. Ha negociado un acuerdo con Johnson & Johnson para obtener 400 millones de vacunas. Para ello, ha tenido que superar la resistencia de la UE. Solo después de que el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa interviniera y amenazara con prohibir todas las exportaciones de vacunas desde Sudáfrica, Europa aceptó que todas las futuras vacunas de J&J producidas en África se quedaran en el continente a partir de octubre. Ahora, el 30% de la población adulta de África tiene garantizada la vacunación, aunque haya que esperar hasta septiembre del año que viene para que esto suceda.
No obstante, aún no se dispone de vacunas para cumplir el objetivo de vacunación de África, fijado en el 60% de los adultos, ni para cubrir a ese otro 30% de personas a las que se prometieron vacunas suministradas por Occidente. Por ello, me cuentan que la Unión Africana no ha tenido más remedio que iniciar negociaciones con China para comprar al menos 200 millones de vacunas de fabricación china. Los retrasos son ahora tan graves que el FMI, el Banco Mundial, la OMS y la Organización Mundial del Comercio (OMC) han creado una “sala de guerra” de las vacunas para ayudar a seguir, coordinar y avanzar en la entrega de las mismas. A pesar de ello, sólo el liderazgo político de los países del G7, que han negociado vacunas muy por encima de su número de habitantes, garantizará que todos los continentes reciban un suministro adecuado.
Las próximas vacunas
El mundo fabricará unos 6.000 millones de dosis más de vacunas hasta diciembre y aumentará la producción en muchos miles de millones más el año que viene. Este suministro podría ser suficiente para que todos los países cumplan el objetivo de vacunación del 60% para el próximo verano. Los problemas que perpetuarán las desigualdades en la distribución de las vacunas sólo pueden resolverse con un nivel de coordinación mundial que hasta ahora ha brillado por su ausencia entre los líderes del G7 y el G20.
Se necesitan urgentemente dos cambios de política, que el presidente de Estados Unidos Joe Biden, el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, y el primer ministro italiano, Mario Draghi, presidente del G20, deben llevar a cabo ahora en una cumbre especial sobre vacunas del G20 que debería convocarse el mes que viene.
En primer lugar, deben impulsar un círculo virtuoso, empezando por una financiación internacional garantizada por parte de los países más ricos, para suscribir y acelerar el desarrollo de una nueva capacidad de fabricación mundial en los países más pobres. Esto incluiría acelerar la transferencia de tecnología a través de acuerdos de licencia que se beneficiarían de una exención temporal de las patentes de vacunas.
Sin embargo, África necesita vacunas inmediatamente.
En la actualidad, Estados Unidos tiene opción a 1.960 millones de dosis adicionales. La Comisión Europea tiene acceso a 1.000 millones de vacunas adicionales, mientras que Canadá ha conseguido 191 millones (y en un momento dado había conseguido casi 10 vacunas por ciudadano). Debido al exceso de pedidos, es probable que sus poblaciones no utilicen todas estas vacunas, pero en el proceso de asegurar acuerdos preferenciales los países ricos han bloqueado de hecho a los países africanos el acceso a las dosis que necesitan urgentemente.
Los líderes del G7 deben intervenir ahora para garantizar que los suministros lleguen donde más se necesitan. Los países con exceso de suministro deben poner fin a una situación que genera un bloqueo de las vacunas disponibles y los futuros suministros. No sólo deben liberarlas para África, sino que, como propusieron el FMI y cuatro ex ministros de Economía estadounidenses, deben proporcionar al menos 50.000 millones de dólares en apoyo financiero a través de Covax y la ayuda logística necesaria para garantizar que las vacunas puedan administrarse de forma rápida y segura.
Garantizar el acceso de las poblaciones africanas a las vacunas no es sólo un imperativo para África. Es en el interés de todos nosotros. Como ha dicho la creadora de la vacuna de la Universidad de Oxford/AstraZeneca, Sarah Gilbert, la mayor amenaza a la que nos enfrentamos es que el virus se propague y mute sin control en los países con población no vacunada. Debemos seguir recordando la razón de asegurar la vacunación masiva de todo el mundo: nadie está a salvo en ningún sitio hasta que todos estén a salvo en todas partes, y todos viviremos con miedo hasta que nadie tenga miedo.
- Gordon Brown es ex primer ministro del Reino Unido y autor del libro Siete formas de cambiar el mundo (Seven Ways to Change the World)
Traducido por Emma Reverter.