Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

The Guardian en español

OPINIÓN

Ni la OTAN ni Ucrania pueden “desputinizar” Rusia: lo tenemos que hacer los rusos

Una casa en San Petersburgo con una bandera rusa y otra con letra Z en sus ventanas como signo de respaldo a las tropas rusas en Ucrania.

18

La televisión rusa no muestra imágenes de ciudades ucranianas destruidas ni los cadáveres de niños. La policía golpea y detiene a los jóvenes rusos que protestan contra la guerra con valentía, mientras que la mayoría de la población permanece en silencio: no hay protestas masivas ni huelgas. Me duele ver que muchos de mis conciudadanos apoyan la guerra contra Ucrania: ponen la Z en las ventanas de sus casas y en sus coches.

La televisión rusa muestra ahora repetidamente una entrevista con el actor Sergei Bodrov, una figura de culto en Rusia. “Durante una guerra no puedes hablar mal de los tuyos”, dice. “Incluso si se equivocan. Incluso si tu país se equivoca durante la guerra, no debes hablar mal de los tuyos”. Y eso es lo que hace la población, dispuesta a apoyar a “los suyos” aunque disparen contra los ucranianos.

El mundo moderno está separado de la mayoría de los rusos por una revolución, la más importante de la humanidad: la transición de la supremacía de la conciencia colectiva a la prioridad del individuo. La gente se identificó con la tribu durante miles de años y dependía completamente del líder de la manada: el jefe, el kan o el zar. Sólo en los últimos siglos comenzó a surgir un orden social humano fundamentalmente diferente, en el que el individuo es libre. Antes de que se escribiera el famoso texto que comienza con las palabras “Nosotros, el pueblo” (la Constitución de Estados Unidos), tuvo que surgir una nueva humanidad consciente de su dignidad.

Esta enorme brecha de la civilización todavía no se ha superado. Este es el drama de mi patria: un reducido número de mis compatriotas está dispuesto a vivir en una sociedad democrática, pero la inmensa mayoría sigue arrodillándose ante el poder y aceptando este modo de vida patrimonial.

Si, con el paso de las generaciones, se elimina a todos aquellos que piensan por sí mismos, las únicas virtudes que prevalecerán serán el silencio y la satisfacción con las autoridades. Pero, ¿se puede culpar a esta gente si esa era su única estrategia de supervivencia? ¿Dónde acaban hoy los que no guardan silencio? Van a la cárcel. O tienen que huir del país antes de que sea demasiado tarde.

Ya han fracasado dos intentos de introducir un orden social democrático en Rusia. La primera democracia rusa, de 1917, duró sólo unos meses. La segunda, en la década de los 90, duró unos pocos años con grandes dificultades. Cada vez que mi país intenta construir una sociedad democrática mediante el establecimiento de elecciones, un parlamento y una república, se encuentra con un imperio totalitario.

¿Una dictadura y un dictador crean una población esclava o una población esclava crea una dictadura y un dictador? El huevo y la gallina. ¿Cómo se puede romper este círculo vicioso? ¿Cómo puede comenzar una nueva Rusia?

La Alemania de Hitler encontró la manera de salir del círculo vicioso de la dictadura. Los alemanes aprendieron mucho sobre cómo lidiar con el pasado y asumir la culpa, y fueron capaces de construir una sociedad de orientación democrática. Sin embargo, el renacimiento de su nación se basó en una derrota militar total y aplastante. Rusia también necesita esta hora cero. Un nuevo comienzo democrático en Rusia es imposible sin pagar un precio y reconocer la culpa del país.

No hubo desestalinización en Rusia ni juicios de Nuremberg para el partido comunista. Ahora el destino de Rusia depende de su desputinización. Al igual que a la “ignorante” población alemana se le mostraron los campos de concentración en 1945, a los “ignorantes” rusos se les deben mostrar las ciudades ucranianas destruidas y los cadáveres de los niños. Los rusos debemos reconocer abierta y valientemente nuestra culpa y pedir perdón.

El escritor alemán Georg Büchner lo escribió en una carta a su novia en 1834: “¿Qué es lo que miente, asesina, roba en nosotros?”. Sólo esa pregunta puede acelerar la revolución más importante de la humanidad en los rusos: la comprensión de que la responsabilidad no recae en tus superiores, sino en ti.

El papel de la sociedad rusa

Ni la OTAN ni los ucranianos pueden desputinizar Rusia. Los rusos debemos limpiar nuestro país nosotros mismos. ¿Está mi pueblo a la altura de la situación? Después de la guerra, el mundo apoyará la reconstrucción de Ucrania. Pero Rusia estará en ruina. El colapso del imperio continuará con toda su fuerza. Otros pueblos y regiones seguirán a los chechenos hacia la independencia. La Federación Rusa se desintegrará. Pero la fuerza centrífuga de los pueblos y regiones en el último imperio del mundo puede ser purificadora y rehabilitadora a la vez que destructiva. La conciencia rusa debe aprender a aceptar que puede haber varios estados con el ruso como lengua estatal. El imperio debe ser extirpado de las mentes y las almas como un tumor maligno. Sólo entonces los nuevos Estados podrán impulsar las reformas.

¿Puede una democracia establecerse sin una masa crítica de ciudadanos, sin una sociedad civil madura? “La hermosa Rusia del futuro” (este es el lema de Alexei Navalni) debería comenzar con elecciones libres. En este caso, ¿quién las convocará y según qué criterios? ¿Las mismas decenas de miles de maestros aterrorizados que llevaron a cabo el amaño en las elecciones de Putin? ¿Y se puede estar seguro de que en unas elecciones rusas verdaderamente libres ganará el “traidor nacional” de la oposición democrática, y no el “patriota” que luchó contra los “fascistas ucranianos”?

Una población que espera un zar benévolo no puede convertirse en votante responsable en una hora. ¿Y quién aplicará las reformas democráticas? No se debe permitir que los funcionarios que se han manchado con la corrupción y el crimen bajo el régimen de Putin construyan un nuevo Estado. Y todos ellos están manchados.

El mundo pide un “Nuremberg ruso”. ¿Quién organizará y llevará a cabo en Rusia estos procesos judiciales? ¿Quién hará esta gran revisión del pasado? ¿Quién descubrirá los crímenes y castigará a los culpables? ¿Los propios criminales? Se puede destituir y sustituir a Putin, pero ¿cómo sustituir de repente a millones de funcionarios corruptos, policías mercenarios y jueces complacientes?

El único camino para Rusia es un largo y doloroso renacimiento. Y todas estas sanciones, la pobreza y la marginación internacional no serán lo peor que encontremos en el camino. Será más terrible cuando no haya un renacimiento interior para el pueblo ruso. Putin es un síntoma, no la enfermedad.

Mijail Shishkin es novelista, y el único autor que ha ganado los premios Booker ruso, el Bestseller nacional ruso y el Big Book Prize

Traducción de Emma Reverter

Etiquetas
stats