París estudia prohibir los patinetes eléctricos de alquiler para proteger a los peatones

Angelique Chrisafis

París (Francia) —

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París está estudiando la posibilidad de prohibir los patinetes eléctricos de alquiler, tras constatar que su flota de 15.000 patinetes de alquiler plantea problemas de seguridad, estresa a los peatones, atasca las calles de la ciudad y aún no ha demostrado que tenga un impacto positivo en el medio ambiente.

Se espera que la alcaldesa Anne Hidalgo anuncie una decisión sobre el futuro de los patinetes eléctricos de alquiler en las próximas semanas, ya que los tres operadores de la capital francesa -Lime, Dott y Tier- quieren renovar sus licencias, que caducan en febrero. Los operadores han propuesto una serie de cambios, como matrículas para que la policía pueda hacer un mejor seguimiento de las infracciones de tráfico y controles de identidad para asegurarse de que los usuarios son mayores de edad.

París fue la primera ciudad de Europa en abrirse al mercado de patinetes eléctricos compartidos y “de libre circulación” en 2018. Los patinetes podían dejarse en cualquier lugar y recogerse mediante una aplicación móvil. Dos años después, tras las quejas por el uso anárquico, la ciudad tomó medidas, con lo que los operadores llamaron la regulación más estricta del mundo: optó por reducir el número de operadores a tres, rastrear automáticamente y limitar la velocidad de cada patinete a 20 kilómetros y 10 kilómetros en algunas zonas, o a cero si entraba en parques públicos, y asignar zonas de aparcamiento designadas.

A pesar de ello, París sopesa el futuro de los e-scooters de alquiler. La semana pasada, Maud Gatel, concejala del partido centrista MoDem, dijo en una reunión del Ayuntamiento de París que los patinetes eléctricos de alquiler habían convertido la ciudad en una “jungla” en la que “los peatones tienen miedo de cruzar una calle o incluso de caminar por la acera”.

Falta de seguridad y obstrucción de las calles

David Belliard, teniente de alcalde de los Verdes encargado del transporte y los espacios públicos, afirmó que todas las opciones están sobre la mesa, incluida la prohibición. “Seguimos teniendo tres grandes preocupaciones”, indicó. “La primera es la seguridad: para los usuarios de patinetes y para otros, como los peatones”. La segunda es el congestionamiento de las calles de la ciudad, a pesar de la existencia de aparcamientos específicos. “Ha habido avances, pero sigue siendo complicado: por ejemplo, en las plazas de aparcamiento se pueden encontrar patinetes eléctricos esparcidos por el suelo y los peatones se ven obligados a pasar por encima de ellos, incluidas las personas mayores”, aseguró.

Por último, señaló que se está cuestionando si realmente los patinetes eléctricos tienen un impacto positivo sobre el medio ambiente, ya “que son un poco de usar y tirar y tienen una vida muy corta”. Y añadió: “Si no llegamos a un acuerdo con los operadores sobre la seguridad, el uso del espacio público y el respeto al medio ambiente, entonces sí que está muy claro que hay que suspender los contratos”.

Belliard dijo que París podrá sobrevivir sin el alquiler de patinetes eléctricos, citando a Barcelona, que no los ha introducido [aunque el Ayuntamiento tiene el compromiso de hacerlo para regularlos y limitarlos], y a ciudades limítrofes con París, como Montreuil y Aubervilliers, que no tienen la previsión de apostar por este sistema.

Sin embargo, los operadores dicen que París es una de las ciudades del mundo con más regulaciones, con más densidad y un mayor uso de la flota de patinetes eléctricos. El año pasado, 1,2 millones de personas hicieron uso de este medio de transporte. La ciudad registró un aumento del 76% en nuevos usuarios, entre el verano de 2021 y el verano de 2022, y la mayoría eran residentes de París. 

Patinetes propios

Los operadores dicen que la prohibición de los patinetes eléctricos de alquiler no eliminaría todos los que existen en París ni resolvería los problemas de tráfico.

Los franceses compran sus propios patinetes eléctricos para uso personal. En Francia el año pasado se compraron unos 900.000 e-scooters para uso personal, lo que lo convierte en el mayor mercado de Europa. A diferencia del Reino Unido, que prohíbe los patinetes eléctricos personales en la vía pública, en Francia están autorizados, pero deben permanecer en los carriles bici, no superar los 25 kilómetros por hora y no llevar más de una persona.

Los operadores de alquiler afirman que la mayoría de sus usuarios les han dicho que, si no pudieran viajar en e-scooter compartido, considerarían la posibilidad de comprar el suyo propio. Las empresas argumentan que los patinetes eléctricos privados son más difíciles de regular que los de alquiler. Con una velocidad máxima de 25 kilómetros por hora, los patinetes privados pueden ir más rápido que los de alquiler de París, que están limitados a 20 kilómetros por hora.

Nicolas Gorse, director de negocios del operador Dott, asegura que el “mercado regulado masivamente” de París es el más organizado del mundo: “No hay ninguna otra ciudad en la que haya 2.500 plazas de aparcamiento de micromovilidad: en París hay una cada 200 metros. Es un impulso a las infraestructuras que marca la enorme transformación de París en los últimos años... Incluyendo más carriles bici, que no son sólo para la bicicleta sino para las personas que usan patinetes eléctricos”.

Accidentes

París registró 337 accidentes relacionados con todo tipo de e-scooters y pequeños vehículos eléctricos similares en los primeros ocho meses de 2022, frente a los 247 del mismo periodo de 2021. En un caso con mucha repercusión el año pasado, un peatón italiano murió tras ser atropellado por un patinete eléctrico de alquiler en el que viajaban dos mujeres. Pero los operadores dicen que los e-scooters de alquiler representan una pequeña proporción de los accidentes trágicos de la ciudad, y argumentan que representan menos incidentes mortales en una base por viaje que los ciclomotores o los automóviles.

Garance Lefevre, portavoz del operador de alquiler estadounidense Lime, dice que París es una de las ciudades con mayor uso de este operador en el mundo, con un viaje en un patinete de Lime cada cuatro segundos. Añade que los patinetes eléctricos compartidos son a menudo un “chivo expiatorio” en el debate sobre cómo reconfigurar adecuadamente el espacio público de la ciudad. “Una prohibición de los patinetes eléctricos compartidos no resuelve el problema de la ordenación del espacio público compartido”, afirma.

“París hace bien en apostar por una mayor regulación”, asegura Fabienne, de 53 años, que trabaja en el sector de la comunicación y que ha cogido un e-scooter de alquiler en el centro de París porque su bicicleta ha pinchado: “Pero hay una tendencia a poner todo en la espalda de las empresas de alquiler cuando se trata de la gente que los usa. Como en muchas otras cuestiones de París, hace falta civismo”.

Djemila, de 58 años, gerente de unos grandes almacenes de París y ciclista, indica: “La prohibición es una buena idea porque, aunque algunos conductores de e-scooters son responsables, muchos otros no parecen conocer el código de circulación. Puede haber dos o incluso tres niños pequeños montados en ellos, haciendo el tonto. Es como un juguete”.

Traducción de Emma Reverter.