Entre las redadas israelíes y la represión de las autoridades palestinas, el apoyo a Hamás aumenta en Cisjordania

Ruth Michaelson

y Sufian Taha en Ramalá —

0

Jalil daba vueltas nervioso por la vivienda de su familia un día después de salir de la cárcel y regresar a casa, en una de las colinas que rodean Ramalá, la capital administrativa de Palestina. Su madre también estaba nerviosa. Temía que lo volvieran a detener. Jalil (nombre ficticio) es un tímido joven de 21 años que una madrugada de octubre fue arrestado por su lealtad al grupo islamista Hamás. Pero los soldados israelíes no le dijeron el motivo de su detención cuando rompieron la puerta de su hogar.

Durante seis meses ha estado preso sin cargos en unas condiciones que, en sus propias palabras, eran “inconcebibles”. “Los israelíes intentan reprimirnos y aterrorizarnos con estos métodos”, asegura. “La gente tiene miedo, no hay libertad de expresión... Tengo miedo de viajar a cualquiera de las ciudades de Cisjordania por si me detienen; todavía tengo la sensación de que en cualquier momento podrían asaltar mi casa”, explica.

Las autoridades de Israel y, especialmente, el primer ministro Benjamín Netanyahu, prometieron acabar con Hamás después de que el grupo lanzara en octubre una incursión sin precedentes en el sur de Israel, matando a más de un millar de personas y secuestrando a unas 250. Israel respondió con una devastadora ofensiva contra la Franja de Gaza, con el objetivo declarado de terminar con las brigadas de Hamás.

Al mismo tiempo, el Cisjordania se han producido unas 5.000 detenciones por parte de las fuerzas israelíes y más de 500 palestinos han fallecido a manos de los militares o de los colonos judíos, según la ONU.

Desconfianza y miedo hacia las autoridades palestinas

Según la comisión de presos palestinos, la mayoría de los palestinos encarcelados en Cisjordania no están afiliados a Hamás. Pero la atmósfera de miedo creada con las redadas de los soldados y el número creciente de ataques de colonos israelíes está debilitando a Al Fatah, el partido que preside la Autoridad Nacional Palestina (ANP), frente al movimiento Hamás, cuya popularidad aumenta a medida que la incapacidad de Al Fatah para proteger a los palestinos queda patente.

“Estas redadas generan desconfianza hacia la ANP y también miedo a que sean ellos los que vayan a por nosotros: no pueden protegernos y, al mismo tiempo, también pueden atacarnos”, dice Jalil en referencia a las ocasiones en que la Policía de la ANP ha detenido a miembros de Hamás en Cisjordania. Según Jalil, que estudia en la Universidad de Birzeit, lo único que ha conseguido Israel con su serie de redadas ha sido exasperar a la gente. Prácticamente los 24 dirigentes que integran el consejo estudiantil de esta universidad están detenidos o temen serlo, afirma el joven.

En los últimos años, el bloque de estudiantes respaldado por Hamás ha arrasado en las elecciones de Birzeit, una victoria que suele ser considerada como un poco común indicador democrático en Cisjordania. Tras casi dos décadas en las que las autoridades de la ANP no han convocado elecciones, Hamás interpreta estos éxitos como una clara señal de apoyo popular. Pero el miedo a ser arrestado en Cisjordania, o incluso a una segunda detención, ha terminado con los comentarios políticos en público. Hasta una conversación trivial que deje entrever el apoyo a Hamás puede significar una detención.

De acuerdo con los sondeos del Centro Palestino para las Investigaciones de Política y Encuestas, con sede en Cisjordania, en los meses que siguieron al ataque del 7 de octubre aumentó el apoyo a Hamás, para descender posteriormente. Lo que sí se ha mantenido constante en este tiempo es el rechazo a Mahmud Abás, presidente de la ANP desde 2005, así como la búsqueda de alternativas a su gobierno.

En la aldea cisjordana de Al Mughayyir, con la tierra ennegrecida tras un ataque de colonos que también ha dejado señales en la carretera y en los coches aparcados fuera, Ahmed (nombre ficticio) tiene tantas ganas de descargar su ira contra las autoridades palestinas como contra los soldados y colonos israelíes. “La Autoridad Nacional Palestina se presenta aquí con armas, ¿por qué no las utilizan cuando atacan los colonos? Sólo vienen por aquí para cobrarnos impuestos”, se lamenta Ahmed.

“Nos prometen protección y no nos dan nada”

“Se lo llevan todo, nos prometen protección y no nos dan nada, pero si intentas protegerte, te arrestarán antes que los israelíes”, añade enfurecido y mira hacia el pueblo, de donde procede el sonido de unos disparos. “La verdad está muy clara, Hamás nos da una pizca de esperanza”, admite. “Mi apoyo a Hamás no ha hecho sino aumentar, lo que ha sido tomado por la fuerza sólo puede recuperarse por la fuerza. Sólo Hamás puede defendernos de los colonos”, asegura en referencia a la apuesta por la resistencia armada del grupo islamista.

“Estamos luchando contra la ANP, de la que no obtenemos ningún beneficio; está claro que son nuestro enemigo, su existencia no tiene sentido”, dice. En los últimos meses, las autoridades de Ramalá han “intensificado” la represión de los simpatizantes de Hamás en una búsqueda de armas, según Ahmed, y esa represión ha terminado con su padre preso.

“La gente está demasiado asustada hasta para salir con una pancarta. No se atreven ni a mencionar a Hamás, incluso tener barba [señal distintiva de los islamistas] es un delito”, denuncia. “Mientras intentan alejar a la gente de Hamás, el apoyo por el grupo no hace sino crecer”.

Qadura Fares, un veterano de Al Fatah que en la ANP dirige la comisión de presos y expresos, teme que los fracasos de su organización hayan envalentonado a los rivales islamistas. Aunque tradicionalmente la aldea de Al Mughayyir haya sido un bastión de Al Fatah, el miedo de Fares es que el aumento en los ataques de los colonos, en ocasiones presenciados y hasta acompañados por tropas israelíes, esté socavando las políticas de cooperación en seguridad entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina, así como la propia institución.

“A una mayoría de los palestinos no les gusta esta firme cooperación en materia de seguridad”, afirma. “Si a eso le añadimos la corrupción y la falta de elecciones, con la consiguiente falta de legitimidad, son más razones para que la gente opte por Hamás”.

En encuentros políticos celebrados en Ramalá, capital de facto y sede de la ANP, Fares dice haber escuchado con sorpresa a participantes laicos y cristianos expresando su apoyo a Hamás. “La popularidad de Hamás en Cisjordania ha aumentado claramente. Uno de nuestros principales errores es la detención de miembros de Hamás”, reconoce. “Hay que ponerle fin”.

En el centro de las preocupaciones de Fares está la decisión que hace tres décadas tomó Al Fatah de entablar negociaciones de paz con Israel, de las que se derivaron los acuerdo de cooperación en materia de seguridad, financiera, etc. En su opinión, eso ha hecho poco por mejorar la situación de los palestinos en Cisjordania. “Menos que cero”, dice. “Tenemos que hacer cambios profundos y reevaluar nuestro mensaje nacional como movimiento para demostrar que de verdad buscamos un cambio, tal vez así la gente nos dé una oportunidad” agrega.

“Ahora los palestinos creen más en el programa de Hamás, en la resistencia a la ocupación como única estrategia posible”, explica. “Creo que Hamás volvería a ser un partido minoritario si el pueblo palestino tuviera su propio Estado y nos sintiéramos libres”.

Texto traducido por Francisco de Zárate y actualizado por elDiario.es