Theresa May ha anunciado en el Parlamento la expulsión de 23 diplomáticos rusos identificados supuestamente como agentes de inteligencia no declarados. Se trata de la mayor expulsión en 30 años y la primera ministra les ha dado una semana para salir del país.
“La Cámara recordará que tras el asesinato de Litvinenko, Reino Unido expulsó a cuatro diplomáticos”, ha señalado May. “Con estas expulsiones degradaremos la capacidad de inteligencia de Rusia en Reino Unido durante los próximos años”, ha añadido.
La embajada de Rusia en Reino Unido ha condenado la expulsión y la ha calificado como “una acción hostil totalmente inaceptable, injustificada y cortoplacista”
May también ha anunciado mayores controles a los rusos que entren en el país, así como nueva legislación antiespionaje. En este sentido, Reino Unido cancelará los próximos contactos de alto nivel entre ambos países y ha retirado la invitación al ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, a visitar Reino Unido. Del mismo modo, ningún miembro del Gobierno ni de la familia real acudirá al Mundial de fútbol de Rusia de este año.
En la sesión del Parlamento, el Gobierno británico ha solicitado una reunión en el Consejo de Seguridad de la ONU y está intentando que la Organización para la Prohibición de Armas Químicas verifique las acusaciones británicas.
Movilizando aliados
El gobierno de Theresa May también ha iniciado contactos diplomáticos con sus aliados para castigar las acciones que atribuye a Rusia. El ministro británico de Asuntos Exteriores, Boris Johnson, dice que se siente satisfecho por la respuesta que le han dado los países aliados dispuestos a unirse a Reino Unido en la causa del envenenamiento del exespía ruso Sergei Skripal. Pero en privado, fuentes de la Unión Europea (UE) advierten de que el actual consenso del bloque sobre nuevas sanciones contra Rusia ya tiene fisuras y de que tal vez sea imposible llegar a un acuerdo colectivo para aplicarlas.
Según una fuente de la UE, lo mejor que podría ocurrir es que se mantenga las sanciones vigentes en lugar de diluirlas.
Tras la ronda de llamadas telefónicas diplomáticas que Johnson coordinó con Theresa May, el ministro estaba entusiasmado con el apoyo que el hasta ayer secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, le hizo llegar por la noche. Pero Donald Trump le destituyó poco después por los múltiples enfrentamientos entre ambos.
El propio Trump dijo el martes que hablaría con Theresa May sobre el ataque, tras ser criticado por no suscribir totalmente la opinión de Reino Unido, que considera al Gobierno ruso responsable del ataque o de no controlar las reservas del agente nervioso que se utilizaron. “Me parece que podría ser Rusia, teniendo en cuenta todas las pruebas que tienen” [en Reino Unido], dijo Trump. “En cuanto aclaremos los hechos, si estamos de acuerdo con ellos, condenaremos a Rusia o a quienquiera que sea”.
Boris Johnson también pidió apoyo al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y al ministro francés de Exteriores, Jean-Yves Le Drian. Guy Verhofstadt, presidente del Parlamento Europeo y defensor de la postura de seguir tratando con Rusia pero con condiciones, dijo: “Nos mantenemos hombro con hombro junto al pueblo británico”. Johnson también recibió el apoyo del vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans.
Pero ningún país de la UE se ha comprometido hasta el momento a aplicar nuevas sanciones contra Rusia si Reino Unido declarase que Moscú actuó ilegalmente en territorio británico. En lo que parece una prueba del peso diplomático del Reino Unido en el mundo post Brexit, Londres ha estado sondeando al resto de países para ver hasta dónde estarían dispuestos a llegar en su muestra de solidaridad.
Menos millonarios rusos
Norbert Röttgen, presidente de la comisión parlamentaria alemana de Exteriores, dijo que el caso demuestra la necesidad de concentrarse en los difusos límites que hay entre el crimen organizado y el aparato de seguridad estatal ruso. “El caso debería ser una razón para que Gran Bretaña examine su apertura hacia los capitales rusos de dudoso origen”, dijo, adelantando la postura que algunos países de la UE pueden tomar de poner el énfasis en la solución de los problemas internos británicos antes que en un acuerdo para nuevos pasos colectivos.
Los eurodiputados se preguntaron si Reino Unido usaría las nuevas leyes -como los reglamentos contra riquezas no fundamentadas previstos en la Ley de Finanzas Criminales de 2017- para detener a millonarios rusos con residencia en Londres. Los ministros insisten en que esos reglamentos deben ejecutarse, pero advierten de que no pueden arriesgarse a utilizarlos de una manera que socave la reputación británica de independencia judicial.
Röttgen es considerado uno de los próximos a la canciller alemana, Angela Merkel, que el lunes expresó su esperanza de que la reelección de Vladímir Putin como presidente este fin de semana represente una oportunidad para recuperar las relaciones entre Europa y Rusia sobre la crisis de Ucrania y la anexión de Crimea.
En relación al enfoque de la UE en el tema de las sanciones, una de las fuentes de la UE sostiene que el episodio de envenenamiento de Salisbury “hace más probable mantener lo que tenemos. El consenso ha empezado a romperse”.
Casi ningún político de primera línea en Italia, por ejemplo, está a favor de las sanciones contra Rusia, aunque algunos se oponen sencillamente porque las consideran inútiles.
Crisis en los Balcanes
En los últimos tiempos, la UE se ha centrado más en la amenaza que representa Rusia para los Balcanes Occidentales, así como en la continua ocupación de algunas zonas de Georgia, donde casi todos los días hay muertos. Las críticas al comportamiento ruso en los Balcanes, especialmente las que hace EEUU, despiertan recelos en algunas zonas de la región.
El lunes, el ministro de Defensa serbio, Aleksandar Vulin, se burlaba de las recientes advertencias estadounidenses por la injerencia rusa en los Balcanes diciendo que eran las declaraciones más peligrosas desde el bombardeo que la alianza militar occidental lanzó sobre el país en 1999.
Dentro de la OTAN, el apoyo de los altos mandos a la posición británica es fuerte, pero la presencia de Turquía, cada vez más cerca de Rusia en la guerra siria, dificulta que se coordinen acciones decisivas.
El episodio pone de relieve hasta qué punto siguen sin resolverse las relaciones exteriores y de seguridad con la UE por el Brexit. Reino Unido, como tercer país, no sería consultado automáticamente en cuestiones de política exterior y de seguridad común, como lo es la aplicación de nuevas sanciones coordinadas. Pero las dos partes han aplazado esas conversaciones hasta que se aclare el acuerdo comercial.
El nivel de compromiso de la UE con las peticiones de ayuda británicas por el tema ruso puede influir en la atmósfera de las negociaciones por el Brexit. Durante su intervención en Londres, Nathalie Tocci, asesora especial de la jefa de asuntos exteriores de la UE, Federica Mogherini, dijo que en materia de política exterior y seguridad las posibilidades de un acuerdo en el que tanto Reino Unido como la UE salgan ganando son mayores que en cualquier otro ámbito. También afirmó que el poder de negociación en este campo está más equilibrado que en cualquier otro.
Algunas fuentes de la UE sugieren que incluso en un período de transición, en el que Reino Unido se limitaría a acatar las normas, podría armarse un proyecto piloto que mantuviera las contribuciones británicas al presupuesto europeo de defensa, y mantener también las consultas a Reino Unido sobre las decisiones en este ámbito.
Traducido por Francisco de Zárate