En la conservadora Bavaria, los Verdes han duplicado sus votos en las elecciones estatales y se han convertido en el segundo partido más votado. En las elecciones en Bélgica, han obtenido resultados récord y, con más del 30% de los votos, han ganado en varios distritos de Bruselas y se han consolidado como segunda fuerza del país. En Luxemburgo, el número de escaños verdes en el Parlamento ha aumentado un 50%.
Las elecciones del fin de semana pasado en tres países europeos sugieren que, mientras los partidos históricos se hunden en los sondeos y luchan por enfrentarse a la extrema derecha, los votantes progresistas se inclinan cada vez más por los Verdes.
Con una postura a favor de la Unión Europea, una visión humanitaria de la inmigración y opiniones claras respecto del cambio climático, la biodiversidad y la sostenibilidad, los partidos Verdes están superando a los partidos tradicionales de centroizquierda en los sondeos de varios países.
“Para la gente que está decepcionada con los partidos tradicionales pero que no le gusta la extrema derecha, los Verdes son una opción clara”, señala Alexander Clarkson, profesor de estudios europeos en el King’s College de Londres.
“Los Verdes ofrecen un modelo alternativo muy claro en oposición a las posturas y argumentos de partidos como Alternativa para Alemania. Además, llevan más de 40 años en el panorama político y han gobernado de forma responsable a nivel local y regional. Son como los adultos en la habitación”.
En Alemania, donde los Verdes se han aliado a partidos desde centroderecha hasta extrema izquierda en nueve de los 16 gobiernos estatales, sondeos recientes a nivel nacional sitúan a este partido por encima de los socialdemócratas, el socio de coalición de Angela Merkel, con más de un 17% de los votos, en comparación con el 8.9% que obtuvieron en las elecciones federales del año pasado.
En los Países Bajos, el partido VerdeIzquierda aumentó el año pasado su representación en el Parlamento de cuatro a 14 escaños y ha crecido aún más, pasando de un 9% a lograr un segundo lugar con el 18% en los sondeos.
Los partidos Verdes suelen obtener una alta puntuación entre los votantes formados, a menudo jóvenes, relativamente prósperos y generalmente de las ciudades, señalan los analistas. “Si miras los datos demográficos, muchos son los que antes se definían como típicos votantes de izquierdas”, indica Jon Worth, candidato del Partido Alemania Verde para las elecciones europeas del año próximo.
“Tienen un liderazgo joven y energético y una forma diferente de hacer política. Hablan claro y reconocen los límites de lo que se puede y de lo que no se puede hacer. Es una mezcla de ideología y pragmatismo que pone otra vez las decisiones cotidianas e individuales en el centro de la política. No son partidos dominados por una estrategia comercial. No hay manipulación”, añade Worth.
También pesa en muchos votantes una creciente conciencia medioambiental. Tras un verano europeo con temperaturas récord, con incendios descontrolados en el Ártico, no llama la atención que un partido que desde los años 80 está advirtiendo sobre los peligros del cambio climático crezca en los sondeos.
Pero si bien la ola verde ha crecido principalmente a expensas de los partidos tradicionales de centroizquierda, que están perdiendo apoyos en Europa al punto de casi haber desaparecido en países como Francia y Países Bajos, el movimiento también atrae cada vez más a los votantes de centroderecha.
El crecimiento de la extrema derecha ha modificado los debates nacionales, haciendo que la retórica de muchos partidos conservadores tradicionales, especialmente en lo que respecta a la inmigración, se vuelque más y más a la derecha, alienando a sus votantes más progresistas.
En las elecciones estatales de Bavaria, los Verdes les quitaron 210.000 votos a los Socialdemócratas. Pero los ecologistas también le quitaron una cantidad similar (180.000) a la Unión Social Cristiana, que viró bruscamente a la derecha en un intento por recuperar los votos de extrema derecha que se fueron con Alternativa para Alemania.
Quizás sea importante remarcar que, aunque los Verdes alemanes formaron parte de la coalición de gobierno de Gerhardt Schröder de 1998 a 2005 como socios minoritarios, pocos partidos Verdes europeos han gobernado a nivel nacional desde la crisis económica del 2008.
“Como no tomaron las grandes decisiones nacionales en torno a la austeridad, no han quedado manchados igual que los principales partidos de centroderecha y centroizquierda que estuvieron implicados en las consecuencias de la crisis”, explica Fabien Escalona, profesor de ciencia política en el instituto francés Sciences Po Grenoble.
Escalona también afirma que a los partidos Verdes parece irles especialmente bien en países relativamente prósperos, donde los efectos de la austeridad no se han sentido de forma tan fuerte, pero donde la inmigración se ha convertido en un tema político importante. En otros países, aclara Escalona, es más popular la izquierda más radical.
Los Verdes de Europa han experimentado un crecimiento similar en los sondeos, más recientemente tras el desastre nuclear de Fukushima en Japón en 2011. Pero pareciera que la tendencia de alejarse de la fórmula tradicional de “derecha vs izquierda” es más estructural, moviendo el debate político a un terreno más ideológico.
El eslogan de campaña de los Verdes alemanes en Bavaria fue “en lugar de infundir miedo, demos coraje”, un mensaje que el movimiento ve como la clave de su crecimiento. También piensan que la consigna es esencial para enfrentarse a lo que Robert Habeck, uno de los líderes del partido, llama la “brutalización” del discurso político.
Monica Frassoni, co-presidenta del partido Verde europeo, afirma que los resultados demuestran que se puede triunfar “poniendo la esperanza por encima del miedo y la compasión por encima del odio”.