Rusia saca pecho de la tortura: “Se divirtieron con los terroristas tanto como pudieron”
No hubo un solo intento de ocultar las pruebas de tortura. De hecho, es posible que los oficiales de los servicios militares y de espionaje rusos que la perpetraron hayan recibido ya condecoraciones estatales al valor.
Cuando comparecieron ante un tribunal de Moscú el domingo, los hombres acusados de asesinar en la noche del viernes a 137 personas en un concierto tenían el rostro hinchado y desfigurado, la mirada ausente.
Uno de ellos, Saidakrami Murodali Rachabalizoda, llegó al tribunal con una gasa en la oreja. En un vídeo que ha sido difundido por Internet se ve a uno de sus captores, aparentemente militares rusos, cortándole la oreja, metiéndosela en la boca, y diciéndole que se la coma. Otros lo golpeaban con la culata de sus fusiles.
Hay una foto de Shamsidin Fariduni tras la detención tumbado en el suelo del gimnasio de un colegio. Tiene los pantalones bajados por las rodillas y unos cables conectados a la zona genital. La foto fue publicada en un canal de Telegram vinculado al grupo paramilitar Wagner. Sugería que Fariduni recibió una descarga de 80 voltios, echándole agua sobre el cuerpo para “intensificar el efecto”.
Dalerdzhon Barotovich Mirzoev llegó con moratones recientes tras el interrogatorio. Alrededor del cuello tenía una bolsa de plástico que, según los analistas, se pudo haber empleado para asfixiarlo.
Muhammadsobir Fayzov llegó a la sala en silla de ruedas y parecía perder el conocimiento durante la vista. En fotografías que circulan por Internet parece que le falta un ojo, según la agencia de noticias Reuters.
En Rusia despiertan poca o ninguna simpatía los hombres que asaltaron el Crocus City Hall con armas para cometer el atentado terrorista más grave en suelo ruso desde la masacre de la escuela de Beslán en 2004.
En un vídeo grabado por ellos mismos y difundido por el Estado Islámico (EI) se les ve asesinando a sangre fría a hombres y mujeres heridos que habían acudido al concierto de rock, conminándose unos a otros a “no mostrar piedad” y “matarlos a todos”.
Pero hasta los más experimentados analistas de los servicios de seguridad rusos están sorprendidos por la publicidad que se está dando al trato inhumano de las fuerzas del orden y los altos cargos rusos a los sospechosos.
Después de dos años de guerra en Ucrania, los vídeos de muertes y torturas se han vuelto habituales en Rusia. Si antes solo podía saberse de los métodos de tortura por el testimonio de los testigos, ahora son sus propios ejecutores los que la publicitan en Internet presumiendo de su brutalidad con fotos y vídeos que ellos mismos difunden.
“Antes era impensable”
Que los servicios de seguridad rusos torturen a sospechosos de terrorismo no es ninguna novedad para los especialistas en derechos humanos.
En 2017, la ONG Human Rights Watch (HRW) descubrió que a un sospechoso de haber participado en el atentado del EI contra el metro de San Petersburgo lo amenazaron con violarlo con un palo. A otros dos les dieron descargas eléctricas en los genitales. Pero todo eso fue descubierto gracias a testimonios que llegaron a los investigadores y no porque los propios ejecutores publicaran los vídeos de la tortura.
“Lo diferente ahora es la clara naturaleza demostrativa de la tortura”, dice Tanya Lokshina, directora asociada de HRW para Europa y Asia Central. “Las imágenes de tortura no parecen haber sido compartidas por accidente, sino como advertencia a otros que planeen atentados en Rusia, para decirles que sufrirán las mismas consecuencias”.
En su opinión, las autoridades rusas han dejado de tener reparos en mostrar que sus servicios de seguridad torturan a personas, ya no hay intentos de fachada. “Estos vídeos demuestran hasta qué punto la violencia se ha normalizado en Rusia en estos dos años de guerra. Antes había denuncias generalizadas de tortura sistemática por parte de las fuerzas de seguridad rusas, pero era impensable que se publicaran las pruebas en vídeo con orgullo”.
Premiados
“Todos los responsables de este crimen deben ser castigados”, dice la ONG rusa Equipo Contra la Tortura (antes conocida como Comité Contra la Tortura). Pero lo que ha ocurrido ha sido todo lo contrario. El Ministerio de Defensa ruso difundió este lunes imágenes de una ceremonia de entrega de premios en las que se podía ver a varios miembros de la unidad fronteriza de élite responsable de capturar a los terroristas, que podría haber participado en su trato cruel.
La cuenta de Telegram VChK-OGPU, que suele filtrar información de los servicios de espionaje rusos, dijo que militares de la guardia de fronteras habían cortado la oreja a Rachabalizoda. En la tortura también participaron miembros del servicio de seguridad FSB y del servicio de espionaje militar GRU. “Todos ellos 'se divirtieron' con los terroristas tanto como pudieron”, afirmó la cuenta.
El comandante del distrito militar de Leningrado “entregó merecidos premios a los militares y los felicitó personalmente a todos”. Los hombres recibieron medallas por el “valor” y por “logros militares”.
Rusia está buscando excusas para culpar a Ucrania del atentado terrorista. Pero Tanya Lokshina recuerda que las confesiones obtenidas por tortura son notoriamente poco fiables. “Es evidente que cualquier prueba obtenida mediante tortura no puede considerarse fiable”, dice. “Una persona que tiene cables de descarga conectados a sus genitales confesará prácticamente cualquier cosa”.
¿La vuelta de la pena de muerte?
El Kremlin no ha respondido a las acusaciones de torturas a los sospechosos del atentado. Pero altos cargos del país han elogiado públicamente el trato recibido por los sospechosos. “No merecen piedad”, ha dicho el primer ministro, Mikhail Mishustin. “Bien hecho, a todos los que los capturaron”, ha afirmado el expresidente Dmitri Medvédev. “¿Deberían ser ejecutados? Deberían. Y lo serán. Pero matar a todos los implicados es mucho más importante. A todos. Los que pagaron, los que simpatizaron, y los que les ayudaron. Matarlos a todos”.
Tras el atentado, varios diputados han pedido la reinstauración de la pena de muerte. En Rusia rige una moratoria sobre las ejecuciones desde 1996. “En este momento no estamos participando de ese debate”, ha dicho, poniendo distancia, el portavoz de Vladímir Putin, Dmitri Peskov.
El oficial que cortó la oreja a Rachabalizoda llevaba parches militares en la ropa. Uno de ellos era el símbolo de extrema derecha Totenkopf (cabeza de muerto) que usaban los miembros de las SS nazis.
Bautizado como el “cortaorejas”, el cuchillo que empleó ya ha sido subastado en Internet, según información proporcionada por Evgeny Rasskazov, facilitador de la venta y miembro del batallón paramilitar de extrema derecha Rusich. “La subasta está cerrada, el lote fue vendido por el empleado [estatal] de forma privada”, escribió Rasskazov. “Felicidades al afortunado propietario del cortaorejas”.
Traducción de Francisco de Zárate.
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