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The Guardian en español

“Trump 2.0”: el cuerpo diplomático de EEUU se prepara para la guerra del magnate contra el “Estado profundo”

El presidente electo, Donald Trump, celebrando en Florida los resultados en las presidenciales del martes 5 de noviembre.
10 de noviembre de 2024 21:45 h

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El establishment de la política exterior estadounidense se prepara para una de las mayores reorganizaciones en años, ya que Donald Trump ha prometido renovar la política exterior de Estados Unidos y acabar con el llamado “Estado profundo” (una referencia constante en los mítines de Trump para referirse a una red de funcionarios del gobierno que tendría poder fáctico), lo que podría comportar el despido de miles de funcionarios del Gobierno, incluidos los que forman parte del cuerpo diplomático estadounidense.

Es probable que la victoria de Trump empuje al Gobierno de Biden a acelerar los esfuerzos para apoyar a Ucrania antes de que la llegada del republicano corte la ayuda militar u obstaculice los ya de por sí modestos esfuerzos para parar los pies a Benjamin Netanyahu en Gaza y Líbano. Un segundo mandato de Trump podría conllevar el recorte o la eliminación de partes importantes de la burocracia estadounidense, incluido el Departamento de Estado, equivalente a los Ministerios de Asuntos Exteriores de otros países.

Los partidarios de Trump han dicho que el republicano será más organizado durante su segundo mandato, a menudo apodado “Trump 2.0”. El día siguiente de las elecciones los medios de comunicación estadounidenses informaron de que Trump ya había elegido a Brian Hook, un funcionario belicista del Departamento de Estado durante su primer mandato, para liderar la etapa de transición de los diplomáticos estadounidenses.

Analistas, diplomáticos en activo y exdiplomáticos estadounidenses y funcionarios extranjeros afirman que cuando Trump llegue a la Casa Blanca en enero será difícil distinguir qué promesas electorales eran faroles y cuáles eran planes reales. Lo que está claro es que una de sus prioridades es acabar con muchas de las políticas impulsadas por su predecesor.

“Soy escéptico en cuanto a que el proceso de transición vaya a tener un gran impacto, ya que el instinto natural del nuevo equipo será tirar toda la política exterior de Biden a la basura”, afirma un exdiplomático de alto nivel. “Si te remontas a la victoria de Trump en 2016, lo cierto es que pese a sus promesas electorales, México no tuvo que pagar el muro. Y, ya sabes, no parece que hubiera un plan secreto para derrotar al Estado Islámico”, señala Richard Fontaine, director general del think tank Center for a New American Security. “Algunas de estas promesas electorales no llegaron a cumplirse y ahora tampoco sabemos cuál será la propuesta del presidente... y qué hará”.

Sin embargo, una prioridad clara de Trump parece ser poner en el punto de mira a los funcionarios que diseñan la política exterior estadounidense como parte de una purga más amplia del Gobierno de Estados Unidos.

Trump ha prometido volver a activar el Schedule F, un plan que pretende aumentar el control del presidente sobre los empleados federales, muchos de los cuales podrían pasar a ser de designación política. Esta medida podría llegar a afectar a decenas de miles de empleados públicos de carrera y daría a Trump un amplio poder para despedir a “burócratas deshonestos”, como los llamó en unas declaraciones durante la campaña.

Dentro del Departamento de Estado existe la preocupación de que Trump pueda tener como blanco las oficinas que se centran específicamente en cuestiones que ha atacado durante la campaña presidencial, como la migración. En concreto, podría recortar oficinas enteras del Departamento de Estado, incluida la Oficina de Población, Refugiados y Migración (PRM, que solo en 2022 reasentó a 125.000 refugiados en Estados Unidos), así como la oficina de democracia, derechos humanos y trabajo, que se ha centrado en la vulneración de los derechos de los palestinos por parte de Israel.

Una agenda ultraconservadora

El Proyecto 2025, un memorando político publicado por la conservadora Heritage Foundation, sugería que Trump se limitaría a reasignar la PRM para destinar recursos a “los retos derivados de la actual situación de la migración hasta que se pueda tener esta crisis bajo control” y decía que exigiría “reducir indefinidamente el número de admisiones de refugiados del USRAP [Programa de Admisión de Refugiados de Estados Unidos]”.

Pero el anteproyecto, cuyo autor es Kiron Skinner, exdirector de planificación de políticas en el Departamento de Estado durante el primer mandato de Trump, fue más allá, sugiriendo que Trump podría simplemente congelar el trabajo de la agencia para una reevaluación completa de su política anterior.

“Antes de la investidura, el equipo de transición del departamento del presidente electo debería evaluar cada aspecto de las negociaciones y compromisos de financiación del Departamento de Estado”, se afirmaba en una sección del anteproyecto. Skinner escribió que tras la toma de posesión de su cargo, el secretario de Estado debería “ordenar la congelación inmediata de todos los esfuerzos para aplicar tratados y acuerdos internacionales no ratificados, la asignación de recursos, los desembolsos de ayuda exterior, los contratos y pagos nacionales e internacionales, las decisiones de contratación y reclutamiento, etc”, a la espera de una revisión por parte de un responsable político.

“Todo el mundo se está preparando”, afirma un diplomático destinado en el extranjero: “Algunos [diplomáticos] pueden optar por irse incluso antes de que llegue Trump”.

Trump también ha prometido “revisar los departamentos y agencias federales y despedir a todos los funcionarios corruptos de nuestro aparato de seguridad nacional e inteligencia”.

Mientras el demócrata Joe Biden entra en su etapa final como presidente, la Administración se centrará en intentar sacar adelante la ayuda de 6.000 millones de dólares ya aprobada para Ucrania, así como en ejercer la influencia que le quede en su Administración para encontrar un improbable alto el fuego en Gaza. Al mismo tiempo, tendrán que calmar el nerviosismo de la comunidad internacional, que se pregunta qué ha planeado Trump para su segundo mandato.

“Creo que la administración saliente va a hacer todo lo posible para defender que Estados Unidos necesita seguir ayudando a Ucrania, y tendrá que pasar mucho tiempo, estoy seguro, tratando con ucranianos nerviosos y europeos nerviosos”, afirma Fontaine. En la próxima cumbre del G20 en Río, que se celebra los días 18 y 19 de noviembre, el equipo de Biden “intentará asegurar al resto del mundo que muchas de las cosas que ha hecho en los últimos cuatro años se mantendrán en el futuro y no se van a fulminar”. Concluye: “Veremos cómo reaccionan”.

Traducción de Emma Reverter

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