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The Guardian en español

Salvini quiere dirigir Italia y está a punto de conseguirlo

Giuseppe Conte, Matteo Salvini y Luigi Di Maio asisten a una sesión en la Cámara Baja.

Maurizio Molinari

Director del periódico 'La Stampa' —

El segundo acto en el drama del populismo italiano está comenzando y es un enfrentamiento entre los protagonistas que hicieron posible el primero. La Liga ha ganado fuerza desde las elecciones de 2018 y está harta del Movimiento 5 Estrellas (M5S), su socio en la coalición de gobierno. La sensación es que este es el momento para acumular todo el poder y poner a su líder, Matteo Salvini, como primer ministro.

Steve Bannon ya había previsto que algo así terminaría ocurriendo. “Gobernarán juntos, pero Salvini es el verdadero líder porque Luigi Di Maio, líder del M5S, se parece a Emmanuel Macron”, afirmó el teórico de la ola populista de EEUU que llevó a Trump a la Casa Blanca en 2016 apenas un días después del acuerdo. La coalición italiana nunca dejó de ser una alianza estrictamente táctica porque el populismo termina siempre con un único líder.

Las elecciones generales del año pasado, el primer acto de este nuevo fenómeno político italiano, cambiaron radicalmente las reglas del juego con la aparición de una contundente mayoría populista entre el electorado. Pero el gobierno de coalición que resultó ha dejado al descubierto diferencias abismales entre los socios. En las elecciones al Parlamento Europeo del 26 de mayo la Liga obtuvo el doble de escaños que el Movimiento 5 Estrellas.

Para Salvini fue la señal de que había llegado el momento de poner en marcha el segundo acto. Para comprobar si es realizable o no, la Liga ha iniciado una moción de censura contra el actual primer ministro, el abogado Giuseppe Conte, que este martes vive su momento de la verdad en la Cámara de Diputados.

El proyecto es rehacer el populismo italiano a imagen y semejanza del agresivo nacionalismo de la Liga. Más ambiguo en su posicionamiento, el Movimiento 5 Estrellas es percibido como un montón de perdedores.

Estamos ante una rebelión de las clases medias italianas. Lo que comenzó como una protesta contra la desigualdad, los migrantes y la corrupción, ha ganado fuerza al generar nuevos conflictos y enemigos. Ahora lo que quieren es un líder fuerte antes que una compleja alianza de formas poco definidas.

El nacionalismo de la Liga pretende cerrar puertos a los inmigrantes, imponer multas de hasta un millón de euros a cualquiera que ayude a un refugiado en el mar, votar en Estrasburgo contra la nueva presidenta de la Comisión Europea y convertir el próximo presupuesto italiano en una rebelión abierta contra las normas fiscales de Europa.

Con Salvini al timón, todo se desarrolla en un espectáculo público de crucifijos y oraciones en la playa, con el vocabulario de los ultras del mundo del fútbol y la exaltación tribal de una identidad etnonacionalista. La hostilidad hacia los inmigrantes y el duelo con Europa son los dos pilares que hacen ganar votos a Salvini y pulverizar al M5S, cuya apuesta por una renta básica para “derrotar la pobreza” ha demostrado ser demasiado vaga como para que se la crea nadie.

Ahora Salvini se prepara para ir en contra de sus antiguos aliados. Para deshacerse de él, el Movimiento 5 Estrellas tendría que haberse transformado en una fuerza de gobierno creíble y un garante de la estabilidad. O lo que es lo mismo, pasar de la protesta al arte de gobernar. No fueron capaces de hacerlo porque estaban vinculados a una ideología en contra del crecimiento y eso los llevó a cometer una serie de errores.

Fue un error oponerse a la nominación de Roma para los Juegos Olímpicos de 2024 y a la de Turín para los Juegos de Invierno en 2026. Fue un error oponerse a un enlace ferroviario de alta velocidad entre Francia e Italia, a una autopista nueva en el norte de Italia y a un proyecto de perforación petrolera en aguas territoriales frente a la costa.

El Movimiento 5 Estrellas ha dado la impresión de oponerse a la modernización del país y el resultado ha sido perder el liderazgo en el movimiento de protesta con su aniquilación en las elecciones regionales, primero, y con su humillación en las europeas, después. La posible moción de censura contra Conte podría dejarlos ahora sin primer ministro.

En esta nueva fase del populismo italiano, los nacionalistas subirían al poder con un probable acuerdo entre Salvini y Hermanos de Italia, el partido de extrema derecha de Giorgia Meloni, acercando un poco más al país al modelo de Polonia y de Hungría. Para tratar de detener a sus antiguos compañeros de armas, el M5S tendrá que tomar la desesperada decisión de hundirse o aliarse con los partidos tradicionales.

La época que viene es de agresiones y conflictos. Con Salvini al mando, el segundo acto del populismo italiano será una dura batalla contra cualquiera que intente interponerse en el camino. Sus adversarios tendrán que elegir: lanzar un desafío frontal en las urnas o formar un gobierno de coalición juntando a todas las fuerzas anti-Salvini del parlamento actual. En cualquier caso, el enfrentamiento será una especie de referéndum sobre la identidad nacional y la relación con Europa. En Italia, la próxima fase de la batalla política va a ser un duelo entre los extremos.

Traducido por Francisco de Zárate

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