Steve Bannon fue el hombre a los 63 años dirigió la campaña de Donald Trump de 2016, el que moldeó el partido republicano a imagen del presidente y el que dirigió BreitBart News, una plataforma de contenidos para alimentar a la nueva derecha americana, un movimiento caracterizado por el racismo. Tras su nombramiento en la Casa Blanca, el exlíder del Ku Klux Klan, David Duke, dijo que era una noticia “estupenda”. Peter Brimelow, de la página supremacista VDAR, lo calificó de “increíble”.
Bannon dejó el Gobierno en 2017 tras haber jugado un papel fundamental en la tan criticada reacción del presidente a la marcha supremacista celebrada en Charlottesville, Virginia. Aun así, sigue siendo una figura influyente en política y quiere inspirar un movimiento global de extrema derecha. Recibe a The Guardian para una entrevista en su casa de Capitol Hill (Washington DC).
“Hemos convertido a los republicanos en un partido de clase obrera”, dice un relajado Bannon en su casa con una foto autografiada de Trump detrás. “Curiosamente, ahora mismo no tenemos ni un representante electo que se lo crea, pero eso se debe a nuestro legado, ya lo superaremos: tenemos que encontrar a nuestras propias AOCs [Alexandria Ocasio Cortez]”. Desde que fue elegida congresista en Washington el año pasado, la excamarera neoyorquina de 30 años Ocasio-Cortez ha construido una gigantesca audiencia en las redes como miembro de 'The Squad' [el escuadrón], un grupo formado por cuatro mujeres progresistas y no blancas. Su disputado apoyo ha ido finalmente para el senador progresista de Vermont Bernie Sanders.
Entre los congresistas republicanos predominan los hombres blancos de familias acomodadas y cierta edad. Los demócratas y sus simpatizantes tienen un “casting mejor”, admite Bannon. “Hicieron un trabajo increíble en 2018. Sigo diciendo que admiro a AOC. Creo que su ideología está equivocada, pero quiero tenerla. Quiero que reclutemos camareros. No quiero más abogados. Quiero camareros”.
Bannon también cuenta entre los aciertos demócratas la candidatura de los veteranos del ejército Max Rose (Nueva York) y Mikie Sherrill (Nueva Jersey). Los dos consiguieron su escaño en la victoria que el Partido Demócrata en las elecciones a la Cámara de Representantes de 2018. “Un casting perfecto, por eso nos dejaron atrás”.
En las elecciones de mitad de mandato del año pasado los demócratas recibieron el empujón de Mike Bloomberg. El exalcalde de Nueva York les inyectó 110 millones de dólares con su propio comité de acción política [los llamados PAC, por sus siglas en inglés] y el resultado fue impresionante: 21 de los 24 candidatos a los que apoyaba obtuvieron el escaño. Bloomberg ahora también se presenta a la candidatura demócrata para la presidencia en las elecciones de 2020.
“La gente no termina de entender lo que significa Bloomberg”, dice Bannon, que también es copresentador del programa de radio War Room [Sala de guerra] sobre el impeachment contra Trump. “De no ser por Bloomberg, no habría impeachment. Son los cien millones de dólares de Bloomberg los que hicieron ganar esos escaños... El Partido Demócrata es igual que el Republicano: no hay gente cuando hace falta hacer algo. Nadie va a un Estado a tocar timbres. Pero esos grupos de activistas sí lo hacen y ahí es donde Bloomberg puso sus cien millones de dólares”.
Las lecciones de Reino Unido
En una segunda entrevista telefónica la semana pasada, Bannon hace comparaciones con las elecciones generales británicas en las que el conservador Boris Johnson derrotó al laborista Jeremy Corbyn (acusado de no erradicar el antisemitismo del partido). Igual que Trump rompió el “muro azul” de los estados del medio oeste en 2016, Johnson ha caído como una una bola de demolición sobre el “muro rojo” de áreas tradicionalmente laboristas británicas.
“Es una victoria para el populismo”, dice Bannon. “Claramente, el premio no se lo iban a llevar unas ideas económicas radicales, socialismo y una mayor intervención del Estado, además de un antisemitismo virulento. Creo que en EEUU el Partido Demócrata, especialmente la extrema izquierda que representan el Squad, Elizabeth Warren y Bernie Sanders, deberían aprender la lección porque no creo que solo haya sido por la personalidad de Corbyn”.
Bannon no cree que Johnson sea nacionalista ni populista y dice que el Brexit en que piensa el primer ministro británico es algo así como un “Singapur sobre el Támesis”, muy diferente a la imagen que tienen en su cabeza los que votaron por él. Aún así, Bannon argumenta que tanto los conservadores como los republicanos deben atraer a la clase obrera para apoderarse del territorio de sus rivales históricos.
¿Un capitalismo para la gente?
Para sus críticos, Bannon es un nacionalista furibundo y nihilista, una persona que busca atención alterando y destrozando el establishment político. Bannon justifica su deseo de transformar a los republicanos en un partido obrero. “Toda mi teoría sobre la derecha es que si queremos que el capitalismo sobreviva, tenemos que hacer que la gente sea capitalista. El problema es que no son capitalistas. Lo que tenemos son oligarcas y siervos. Ese sistema no va a sobrevivir. Yo le digo a los donantes que tal vez me detesten, pero que toda esa mierda de Paul Ryan en la Heritage Foundation no va a ganar una elección nacional. No puede ganar en Wisconsin, ¿se entiende? Donald Trump sí puede”.
Eso que dicen Trump y Bannon de defender a los trabajadores se está volviendo cada vez más difícil de creer. Hace dos años, el presidente aprobó un proyecto de ley de 1,5 billones de dólares para reducir los impuestos de las empresas y de los ricos, entre los que figuran él y los miembros de su gabinete. Según el Centro de Política Tributaria, un centro de estudios de Washington no afiliado a ninguno de los partidos, el 80% de los recortes de impuestos aliviará el bolsillo del 1% más rico mientras la clase media sigue pasando dificultades.
En una entrevista de radio de 2016, el nacionalista blanco y asesor de la Casa Blanca Stephen Miller dijo a Bannon que Estados Unidos podría perder su soberanía y ser “diezmado” por la inmigración. Pero Bannon, que en Europa ha asesorado a líderes de extrema derecha abiertamente racistas, niega que el resentimiento racial sea una parte importante del resurgimiento populista. Lo dice a pesar de que el FBI comunicó el mes pasado que los ataques personales motivados por prejuicios habían alcanzado un máximo en 16 años, con un aumento notable en los casos de violencia contra personas de origen latino.
“Cuando ganamos a finales de junio de 2016 en Londres, dije que esa era la apuesta ganadora para Trump, sólo teníamos que imponer los mismos temas”, dice en relación al referéndum británico del Brexit. “Por eso, cuando me hice cargo de la campaña, quise volver a lo básico: detener la inmigración ilegal masiva, limitar la legal y proteger a los trabajadores. ¿Por qué crees que las encuestas de Emerson le dan hoy a Trump el 34% de aprobación entre los negros y el 36% entre los hispanos? Va a conseguir el 20% del voto negro y esta es la razón: todo el mundo tiene trabajo”.
Otras encuestas dan una imagen muy diferente. Según un estudio publicado el 13 de diciembre por el comité de acción política BlackPac, en torno al 78% de los probables votantes afroamericanos tiene una opinión desfavorable de Trump y un 84% califica negativamente su labor como presidente. Además, el 83% de los probables votantes afroamericanos considera que las condiciones económicas no han cambiado o han empeorado durante el mandato de Trump y un 87% afirma que en noviembre de 2020 votará por el candidato demócrata.
La Administración Trump ha ido claramente en contra de los derechos de los trabajadores al reducir el número de inspectores de seguridad en los lugares de trabajo, elevar la calificación necesaria para cobrar el salario mínimo o las horas extras y arrinconar a los sindicatos, entre otras medidas.
A Bannon no parece preocuparle haber contribuido a llevar al Despacho Oval a un hombre que cuenta con el respaldo de los nacionalistas blancos. “Mira, esto es lo que me vuelve loco de la izquierda. Todo lo de la inmigración es para inundar la zona con mano de obra barata y la razón es porque a las élites les importan un carajo los afroamericanos o la clase obrera hispana. Tampoco les importa la clase obrera blanca. Sólo son números. Así que tienen una oferta de mano de obra ilimitada y pagando nueve dólares la hora. ‘Que entren más, que de paso serán más clientes’”, señala.
“Están destruyendo a la clase obrera. Eso es lo que tenemos que proteger. Una vez que demostremos a la clase obrera de todas las etnias y razas que ser ciudadano da derecho a un trato especial, conseguiremos esa reconfiguración”, añade.
Exbanquero de inversiones (Goldman Sachs) y exoficial de la Armada, no parece probable que Bannon y su énfasis en la ciudadanía sea suficiente para los ciudadanos de carne y hueso estadounidenses que sufren hoy inmensas desigualdades por su clase, género y raza. Según las estadísticas publicadas en septiembre, la brecha entre los que más tienen y el resto alcanzó el año pasado un máximo en los más de 50 años que la Oficina del Censo de Estados Unidos lleva midiendo la desigualdad de los ingresos. Según la fundación independiente y sin fines de lucro CDC, las mujeres negras tienen entre tres y cuatro veces más probabilidades que las blancas de morir por causas relacionadas con el embarazo.
Traducido por Francisco de Zárate