Sri Preston Kulkarni acaba de trasladar la sede de su campaña a una oficina nueva. Difícilmente podría resultar más anodina: impersonal, con las persianas bajadas, situada en un centro de negocios a las afueras de Houston que no destaca por ser el lugar más accesible de la ciudad.
Cerca, un centro de encuentro de la comunidad musulmana, un mercado coreano, templos hindúes, vietnamitas, chinos e indios o restaurantes mexicanos recuerdan que la ciudad, una metrópolis tejana en crecimiento, es una de las zonas urbanas más diversa de todo Estados Unidos.
Kulkarni opta a la nominación como candidato del Partido Demócrata a uno de los puestos de congresista que le corresponden al estado de Texas. Los barrios del suroeste de Houston, que crecen vertiginosamente, muestran la historia del éxito norteamericano: representan la tolerancia, la multiculturalidad y la prosperidad de un país que da la bienvenida al resto del mundo.
Y de esa realidad demográfica en proceso de transformación nace la esperanza en la que los demócratas se apoyan hace tiempo para desbancar la hegemonía republicana en el estado. Dominado por el Partido Republicano desde hace treinta años, la orientación política del territorio podría estar a punto de cambiar.
Se espera que la población hispana de Texas supere a la población blanca pronto, en 2022. Teniendo en cuenta las posiciones actuales de la Administración de Donald Trump y sus recientes ataques contra un grupo de congresistas racializadas, un aumento de votantes hispanos puede favorecer a los candidatos demócratas.
En opinión de Antonio Arellano, director en funciones de Jolt, una organización sin ánimo de lucro que trata de impulsar la politización y compromiso de las personas latinas en Texas, la masacre de El Paso va a acelerar el proceso de movilización de comunidades que no se identifican como blancas.
“Los latinos están saliendo a votar como no lo habían hecho antes porque nuestras vidas dependen de eso. Se nos ataca, y no solo desde el lugar más poderoso del país, sino a través de una retórica discriminadora y de odio que se extiende a lo largo de las comunidades y tiene como resultado un baño de sangre en las calles”, explica.
En su opinión, “el motivo por el que se nos ataca es porque somos poderosos” y que “hoy, la mitad de los tejanos menores de 18 años son latinos. Lo que supone mucho poder político”.
No supone ninguna novedad afirmar que la Texas rural es firme partidaria del Partido Republicano mientras que los núcleos urbanos de cinco de sus seis ciudades se muestran favorables a Partido Demócrata. Sin embargo, los demócratas comienzan a abrirse camino en el extrarradio de las ciudades, lugares supuestamente más cosmopolitas donde Trump resulta desagradable incluso para el votante republicano.
Trump ganó Texas por nueve puntos de diferencia en 2019 en un estado en el que no es demasiado popular. Una encuesta llevada a cabo en junio por el Texas Tribune y la Universidad de Texas mostró que la mitad de los consultados piensa votar a Trump en 2020 y la otra mitad no.
Mark Jones, politólogo de la Universidad Rice, explica que “Donald Trump es lo peor que le ha sucedido al Partido Republicano en Texas en la historia reciente. Si no hubiera llegado a la Casa Blanca no estaríamos hablando, como hacemos estos días, sobre la posibilidad de que Texas se vuelva morado”.
Al igual que Beto O'Rourke, antiguo congresista por Texas y actualmente aspirante a candidato presidencial, el mensaje de Kulkarni se centra en la inclusión, el respeto a la diferencia y la implicación política de los jóvenes. Un claro contraste con el mensaje de división racial que llevan difundiendo Donald Trump y relevantes líderes republicanos en Texas desde mucho antes de que sucediera la masacre en el Walmart de El Paso, cometida por un hombre que supuestamente eligió a sus víctimas porque cree que el estado está siendo invadido por hispanos.
Para Kulkarni se trata de “discurso de odio”: “Cuando hablas de razas o religiones en su conjunto. Hay que llamarlo por su nombre”. Y añade que “cuando se incita a la violencia, esos son los resultados esperables. Si hablamos de lo que se puede hacer desde nuestro lado para contrarrestar eso, hablamos de cómo es América en realidad”.
Kulkarni, que ha sido diplomático, es hijo de un académico y novelista que emigró a Estados Unidos desde la India en 1969. La familia de su madre, sin embargo, lleva viviendo en el país desde el siglo XVII y es descendiente de Sam Houston, que en 1836 se convirtió en primer Presidente de la República de Texas.
Kulkarni se presentará por segunda vez a las elecciones en 2020 después de haber perdido el distrito número 22 ante su oponente republicano, Pete Olson, que llegó a burlarse de él acusándole durante un mitin de ser un paracaidista político de origen indio. Olson ganó por un estrecho margen. En 2014 su margen de victoria fue de 35 puntos, en 2016 bajó a 19 y en 2018, a cinco.
El distrito es uno de los más reñidos del país y Olson no repetirá en 2020. Es uno de los cuatro representantes de Texas que en el periodo de una semana han anunciado su retirada. Otro ha sido Will Hurd, el único republicano negro del Congreso.
El abandono de tres de ellos de distritos con resultados tan ajustados añade gasolina a la esperanza demócrata de que Texas y los 38 votos que tiene en el colegio electoral —cifra que solo supera California— se conviertan en línea de frente, de lo local a la Casa Blanca, tras años siendo bastión republicano.
Los demócratas más optimistas que apoyaron la apuesta de Beto O'Rourke para desbancar al senador Ted Cruz ya notan los avances. Cruz apenas mantuvo su asiento en el Senado por 2,6 puntos en una carrera que puso a O'Rourke bajo el foco mediático de todo el país con tal intensidad que decidió lanzarse a la carrera presidencial.
En un distrito en el que se hablan un centenar de idiomas, Kulkarni quiere incrementar el alcance de su impacto público para su campaña para 2020 después del éxito que tuvo movilizando el voto asiático. “La gente solía decir que sería una pérdida de tiempo, con un retorno de la inversión muy bajo, porque muy poca gente habla inglés o porque esa gente no votará en ningún caso”, explica.
Sin embargo, “ahora hemos conseguido que se sumen en gran número. Podemos hacer lo mismo con la comunidad latina, que es la cuarta parte del distrito pero registra la menor participación de entre los cuatro grupos étnicos principales. No tratamos a los latinos como un grupo monolítico, nos acercamos a comunidades de individuos, hablamos con una comunidad de migrantes hondureños, colombianos, venezolanos o dominicanos”.
Para él “no se trata de un candidato, se trata de que toda esta gente diga que lo actual no le representa”, que es efectivamente el motivo por el que “todos estos republicanos se retiran, porque no representan a sus comunidades”.