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The Guardian en español

La purga de Trump en el Departamento de Estado golpea al núcleo de la diplomacia estadounidense

Rex Tillerson, secretario de Estado entrante, no ha sido todavía ratificado.

Julian Borger

Washington DC —

El miércoles 25, cuando viajaba hacia Roma para participar en una reunión internacional sobre armamento nuclear, Thomas Countryman se enteró de que había sido destituido con efecto inmediato. El experimentado diplomático se subió al primer avión de regreso a Washington. Un cierre repentino y poco ceremonioso a sus 35 años de carrera diplomática, que en los últimos cuatro meses había transcurrido en la Subsecretaría de Estado para Control de Armas y Seguridad Internacional.

El caso de Countryman no es el único. La semana pasada, la Casa Blanca de Trump comenzó una purga entre los experimentados líderes del Departamento de Estado (como se llama al Ministerio de Asuntos Exteriores en EEUU), en la que varios funcionarios clave fueron expulsados de puestos esenciales para el funcionamiento diario del Departamento y de las misiones estadounidenses en el exterior.

La limpia ha dejado un vacío en el corazón de la diplomacia de EEUU: el secretario de Estado entrante, Rex Tillerson, todavía no ha sido confirmado y el equipo de Trump tampoco ha nombrado aún a los candidatos para los puestos por debajo de Tillerson. Por el momento, los únicos nombramientos han sido para las embajadas de China y de Israel. Los próximos nombramientos de altos cargos necesitarán meses de controles de seguridad antes de ser ratificados.

No está claro si Tillerson, ex director ejecutivo de la petrolera ExxonMobil, había sido informado de la purga. Cuando llegue a las llamadas “oficinas de caoba”, se encontrará con una hilera de oficinas vacías en el séptimo piso del Departamento de Estado, donde está el despacho del secretario.

“Como diplomática de carrera, he pasado por muchas transiciones y jamás vi nada igual a la peligrosa limpieza de funcionarios públicos que está ocurriendo ahora en el Departamento de Estado”, tuiteó la ex embajadora Laura Kennedy.

Críticas internas

Los motivos detrás de la repentina ola de despidos no están claros. Algunos de los diplomáticos salientes ven en la medida otra señal de caos por parte de una nueva Administración, que carece completamente de experiencia. Otros ven la situación como una operación de ruptura para debilitar al Departamento de Estado en un momento de agitación política: coincide con la ejecución de los planes de la Casa Blanca de restringir la entrada de ciudadanos de varios países musulmanes. Antes de que Tillerson ocupe su puesto, Trump está dándole forma a su nueva política exterior.

Precisamente, esa orden ejecutiva ha provocado que alrededor de 200 trabajadores del Departamento de Estado, según informa la revista Foreign Policy, hayan firmado un documento criticando la decisión del presidente Trump. “Somos mejores que este veto”, se indicaba en una versión filtrada. “[El decreto] ataca el centro de los valores estadounidenses y constitucionales que nosotros, como empleados, juramos defender”.

Los firmantes enviaron el texto a través del “canal de críticas” existente en el Departamento de Estado. Dicho canal se creó en tiempos de la Guerra de Vietnam para permitir la difusión de visiones alternativas. El manual del Departamento de Estado afirma que los críticos están estrictamente protegidos de posibles repercusiones.

Hasta ahora, la costumbre era pedir al Departamento de Estado que se encargara de hacer las primeras llamadas al extranjero en nombre de la administración entrante. Esta vez no. El círculo más cercano de Trump, compuesto por Steve Bannon, Michael Flynn, su yerno Jared Kushner y Reince Priebus, está haciendo sus propios contactos. Según un exfuncionario, ni siquiera pidieron ayuda al Departamento de Estado para preparar la visita de Theresa May.

El cargo de Countryman era muy delicado: actuaba como “subsecretario T”, el funcionario que debía autorizar la venta de armas de EEUU o la ayuda en temas de seguridad en el extranjero, así como la persona encargada de las negociaciones, implementación y verificación de los acuerdos internacionales en control de armas y seguridad internacional.

“El mundo no deja de girar solo porque hay una nueva Administración en EEUU”, afrima Joseph Cirincione, presidente de la fundación Ploughshares, una organización a favor de la seguridad mundial. “Hay un régimen global de armas que mantener. Sin el liderazgo de EEUU, no se tomarán decisiones o se tomarán de maneras que pueden afectar a nuestra seguridad nacional. La maquinaria todavía está en el Departamento de Estado, pero no hay nadie en la cabina de mando”.

Entre los otros altos funcionarios que serán apartados de su cargo se encuentran Patrick Kennedy, subsecretario de Administración del Departamento de Estado; Michele Bond, que estaba a cargo de los cónsules estadounidenses en todo el mundo; Joyce Barr, secretaria de Estado adjunta para la Administración; y Gentry Smith, director de la Oficina de Misiones Extranjeras.

Según Jon Finer, ex jefe de personal del secretario saliente, el secretario adjunto para la Oficina de Operaciones de Conflicto y Estabilización, David Robinson, también recibió una carta en la que le decían que vaciara su escritorio y se fuera a su casa.

Todos eran funcionarios de carrera con muchos años en su puesto y habían sido ascendidos a un cargo de alto rango, equivalente a los puestos de libre designación. El portavoz interino del Departamento de Estado, Mark Toner, señaló que, al ser funcionarios de libre designación, habitualmente se esperaba que presentaran su dimisión.

Eso es cierto, pero también lo es que los funcionarios sigan en su puesto hasta que el reemplazo esté listo para comenzar, por el bien de la continuidad. Ahora los están retirando sin reemplazos a la vista.

El segundo hecho que diferencia la limpieza de Trump de las transiciones anteriores es la brusquedad: le dieron sólo un par de días para vaciar su escritorio a funcionarios que habían dedicado su vida al servicio diplomático.

“Me preocupa un enfoque ignorante”

“Esta no es manera de tratar a la gente que ha trabajado, que ha servido a demócratas y republicanos, que ha sido más que leal a su país y a su gobierno”, dijo Nicholas Burns, subsecretario de Estado para Asuntos Políticos durante el último gobierno de George W. Bush. “Merecen respeto por su servicio al país, especialmente por la manera en que les piden que se vayan”.

Según los funcionarios del Departamento de Estado que dejan ahora su puesto, las personas que tienen cargos importantes habían presentado su dimisión formal al equipo de transición de Trump mucho antes de la inauguración. Pero, aparentemente, los hombres de Trump ignoraron las cartas hasta el miércoles, cuando les llegaron instrucciones de la Casa Blanca.

El equipo de transición que Trump envió al Departamento de Estado no ha mostrado mucho interés en los temas de política. Los departamentos que cubren grandes regiones del mundo dicen que no han tenido contacto con sus representantes.

Daniel Baer, el ex embajador de EEUU ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en Viena, se ofreció a ir a Washington para poner al día al equipo de transición antes de abandonar su cargo en enero. Las sesiones informativas son parte de las tareas de un embajador saliente (están explicadas en el manual de relaciones exteriores del Departamento de Estado) y había temas delicados que tratar, como la inminente renovación del equipo a cargo del conflicto en Ucrania. Un último consejo de despedida no sería necesario, le dijeron.

“Me preocupa un enfoque ignorante hacia la política exterior”, explica Baer. “No se puede hacer esto sin pensar. Tienes la responsabilidad con los ciudadanos a los que gobiernas de esforzarte por conseguir la información en la que se basan las decisiones”.

“Si yo estuviera en el equipo de transición, no querría dejar sueltos por el mundo a 60 embajadores. Querría saber lo que sucede en sus regiones, querría saber los secretos que guardan”.

Traducido por Francisco de Zárate

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