Si hay algo que las mujeres saben hacer bien es tratar con destreza a los hombres lascivos. Por eso no me sorprendió la sonrisa de la periodista Caitriona Perry cuando Donald Trump le dedicó un comentario inapropiado en el Despacho Oval. Estaba haciendo lo que todas hemos hecho muchas veces: intentar disipar una situación incómoda.
Trump, que en ese momento estaba al teléfono con el primer ministro irlandés, pidió a Perry que se acercase a su mesa al tiempo que la llamaba “preciosa” y destacaba su “bonita sonrisa”. Entonces le dijo al recién electo Leo Varadkar: “Apuesto a que te trata bien”.
Fue un momento tenso y embarazoso, que posteriormente Perry describió en Twitter como “extraño”. Algunos señalan que después Perry seguía sonriendo mientras el presidente hablaba con ella, como si eso significase que no le hubiese molestado.
Más allá de su descripción en Twitter, no sé como se sintió Perry, pero sé que la situación que vivió con Trump le resultará familiar a muchas mujeres.
Muchas de nosotras hemos pasado por situaciones similares: un hombre nos hace sentir incómodas, pero sus comentarios no llegan al nivel de hacernos reaccionar con ira o indignación. Las mujeres también suelen entender que si un hombre hace un comentario sexual o inapropiado, enfrentarse o ponerse agresiva no es siempre la mejor opción.
Las mujeres no quieren que se las vea como “histéricas” o exageradas –acusaciones comunes cuando se habla claro sobre el acoso–. No quieres montar un escándalo porque sabes que decir cualquier cosa simplemente alargará la situación o generará polémica.
Por eso sonríes, asientes y sales lo más rápido que puedes. Quizá porque es más fácil, pero a menudo porque es más seguro. Las mujeres que rechazan a los hombres han sido reprendidas, atacadas y, en situaciones extremas, hasta asesinadas. Por eso, sonreír cortésmente se convierte en acto reflejo.
Trump no es solo presidente de EEUU –razón suficiente para reaccionar respetuosamente cuando hace un comentario extraño–, también es un hombre que ha sido acusado de acoso sexual en múltiples ocasiones.
Ha sido cazado en cámara presumiendo de coger a mujeres por sus genitales. Es un misógino infame que ha criticado a las mujeres toda su vida. Cualquier interacción que una mujer tenga con él será vista a través de esa preocupante lente.
Y ciertamente, ¿de qué otra forma podría haber respondido Perry? Digamos que no le gustó que Trump hablase de su aspecto, ¿podría haberle hecho notar al presidente de Estados Unidos que sus comentarios eran ofensivos? ¡Por favor!
La comentarista de la CNN y seguidora de Trump Kayleigh McEnany afirmó el miércoles que el presidente simplemente es un tipo “simpático” y que “la prensa debería aplaudir que Trump esté llevando a los periodistas al Despacho Oval, convocándoles y contando con ellos”. Algo me hace pensar, sin embargo, que la mayoría de las periodistas preferirían no ser “invitadas” a lo que sea que Trump tiene pensado para ellas.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti