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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Estados Unidos ya no está al borde del abismo, pero queda trabajo por hacer

Fue una buena noche para los Demócratas. Aunque no llegó a la “ola azul” y progresista que algunos esperaban, podría ser el comienzo de una. Aunque no fue un referéndum decisivo sobre el presidente Donald Trump, se creó un poder que pondrá límites a su autoritarismo.

Era lo esperado, pero recuperar la mayoría Demócrata en el Congreso de Diputados fue algo así como una gran victoria. El partido demostró fuerza en los Estados del cinturón industrial que Donald Trump había ganado en las presidenciales. También cosechó grandes triunfos en las elecciones a gobernador de algunos estados, especialmente Kansas, donde la candidata demócrata Laura Kelly derrotó con un margen sorprendentemente amplio a Kris Kobach, el odioso clon de Trump que se presentaba por el partido Republicano.

Dos estrellas afroamericanas en ascenso, Stacey Abrams (Georgia) y Andrew Gillum (Florida) vieron su sueño aplazado anoche. Y no hay dudas de que en los próximos años Beto O'Rourke va a ser un referente para el partido Demócrata, después de quedar tan cerca de desbancar al senador republicano Ted Cruz. Hacía varias décadas que ningún demócrata de Texas lograba un resultado tan bueno como el de Beto. Ya se habla de él como presidenciable.

Los resultados no dejan lugar a dudas: al presidente Trump le espera una etapa problemática. Aún no se ha publicado el informe de Robert Mueller y los presidentes de las comisiones de Diputados van a usar su poder de control para investigar las numerosas pistas de una corrupción que a estas alturas ya es evidente. Los demócratas a cargo del poderoso Comité de Medios y Arbitrios en el Congreso ya dijeron anoche que exigirían a Trump su declaración de impuestos. Otro enfrentamiento legal con la Casa Blanca.

Pero los demócratas tienen que ser listos para no entrar en el juego del presidente. Fue alentador ver cómo mantenían un mensaje coherente durante la campaña y, con una disciplina poco común, se centraban en la atención sanitaria y en la importancia de dar cobertura a personas con enfermedades preexistentes. Así tienen que seguir.

Los demócratas también deben mirar hacia adelante y enfrentarse a una cuestión crucial: si giran hacia la izquierda, como sugiere el triunfo de la candidata neoyorquina Alexandria Ocasio-Cortez;o si permanecen más próximos al centro, con la esperanza de cimentar el éxito cosechado en 2018 entre los votantes republicanos de los barrios periféricos (especialmente las mujeres que rechazan el tono racista e implacablemente negativo que el partido republicano ha adoptado sometiéndose dócilmente a Donald Trump). La división profunda entre los demócratas aún existe, como en el 2016 con Bernie contra Hillary. Al final de esta campaña el expresidente Obama apareció y encendió a las bases, pero aún no hay un líder claro para el futuro del partido.

“Mañana será un nuevo día en América”, prometió anoche Nancy Pelosi, la probable próxima presidenta del Congreso. Pero lo decía rodeada de viejos líderes del partido, lo que demuestra la dificultad de cumplir con su promesa. Su desafío más inmediato será abrir paso a la nueva generación de líderes demócratas (se dice que viejos candidatos que soñaron con la presidencia, como Joe Biden o hasta Hillary Clinton, están considerando la opción de presentarse). Sería una estupidez por parte de los demócratas deshacerse de la eficaz Pelosi, gran recolectora de votos. La ley de atención sanitaria Obamacare no habría sido aprobada sin su ayuda.

Desde el día en que inauguró su presidencia, Trump ha estado haciendo campaña para la reelección y poniendo a Pelosi en el lugar de su rival en la carrera. Pero los retos que enfrenta en el futuro próximo son aún más abrumadores. Las derrotas en las elecciones al Congreso de anoche implican un doloroso rechazo al presidente, especialmente en Virginia (donde perdió la conservadora Barbara Comstock), Pensilvania y otros estados que alguna vez fueron muy republicanos, como Texas.

Otro clon de Trump, Steve King (Iowa), estaba luchando por la supervivencia en el mismo distrito donde Trump había ganado por más de 20 puntos durante las presidenciales. King se salió tanto del guión que hasta el presidente del Comité de Campaña Republicana del Congreso lo denunció. En la víspera de las elecciones, el fanático King terminaba su repelente campaña con un mitin en el que decía esperar que “se fugaran a Cuba” Elena Kagan y Sonia Sotomayor, magistradas del Tribunal Supremo de Estados Unidos.

Hubo mucha intolerancia en la gran final republicana de las elecciones de mitad de mandato, pero a muchos votantes el estilo Trump les sigue pareciendo repudiable, por mucho que guste a las bases. Va a llevar tiempo limpiar la sarta de mentiras pronunciadas en los mítines finales por Trump, acompañado por Rush Limbaugh y Sean Hannity. Invocando la “caravana de invasores” a cada momento, el presidente volvió una y otra vez sobre la idea de que la viruela, el crimen y cosas peores se estaban concentrando en el lado oeste de la frontera sur, donde ha ordenado imprudentemente la movilización de miles de soldados para enfrentar un peligro totalmente inventado.

Tras los tiroteos en la sinagoga de Pittsburgh, parecía casi imposible que los republicanos se valieran de las más repulsivas caricaturas antisemitas. Pero en los volantes de campaña enviados en muchos Estados para obtener el voto republicano había candidatos judíos sosteniendo puñados de billetes. En una de las más reñidas peleas por el Congreso de Diputados, el periódico The Washington Post encontró un volante republicano con la imagen de Kim Schrier, judía y candidata demócrata al Congreso, blandiendo un fajo de billetes de 20 dólares en sus manos. En otro Estado, los republicanos fueron aún más allá: representaron a un candidato judío para el parlamento local pintado de verde y con billetes de 100 dólares.

Ha sido sorprendente comprobar que casi ningún republicano decente reaccionaba contra estas calumnias o contra los dichos del presidente. ¿Seguirán así en los próximos dos años? Mitt Romney, elegido senador por Utah, denunció a Trump en 2016 de forma contundente. ¿Podría surgir él como la voz de decencia?

Uno de los resultados más esperanzadores en estas elecciones de mitad de mandato ha sido la composición de un nuevo Congreso mucho más diverso. Aunque Heidi Heitkamp y Claire McCaskill fueron derrotadas en el Senado, hubo un gran incremento en el número de mujeres elegidas. Un récord de 272 mujeres se postularon para el Congreso. Entre ellas, 84 eran mujeres racializadas, según el periódico The New York Times. En Colorado, los votantes eligieron a Jared Polis, el primer gobernador abiertamente gay del país.

Hace poco, Christopher Browning publicó en la revista The New York Review of Books un inquietante y brillante artículo con el título ‘Desmantelando la democracia 1933 versus 2018’. La destrucción de los valores democráticos debido la crisis política creada por el Presidente Trump sigue siendo un asunto inquietante. Pero anoche una respuesta comenzó a surgir: no sucederá aquí.

Traducido por Francisco de Zárate