Harry Harris es embajador de EEUU en Corea del Sur y lleva bigote. El vello facial es objeto de polémica, ha generado malestar diplomático y cierto escándalo mediático por ser visto como inapropiado. ¿Por qué? La respuesta está en la historia: el bigote de Harris es similar al que llevaban los generales japoneses durante el dominio nipón sobre Corea del Sur.
El dominio del imperio japonés sobre la península coreana se extendió de 1910 a 1945, hasta la rendición japonesa en la II Guerra Mundial, y todavía hoy es motivo de resentimiento en Corea del Sur. Japón impuso la asimilación cultural mediante políticas como el SÅshi-kaimei, con la que presionaba a los coreanos a adoptar nombres nipones. Décadas después, la sociedad coreana continúa recelosa con cualquier manifestación cultural japonesa.
Técnicamente, la privación de la soberanía empezó antes, en 1905, cuando Corea fue convertida en protectorado tras la victoria nipona en la guerra ruso-japonesa. La anexión oficial llegaría en 1910, momento en el que el último Residente general, como se llamaba al máximo cargo del protectorado, pasó a convertirse en Gobernador general. Su nombre era Terauchi Masatake, un militar que ejercería como primer ministro de Japón durante la I Guerra Mundial, y que no dudó en someter a la población coreana por la fuerza.
Y tenía bigote.
Masatake fue el primero de los ocho gobernadores que controlaron el país. Todos llevaron bigote.
Tras la retirada japonesa en 1945, los coreanos quedaron en manos de estadounidenses y soviéticos hasta la conocida partición de las dos Coreas en 1948. Desde entonces, Gobiernos surcoreanos y japoneses nunca han alcanzado una gran relación: uno de los conflictos más conocidos es el de las Rocas de Liancourt, un grupo de islotes situados entre ambos países, sobre el que Japón reclama la soberanía.
Según Harris, la decisión de dejar crecer su vello facial no es el calculado insulto que interpreta la opinión pública coreana. “Quería hacer una ruptura entre mi vida de oficial militar y mi nueva vida de diplomático”, explicó el mes pasado al Korea Times. “Intenté ser más alto, pero no pude crecer más, así que intenté ser más joven, pero no pude rejuvenecer. Pero sí que me puedo dejar crecer el bigote, así que lo hice”.
Tensiones históricas... y geopolíticas
El nombramiento de Harris como embajador en Seúl a mediados de 2018 coincidió con una época tensa entre Corea del Sur y Japón, cuyas relaciones empeoraron por disputas enraizadas en el dominio colonial. También llegó en un momento en que Trump exigía a Corea del Sur aumentar cinco veces más (890 millones de dólares) la contribución anual para cubrir el mantenimiento de las 28.500 tropas estadounidenses que continúan en el país tras la Guerra de Corea de 1950-1953. Seúl finalmente accedió a la medida apoyada por el diplomático, lo que también ha contribuido a su impopularidad.
En las últimas semanas, Harris está siendo criticado por inmiscuirse en asuntos internos, concretamente en la cooperación entre las dos Coreas. “Es bueno que exprese su opinión personal, pero si Corea del Sur sigue lo que dice un embajador extranjero, sería como si siguiera a un 'gobernador general' del gobierno colonial japonés de Corea”, ha criticado este viernes en una radio local Song Young-gil, representante del Partido Demócrata.