La UE busca su propia relación con China

La UE busca su propia autonomía en la relación con China. Justo después de la reunión de Xi Jinping con Valdimir Putin en Moscú, que generó recelos en Occidente, se ha producido una cascada de anuncios de viajes de los dirigentes europeos a Pekín. La aproximación del viejo continente al gigante asiático es distinta a la que tiene Estados Unidos, que se ha embarcado en una guerra comercial a la que ha acabado arrastrando a los 27. Pero la UE, mientras se prepara precisamente para no depender de un “socio estratégico” del que en el fondo desconfía, no quiere perder oportunidades económicas.

“No queremos vivir en un mundo en el que después de décadas de bipolaridad entre Estados Unidos y la antigua Unión Soviética, ahora tenemos un mundo fragmentando entre Estados Unidos y China”, resumió el primer ministro portugués, António Costa, este jueves. Y detrás de esa reflexión se enmarcan las visitas de líderes europeos a Xi Jinping a partir de la próxima semana.

El primero en aterrizar será Pedro Sánchez, que justificó el viaje en el 50º aniversario de las relaciones bilaterales y también en la presidencia rotatoria de la UE que España asumirá en julio. Pero la intención del Gobierno también es impulsar los negocios con ese país. Ese viaje lleva mucho tiempo planeándose. De hecho, antes de las elecciones generales ya hubo un intento por hacer una gira en ese país. Pero quedó en standby. Durante la reunión del G-20 el asunto se aceleró. Se trata de un viaje importante y delicado, como demuestra que el Gobierno informó no sólo a nivel europeo sino también a la diplomacia de EEUU.

La semana siguiente irán a Pekín el primer ministro francés, Emmanuel Macron, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. También el alto representante, Josep Borrell, lo está planeando, según adelantó Europa Press, aunque no hay más detalles. Y Giorgia Meloni tiene una invitación sobre la mesa.

Ha sido precisamente el jefe de la diplomacia europea el encargado de fijar una posición más propia de la UE frente a los intereses de EEUU. Mientras el Gobierno de Joe Biden alertó de que China planeaba enviar armamento a Ucrania, el gobierno comunitario, por boca de Borrell, nunca ha dado credibilidad a esa advertencia de la que asegura que no hay “evidencias”. La OTAN, a la que hasta ahora Europa había subordinado su estrategia de defensa, sí ha adoptado ese discurso.

Europa baja el tono

La UE quiere jugar un rol en plena pelea por mejorar su competitividad. Lo que señalan fuentes europeas es que la relación con China es triple: un socio estratégico (para asuntos globales como la lucha contra el cambio climático o el acuerdo nuclear iraní), un competidor económico (en los mercados, inversiones y tecnologías) y un rival sistémico por la confrontación de los modelos políticos (democracia frente a régimen dictatorial).

Por eso los viajes se enmarcan en el intento por mantener relaciones comerciales en un momento en el que la UE se ha puesto las pilas para mejorar sus capacidades estratégicas y disminuir la dependencia de terceros países, como China. Detrás de ese plan están decisiones como la polémica flexibilización de las ayudas de estado, la ley para las materias primas críticas o la ley 'Cero Neto' con la que Bruselas pretende potenciar la industria verde 'Made in Europe'.

El momento elegido por las autoridades europeas es lo más chocante dado que se llega justo después de que Xi Jinping se reuniera con Vladimir Putin, con quien en Bruselas considera que tiene una connivencia que ven con recelos porque ni siquiera ha condenado la invasión de Ucrania. Y ahí se explica también en buena medida el acercamiento. Según explicó Sánchez, la intención es abordar la guerra de Ucrania con un “actor global”: “Su voz debe ser escuchada para ver si entre todos podemos poner fin a la guerra”.

El presidente francés aseguró fue un paso más allá al establecer un ambicioso objetivo a la cita: “Intentar traer a China a nuestro lado para hacer presión a Rusia, para que no use evidentemente las armas químicas y las armas nucleares, pero igualmente para hacer todo para detener el conflicto y volver a la mesa de negociación”.

El discurso es, por tanto, distinto al que se ha mantenido desde la OTAN respecto a China, de la que el secretario general, Jens Stoltenberg, dijo que no tiene “credibilidad” para hacer una propuesta de paz. También supone un cambio respecto a las palabras de Borrell, quien dijo que había que hacer un “esfuerzo intelectual muy grande para considerarlo un plan de paz”.

Sánchez, por ejemplo, evitó deslegitimar los doce puntos propuestos por Xi Jinping y algunos líderes europeos, como el holandés Mark Rutte, emplazaron al líder chino a conversar también con Volodímir Zelenski. En todo caso, en lo que hasta ahora todos coinciden es en que la propuesta de paz que dan por válida es la que ha hecho Volodímir Zelenski.

Las visitas se dan tan solo un mes después de la presentación por Pekín de un documento con su posición respecto a la guerra, el cual ha sido interpretado por muchos como un posible plan de paz que podría servir para abrir conversaciones.