Tras la aplicación de un nuevo requisito de visa humanitaria, se vació de migrantes venezolanos la terminal de Rumichaca, en la frontera entre Colombia y Ecuador, esta madrugada, apenas dos horas después de que entrara en vigor la medida.
Después de un fin de semana en el que se calcula que ingresaron unos 10.000 migrantes, a alrededor de las dos de la madrugada de la hora local (7.00 GMT), no quedaba ni un solo venezolano en los corredores enrejados que conectan las dos terminales. El último millar de migrantes ingresó en un tiempo récord de tres horas desde que les sellaron los pasaportes en el lado colombiano hasta que salieron por la terminal ecuatoriana, con destino a la estación de autobuses de Tulcán y dirigirse desde allí a otros destinos en el país o, la mayoría, a Perú.
Fuentes policiales en la terminal han señalado que se autorizó el paso de todos aquellos que en sus pasaportes llevaban un sello de salida de Colombia con fecha del 25 de agosto, incluso aunque ya hubiera pasado la medianoche.
Al filo de la medianoche, las gestiones de los funcionarios del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) fueron esenciales para agilizar el cruce de familias enteras de un lado al otro, en algunos casos a la carrera y con escenas de gran emoción por haber llegado a tiempo.
“Queríamos pasar rápido por lo de la visa y por los niños, fue un tramo largo y duro”, señaló, entre lágrimas, Adriana Romero, que cruzó la frontera con su marido y dos hijos, ya pasada la medianoche. Esta familia no tenía previsto salir de Venezuela pero “por lo duro de la situación” y la entrada en vigor de la “visa humanitaria” en Ecuador, aceleró sus planes de viaje y, a duras penas, llegaron a tiempo. De Venezuela salieron hace “cinco o seis días”, y como gran parte de los migrantes que han llegado en las últimas jornadas se dirigen a Perú, donde Romero tiene a una prima que les va a dar alojamiento.
En Perú también se exige que los venezolanos ingresen con una visa humanitaria desde el 15 de junio, una medida implementada por el presidente Martín Vizcarro, cuyo país ha acogido a más de 800.000 migrantes. Muchos de los que no pudieron entrar antes de que entrara en vigor el requisito optaron por pedir asilo y los grupos vulnerables (como menores de edad, mayores de 60 años y mujeres embarazadas) están exentos de solicitar visa.
La decisión de exigir visa a los venezolanos la tomó el presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, a finales del pasado julio, con el argumento de que era necesario regular la situación en un país donde se han radicado más de 300.000 migrantes estos dos últimos años. Hasta ahora, los venezolanos podían presentar únicamente documentos de identidad como la cédula, el pasaporte y antecedentes penales.
El trámite de la “visa humanitaria” fue habilitado esta misma semana por la Cancillería ecuatoriana a través de sus consulados virtuales, y costará 50 dólares en gastos de gestión únicamente. El precio causa cierta decepción entre los migrantes, ya que conseguir esa cifra de dinero en Venezuela es muy difícil por la extrema situación de crisis que vive el país.
“Hay muchas personas que no tienen, llegamos aquí con ayuda, y la verdad es que no me parece justo”, señaló Romero sobre esa medida.
Yormeli Martínez, otra de las venezolanas que hoy estaba en la terminal y que se dirigía también a Perú, explicó que, aunque sabían desde hace tiempo el requisito de visa, tuvieron que esperar hasta último momento “porque allí no es fácil” conseguir el dinero para el viaje.
El efecto disuasorio de la visa se comenzó a sentir desde media tarde, cuando en el lado colombiano de la terminal la fila se redujo considerablemente. Para primera hora de la noche, la terminal ya estaba casi completamente vacía, y sólo en el lado ecuatoriano se prolongaba la espera. En la disminución del flujo de migrantes también influyó el cierre de una carretera por reparaciones, entre las ciudades colombianas de Pasto e Ipiales, que conduce al puente de Rumichaca.
El alcalde de Ipiales, Ricardo Romero, declaró el viernes anterior la calamidad pública como consecuencia de la llegada masiva de venezolanos rumbo a Ecuador, que en lo que va de año suman 782.828. Según Romero, a diario “por lo menos 3.000 personas pasan por el puente fronterizo”.
El puente permanece abierto las 24 horas del día y muchas familias que han pasado estos últimos días aún pernoctaban esta noche en la terminal ecuatoriana, a la espera de la tramitación de documentos. Unos cobijados bajo mantas, otros caminando para calentarse y fumando, y los más pequeños con gorros y guantes, hacían frente a temperaturas de 6-7 grados en una terminal donde proliferaban también los ofrecimientos de vendedores ambulantes.
Por el momento se desconoce la cifra de venezolanos que han quedado del lado colombiano de la frontera y tenían intención de cruzar hacia suelo ecuatoriano.
Oficiales y personal de las agencias humanitarias desplegadas a ambos lados de la frontera indicaron que en los últimos días era patente la afluencia de familias enteras con hijos, algunas de hasta tres generaciones, impulsados a emigrar por la medida adoptada por Ecuador.