Union Saint-Gilloise, el centenario club de barrio que pasó de la segunda división a rozar una semifinal europea
Encajar un gol en el minuto 2 del partido no anuló la ilusión al Royale Union Saint-Gilloise de ver un sueño convertido en realidad: pasar a la semifinal de la Europa League por primera vez después de más de medio siglo. “Ici, ici, c’est Saint Gilles”, comenzaron a corear los asistentes después de que un disparo de Victor Boniface diera en el larguero de la portería del Bayer Leverkusen. La Union Saint-Gilloise acababa de marcar el 1-3 que permitía a su diversa afición seguir soñando con seguir en la competición europea tras un empate en el partido de ida. Pero el cuarto de los de Xabi Alonso puso fin a ese sueño para el club centenario, que se coló en la competición de la UEFA tras ganar la liga regular el año anterior recién ascendido desde la segunda división.
Pero esta no es una crónica deportiva sino la historia de cómo un equipo de barrio belga ha metido un sprint en los últimos años que le ha permitido plantar cara a los grandes del país y medirse con otros clubes importantes de Europa con un presupuesto mucho menor.
Los orígenes del Union Saint-Gilloise son humildes. Lo fundaron en 1897 un grupo de amigos en la comuna belga de Saint-Gilles, que fue a mediados del siglo pasado el barrio por antonomasia que acogió a los emigrantes españoles e italianos que buscaban en el norte del continente un futuro mejor. El comienzo de la andadura del equipo fue meteórica con el ascenso a primera división en la temporada 1900-1901.
Su camino ha estado plagado de altibajos y, tras una bajada en su rendimiento en las siguientes décadas, en los primeros años de los 30 fue campeón tres veces y no conoció la derrota en 60 partidos consecutivos. Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial marcó un antes y un después. Mientras que los clubes de su alrededor se profesionalizaron, el Union-Saint Gilloise se quedó atrás. La travesía en el desierto ha durado prácticamente 80 años, con excepciones como la disputa de la semifinal de la extinta Copa de Ferias 58-60. En aquella ocasión, el sueño europeo se truncó ante el Birmingham.
El punto de inflexión definitivo llegó en 2018 de la mano de Tony Bloom, un jugador de póker profesional que sumó el club a sus activos, entre ellos el Brighton & Hove Albion de la Premier League. Después de 48 años, el Saint-Gilloise volvió a la primera división en 2021 y alcanzó un nuevo récord al ganar la liga regular belga frente a equipos con presupuestos muy superiores. Fue así como se coló en la competición europea.
“El Union SG no ha dejado de dar la campanada esta temporada en la Europa League, y lo ha vuelto a hacer al plantar cara al Leverkusen y arrancarle un meritorio empate en Alemania. Por lo general, al conjunto belga no le ha resultado difícil marcar, ya que ha anotado dos o más goles en seis de sus ocho últimos partidos en esta competición. Con el apoyo de su público, los hombres de Karel Geraerts confían en seguir haciendo historia y mantener vivo el sueño de pasar a semifinales”, resumía la UEFA antes del partido de vuelta disputado el jueves.
El azul y el amarillo inundaron las calles que rodean el Lotto Park, el estadio del Royal Sporting Club Anderlecht, el rival que tuvo que cederle el campo para los partidos de la competición europea. Y es que, las condiciones del Joseph Marien, donde La Roja jugó en las olimpiadas de 1920, no cumple los estándares de la UEFA, que impone que todos los asistentes tengan asiento en las gradas.
Los bares de la zona acogieron, además, a los aficionados desde horas antes del enfrentamiento. La música acompañaba la fiesta regada con cerveza Jupiler, que es la que patrocina la liga belga, y seguidores de distintas edades –muchos jóvenes– aguardaban en ordenadas filas para comprar perritos calientes, hamburguesas y patatas fritas. El club también hizo su agosto con la venta de merchandising de un encuentro histórico.
La afición del Saint-Gilloise también ha cambiado. Ya no la integran solo los emigrantes económicos de la mitad del siglo XX sino que ha acogido a un perfil hipster que ahora vive en Saint Gilles y a representantes de la denominada burbuja de Bruselas que se han animado a seguir a un equipo que tiene su propia cerveza, la 1897. Para muchos, es una oportunidad para socializar. “Es muy de andar por casa”, dice una de las personas que ha ido a alguno de los partidos de la segunda división.
“Cero uno”, vacilaba un grupo del Anderlecht a los seguidores del Union Saint Gilloise que se agolpaban a la puerta del estadio cuando el partido acaba de empezar. El gol de Moussa Diaby les alejaba de la semifinal. El sueño apenas duró unos minutos más y, poco antes de que acabara el partido, comenzaban a abandonar el estadio rumbo al centro de la capital. La Union Saint Gilloise tiene una oportunidad de resarcirse este domingo, que se juega el último partido de la liga regular antes de los play off.
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