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El recorrido de Orbán: del activismo anticomunista a la expulsión por eurófobo del PP europeo

¿Quién es Viktor Orbán y qué importa que esté dentro o fuera del PPE?

Marcelo Nagy y Lara Malvesí / EFE

Budapest/Bruselas —

El nacionalista Viktor Orbán lleva casi diez años gobernando Hungría con mayoría absoluta, una década en la que su partido, el Fidesz, se ha convertido en el 'enfant terrible' del Partido Popular Europeo (PPE) por sus constantes ataques contra la UE en Bruselas. El PPE ha expulsado este miércoles de sus filas al socio húngaro, el gobernante Fidesz, después de que más de media docena de miembros pidiesen su expulsión, pero ¿quién es Orbán y cómo se ha llegado a esta crisis en el seno de la principal familia política europea?

El origen del Fidesz: jóvenes anticomunistas

La Alianza de Jóvenes Demócratas (Fidesz) aparece en 1988 como una organización juvenil dentro de la oposición al gobierno comunista. En junio de 1989, uno de sus líderes, Viktor Orbán, entonces de sólo 26 años, se convierte en el primer político de la Hungría comunista en pedir públicamente –en un discurso histórico ante miles de personas en Budapest– la retirada de las tropas soviéticas del país centroeuropeo.

El giro nacionalista

A mediados de la década de 1990, Orbán decide mover el partido hacia posturas más centristas y posteriormente de derechas. Finalmente, Fidesz abandona en 2000 la Internacional Liberal, de la que Orbán era vicepresidente, y se integra en el Partido Popular Europeo. La reivindicación de la historia, las tradiciones y la religión de la nación magiar toman fuerza. El proceso se acelera a partir de 2009, cuando los apoyos del opositor partido ultraderechista Jobbik comienzan a aumentar y el Fidesz se radicaliza.

La mayoría absoluta

Tras su primer período como primer ministro (1998-2002), Orbán lidera la oposición hasta ganar las elecciones de 2010 con una mayoría de dos tercios en el Parlamento. Con la oposición desarbolada y los socialdemócratas quebrados por los escándalos de los años anteriores, Fidesz usa su mayoría para imponer su “revolución conservadora”, el antecedente de la llamada “democracia iliberal” que Orbán defiende ahora: un modelo de Estado con elecciones libres, pero que cuestiona la separación de poderes, desprecia el multiculturalismo y fortalece el sentimiento nacional.

El enemigo externo

Orbán y sus aliados más fieles en Fidesz siempre recurren a un enemigo externo para justificar sus políticas para “defender a los húngaros”. A partir de 2010, con el país en una delicada situación económica y centenares de miles de húngaros endeudados con créditos hipotecarios en moneda extranjera, el ejecutivo de Orbán aprueba un impuesto extraordinario para los bancos y se enfrenta al Fondo Monetario Internacional. En 2015, la atención pasa a los refugiados. En 2016, Orbán comienza a dirigir sus críticas al magnate liberal estadounidense de origen húngaro y judío George Soros y a la Unión Europea, a los que acusa de un “complot” para traer a millones de inmigrantes a Europa.

“No consideramos a esa gente como refugiados sino como invasores musulmanes”, ha llegado a afirmar Orbán. “Creemos que un alto número de musulmanes lleva a la formación de sociedades paralelas porque la sociedad cristiana y la sociedad musulmana nunca se unirán. El multiculturalismo es solo una ilusión. No queremos algo así”.

La popularidad de Orbán

Fidesz ha ganado desde 2010 tres veces las elecciones parlamentarias con aplastantes mayorías. El propio Orbán sigue siendo el segundo político más popular del país y ha sabido presentarse como el defensor de los intereses húngaros frente a distintas amenazas externas, ya sea una UE a la que acusa de atentar contra la soberanía del país y a la que ha llegado a comparar con la Unión Soviética, o la “invasión de inmigrantes”. Cuenta con el apoyo de los medios de comunicación, tanto públicos como privados, que su partido controla de forma directa e indirecta desde hace varios años. Además, la oposición está fragmentada.

El mensaje contra la inmigración de Orbán y su defensa de la homogeneidad cultural son muy bien recibidos por muchos húngaros. Los elevados niveles de xenofobia tienen también una explicación histórica. Hungría fue parte del Imperio Otomano, del Imperio de los Habsburgo y estuvo durante 40 años en el bloque comunista bajo la tutela de la Unión Soviética. Luchar contra el “invasor extranjero” forma parte de la memoria colectiva de la sociedad. Tras la Primera Guerra Mundial, Hungría perdió dos tercios de su territorio y la mitad de la población magiar pasó a vivir en otros Estados, principalmente como minorías, en países como Rumanía, Serbia, Eslovaquia y Ucrania.

El origen de las fricciones entre Bruselas y Budapest

En 2011, la Comisión Europea empezó a analizar los cambios en la legislación húngara sobre libertad de prensa. Le siguieron otras investigaciones por la reformas en el sistema judicial y la ley de educación.

En el PPE, la familia política a la que pertenece la formación de Orbán, se ha intentado por activa y pasiva sin éxito que el primer ministro escuche las recomendaciones de Bruselas y los líderes han ido agotando su paciencia con Budapest. El propio candidato a la Comisión de la familia política, Manfred Weber, votó a favor del artículo 7 de los tratados para sancionar a Hungría, lo que supondría que el país dejara de participar en las votaciones del Consejo durante un periodo de tiempo determinado.

La gota que ha colmado el vaso de muchos de los miembros del PPE, que han pedido la expulsión del húngaro (y entre los que no está el PP español), ha sido una campaña pagada con dinero público en la que se acusó a la Unión Europea y al presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, de querer facilitar la llegada de inmigrantes y refugiados al continente.

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