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Von der Leyen juega a la ambigüedad ante la compleja aritmética para repetir al frente de la Comisión Europea

Irene Castro

Corresponsal en Bruselas —
10 de junio de 2024 22:26 h

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Normalizar a la extrema derecha. Es uno de los principales riesgos, más allá del aumento sustancial de su presencia en el Parlamento Europeo, tras las elecciones europeas. Y es la tentación que tiene desde hace tiempo el Partido Popular Europeo (PPE), que ya ha levantado el cordón sanitario en numerosos países de la UE. Durante la campaña electoral, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que hasta entonces se había mantenido al margen de ese viraje de su partido, se abrió a pactar con algunas de esas fuerzas y miró directamente a Roma. “Le ofrezco trabajar juntas”, dijo sobre Giorgia Meloni.

Tenderle la mano a la primera ministra ultraderechista italiana no sólo marcó la competición electoral sino que dejó claro que Von der Leyen tendría difícil contar con los que fueron sus socios la pasada legislatura (socialdemócratas y liberales) si incorporaba a lo que definió como fuerzas “proeuropeas, pro-OTAN y pro estado de derecho”. Una vez cerradas las urnas y con los resultados sobre la mesa, la complejidad del proceso y de la aritmética se ha hecho realidad.

361 es la cifra clave. Es el número de eurodiputados que Von der Leyen –o quien sea propuesto para la presidencia de la Comisión Europea– necesita conseguir en la Eurocámara para ser elegida. El Partido Popular Europeo, que ha aumentado sustancialmente su representación pese al ascenso de la extrema derecha, los socialdemócratas y los liberales superan con creces ese umbral: suman 402 escaños, según los resultados provisionales que pueden variar ligeramente. Tienen un margen de alrededor de 40 eurodiputados para sacar adelante un acuerdo que, tras las elecciones, los tres grupos se han mostrado dispuestos a reeditar.

Entonces, ¿cuál es el problema? Que los grupos en la Eurocámara no son compactos. No hay una férrea disciplina de voto, como sucede en los parlamentos nacionales, sino que las delegaciones se pueden desmarcar. Y, además, el voto es secreto. Y Von der Leyen lo sabe. Hace cinco años le tocó sudar la camiseta para conseguir los votos de la mitad más uno de los eurodiputados. La alemana logró el aval del Parlamento Europeo por la mínima: sólo nueve votos la salvaron del fracaso, a pesar de que tenía un colchón de casi 60. Y eso que la apoyaron los ultranacionalistas polacos de Ley y Justicia, que tenía 24 representantes, y el Movimiento Cinco Estrellas, que tenía 14, y que en aquel momento estaban en el gobierno y, por tanto, fueron consecuentes con el acuerdo que habían alcanzado los líderes de los 27 al proponerla.

El difícil camino de Von der Leyen

Ahora hay delegaciones nacionales de esos tres grupos que ya han adelantado su rechazo a otro mandato de Von der Leyen, como su propia familia en Francia, los Republicanos, que le reprochan su buena sintonía con Emmanuel Macron. La candidata tendrá que conjugar distintos intereses para ser reelegida. Sin ir más lejos, en España, tendrá que lograr al mismo tiempo el aval de Pedro Sánchez, que dijo hace un año que la apoyaría si la Comisión Europea recaía en manos del PPE, y de Alberto Núñez Feijóo, que no tiene una especial sintonía con la alemana en buena medida por la afinidad que ha mostrado estos años con el Gobierno español.

Von der Leyen ha jugado todo este tiempo a varias bandas consciente de que su reelección depende, en primera instancia, de que los líderes de los 27 la propongan. La misma noche electoral, en la que los dirigentes del PPE estaban exultantes por su victoria dado que ganaban escaños por primera vez en tres lustros, la todavía presidenta de la Comisión Europea se mostró convencida de que volverán a proponerla. Y evitó mojarse sobre la mayoría que pretende conseguir para seguir al frente. Se limitó a reivindicar la necesidad de aglutinar a las fuerzas de centro y la alianza que ha tenido con socialdemócratas y liberales sin entrar en cómo pretende conseguir el margen que le permita respirar el día de la votación en la Eurocámara. Volvió a repetir la coletilla de que tendrían que ser formaciones “proeuropeas, pro-Ucrania y pro estado de derecho”.

El jefe del PPE, Manfred Weber, dejó la pelota en el tejado de los que serán los negociadores de esas dos familias políticas, a los que ha emplazado a respetar su victoria y a proponer a Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión Europea: “El siguiente paso es ahora que el canciller de Alemania [Olaf Scholz] también confirme que presentará y propondrá a Ursula von der Leyen como candidata a la Comisión. Ese es el primer paso. Y luego también que Emmanuel Macron esté dispuesto a confirmar el apoyo en la mesa del Consejo, porque esa es la primera institución para presentar al candidato a presidente de la Comisión”.

Y evitó pronunciarse sobre la posibilidad de incluir a los verdes –que no tienen ningún jefe de Gobierno sentado en la mesa del Consejo Europeo– en las negociaciones. “La única petición en este momento es que las otras grandes familias políticas confirmen que el ganador puede presentar entonces al presidente de la Comisión de mañana. Ese es un punto de partida para hoy”, despejó Weber la noche electoral.

En la resaca electoral de este lunes, Von der Leyen siguió el mismo guion. “Para mí, está claro que comienzo con socialdemócratas y socialistas y con los liberales o Renew porque en los últimos cinco años hemos trabajado y tenemos experiencias juntos y sabemos con qué podemos contar. Ese es el primer paso”, señaló en una rueda de prensa en la sede de su partido (la CDU), informa la Agencia EFE. “Después de un primer paso, pueden seguir otros, pero ahora todo esto está en manos de los grupos de trabajo, con los jefes de Gobierno y de Estado y con el Grupo Parlamentario del Partido Popular”, agregó la candidata del PPE, que ha dejado las “puertas abiertas” para la siguiente fase.

Los socialdemócratas aprietan para que Von der Leyen no mire a su derecha para la reelección al poner como línea roja para su apoyo que no haya una “coalición con la extrema derecha”. El vicepresidente del grupo socialdemócrata instó al PPE a incluir a los verdes en la negociación: “Los grupos progresistas son importantes para nosotros”. La negociación del reparto de los altos cargos de la UE que se pondrá en marcha en los próximos días recaerá en Scholz y Sánchez por parte de los socialistas, según ha decidido este lunes el Partido Socialista Europeo (PES). Fuentes del PSOE reiteran su voluntad de negociar con todos los grupos, a excepción de la extrema derecha. La voluntad de los socialdemócratas es lograr la presidencia del Consejo Europeo.

La jefa de los liberales de Renew, Valèrie Hayer, ha asegurado este lunes que su voluntad es impulsar una mayoría “centrista y proeuropea” y ha citado expresamente a Meloni o los polacos de Ley y Justicia como fuerzas a las que mantener el cordón sanitario en la Eurocámara. En ese sentido, ha abierto la puerta a los verdes para incorporarse a la mayoría.

Los verdes se ofrecen a Von der Leyen

Y los verdes se han ofrecido claramente. “Lo que necesitamos hacer es crear una mayoría estable en el centro del Parlamento Europeo (...). Estamos listos para asumir esa responsabilidad”, afirmó el candidato holandés Bas Eickhout. “Los verdes van a asumir un papel constructivo y responsable en esto. Creo que los retos para Europa son demasiado grandes como para jugar a juegos políticos. Si nos fijamos en cuáles son los retos para Europa, si nos fijamos en el futuro de nuestras políticas climáticas, en el futuro de la seguridad europea y, desde luego, también en el futuro de la democracia europea, está muy claro que necesitamos una mayoría estable en esta Cámara para poder cumplir con los ciudadanos en estos elementos, y nosotros, como verdes, estamos dispuestos a asumir esa responsabilidad, por supuesto, en función de un posible programa”, remató.

A pesar de su batacazo, los verdes suman medio centenar de escaños, es decir, un colchón mucho más numeroso que el de las delegaciones de la extrema derecha que Von der Leyen ha considerado 'aceptables' para pactar. Con sus condiciones de “proeuropeas, pro-Ucrania y pro estado de derecho”, no le quedan muchas opciones. Los polacos del PiS, que son de los más numerosos, han sido el gran dolor de cabeza junto a Viktor Orbán en los últimos años por sus vulneraciones a los valores europeos. Por eso, los 24 eurodiputados que le puede aportar Meloni, que estará dentro del acuerdo del Consejo Europeo, le pueden restar más de lo que le suman.

Meloni se reivindica

La ambigüedad con la que ahora juega Von der Leyen choca con la clara oferta que le hizo a Meloni hace menos de dos semanas al mismo tiempo que la jefa de los Reformistas y Conservadores (ECR, grupo en el que está en cuadrado Vox) ha reivindicado este lunes. “Se impone que Europa mire más a la derecha”, ha sentenciado la primera ministra italiana.

Sin embargo, el líder del PPE deslizó que le generan más confianza algunos partidos de la extrema derecha del grupo de los Reformistas y Conservadores (ECR) que los verdes poniendo como ejemplo la votación del pacto migratorio, que ha recordado votaron a favor los Fratelli d'Italia de Giorgia Meloni o los checos de ODS y que rechazó el grupo verde. Así lo ha hecho en declaraciones a los periodistas tras la primera toma de contacto que han tenido los presidentes de los grupos parlamentarios de la Eurocámara este martes pasada la resaca electoral.

La principal imagen que ha quedado de esa cita es la conversación de 30 minutos que han mantenido posteriormente el propio Weber con la copresidenta de Los Verdes, Terry Reintke, que se ha ofrecido a negociar la próxima mayoría parlamentaria ante la posibilidad de que a los tradicionales socios (PPE, socialistas y liberales) les salgan fugas a la hora de validar la propuesta de presidencia de la Comisión Europea, por ejemplo. Reintke ha trasladado a Weber su intención de negociar siempre y cuando la extrema derecha quede fuera de la ecuación y se respete el avance de la agenda verde que en la recta final de la anterior legislatura se paralizó en buena medida por las protestas de los agricultores. Además, ha recordado que su grupo cumple con las condiciones que ha puesto el PPE para los pactos: son proeuropeos, pro-Ucrania y pro estado de derecho, ha dicho.

Weber no ha cerrado, no obstante, ninguna puerta y ha dejado claro que el primer paso será que los jefes de Gobierno -entre los que ha citado a Scholz y Macron- den “claridad” sobre su compromiso con la alianza a tres que operó la pasada legislatura.

Las próximas semanas son clave. El reparto del poder comenzará a hablarse en los márgenes de la cita del G7 esta misma semana y el próximo 17 de junio los líderes de los 27 mantendrán una cena para abordar el asunto con el objetivo de cerrar los altos cargos a finales de mes. Los socialistas ya han reclamado la presidencia del Consejo Europeo.