Westminster noquea el Brexit: ¿y ahora, qué? “El tiempo se acaba”
“Ella no va a tirar la toalla”. Quien lo dice es una fuente del Gobierno británico, que seguía desde una pantalla gigante en la sala de prensa del Parlamento de Estrasburgo la votación de Westminster: “Siempre que se ha visto ante dificultades, ha tirado para adelante”.
Pero lo cierto es que el varapalo sufrido por Theresa May en el Parlamento británico este martes ha sido mayúsculo: la Cámara de los Comunes ha dado un sonoro portazo a su acuerdo de salida de la UE firmado a finales de noviembre.
“Nos encaminamos al abismo, a la salida sin acuerdo, algo que no quiere nadie en Reino Unido ni en la Unión Europea”, explica la fuente. ¿Entonces? “¡Ayúdennos!” Pero Bruselas ya ha dicho que el acuerdo no se renegocia, y lo más que están haciendo es repetir, con muy bonitas palabras, lo que viene en el texto: que la salvaguarda para la frontera irlandesa no es una trampa para atrapar para siempre a Reino Unido en la UE. Al contrario.
Pero los parlamentarios británicos no se lo han creído. O quieren otra cosa. O no saben bien qué quieren. O no hay mayoría para nada en concreto.
¿Entonces? ¿Retirar el Brexit? ¿Pedir un aplazamiento de la salida de la UE? ¿Un nuevo referéndum? ¿Elecciones? ¿Brexit sin acuerdo?
Lo primero será la moción de confianza laborista, que May confía en superar. Si la supera, la primera ministra británica tiene ahora tres días laborables para volver al Parlamento con una nueva propuesta, si bien en Bruselas insisten que no hay margen para renegociar el texto.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha difundido un comunicado en el que afirma que “por parte de la UE el proceso de ratificación del Acuerdo de Retiro continúa. El acuerdo es un compromiso justo y el mejor posible. Reduce los daños causados por el Brexit para ciudadanos y empresas en toda Europa. Es la única forma de garantizar una retirada ordenada del Reino Unido de la Unión Europea. El riesgo de una retirada desordenada del Reino Unido ha aumentado con el voto de esta noche. Si bien no queremos que esto suceda, la Comisión Europea continuará su trabajo de contingencia para ayudar a garantizar que la UE esté completamente preparada. Insto al Reino Unido a aclarar sus intenciones lo antes posible. El tiempo se acaba”.
Eso sí, lo que sí ha hecho el negociador jefe de la Comisión, Michel Barnier, abrir la puerta a negociar con Londres tras el varapalo al Brexit: “Es el momento de que Reino Unido nos diga los siguientes pasos, y de la UE permanecer unida y determinada para alcanzar un acuerdo”.
“Si no es posible un acuerdo”, ha tuiteado el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, “y nadie quiere un no acuerdo, ¿quién tendrá el valor de decir cuál es la única solución posible?” En ese sentido se ha expresado la primera ministra: “El Gobierno ha escuchado a la Cámara, sabe lo que no quiere, pero no ha dicho qué es lo que quiere”.
Un portavoz del presidente del Consejo Europeo citado por Sky News, ha abundado un poco más: “Lamentamos el resultado de la votación e instamos al Gobierno del Reino Unido a aclarar sus intenciones con respecto a sus próximos pasos lo antes posible. La EU27 permanecerá unida y responsable como lo hemos estado durante todo el proceso y buscará reducir el daño causado por Brexit. Continuaremos nuestros preparativos para todos los resultados, incluido un escenario sin acuerdo. El riesgo de una salida desordenada ha aumentado con este voto y, aunque no queremos que esto suceda, estaremos preparados para ello. Continuaremos el proceso de ratificación de la UE del acuerdo alcanzado con el gobierno del Reino Unido. Este acuerdo es y sigue siendo la mejor y la única forma de garantizar un retiro ordenado del Reino Unido de la UE”.
Si May pierde la confianza, cae el Gobierno y Reino Unido se encaminará a unas elecciones anticipadas que previsiblemente pueda ganar el líder laborista, Jeremy Corbyn. Pero difícilmente con unas elecciones de por medio podría seguir vigente el 29 de marzo como fecha de salida.
Precisamente el 29 de marzo es una fecha de salida que sí quiere mantener Theresa May. Entre otras cosas porque no hay mucho margen para posponer la salida. ¿Por qué? Porque el 26 de mayo hay elecciones europeas y están convocadas sin Reino Unido y con un reparto de escaños que excluye a Reino Unido y, como ha dicho este martes en Estrasburgo el líder del PPE en el Parlamento Europeo, Manfred Weber, “no tiene sentido que diputados electos de un país que se está yendo de la UE puedan condicionar el futuro próximo de la UE”.
En relación con el Parlamento Europeo, además del 26 de mayo, fecha de las elecciones y que el PPE pone como fecha tope para retrasar la retirada desde el 29 de marzo, realmente se encontrará de forma inoperante hasta la toma de posesión de los nuevos eurodiputados: el 1 de julio.
Es decir, hasta el 1 de julio de 2019, no se produciría la paradoja imposible de tener un Parlamento Europeo sin diputados de un país que pertenece a la UE, como sería el caso de Reino Unido si no se ha ido el 29 de marzo y quiere pedir un retraso de la fecha de salida para convocar elecciones, convocar un nuevo referéndum o intentar renegociar algún aspecto del acuerdo de retirada que este martes ha sido despachado por el Parlamento británico.
¿Qué otras alternativas hay al margen de que caiga May si pierde la censura o que pacte con la UE posponer la salida unos meses?
Además de que las fuentes británicas y la propia primera ministra insisten en que la fecha es el 29 de marzo y que lo que tiene que hacer el Parlamento es decir “qué quiere”, hay otras posibilidades.
Por ejemplo, retirar el artículo 50. Es decir, retirar la solicitud de retirada de forma unilateral, algo que validó la Corte de Justicia Europea recientemente y que facultaría al Gobierno británico a detener en seco el proceso. Esta hipótesis, en principio, no está encima de la mesa de May.
Pero si no se retira el artículo 50 y no hay manera de encontrar un acuerdo que satisfagan a los diputados, como parece, lo siguiente es ir a un Brexit sin acuerdo. Y, justo antes de saltar al vacío, que el miedo resucite un acuerdo muerto. O, de lo contrario, que Reino Unido y la UE salten de la mano al vacío.