Esta semana, Corea del Sur y China han demostrado que no es fácil levantar el confinamiento y que las autoridades no pueden bajar la guardia a la hora de evitar un rebrote de coronavirus. En Alemania, las cifras también han despertado preocupación en plena desescalada. Los primeros alumnos han podido volver a las aulas en Francia y Finlandia, mientras Rusia da los primeros pasos para levantar las restricciones, aunque se siguen registrando un buen número de casos diarios. En los últimos días América se ha consolidado como epicentro de la pandemia, por delante de Europa y en el mapa de África ya no hay países sin contagios confirmados.
Te resumimos lo más destacado:
La semana arrancaba con inquietud en Alemania por un número: el que mide el número de personas a las que contagia, de media, un paciente. Es un indicador clave sobre el control de la epidemia, que el país había conseguido mantener por debajo de uno. Pero durante varios días la llamada tasa R0 ha superado esta cifra, lo que ha alimentado la preocupación por un posible repunte de los casos en un momento en el que el país avanza en su desconfinamiento. Según el último informe de las autoridades sanitarias, ha vuelto a bajar y actualmente se sitúa en 0,75. La agencia gubernamental que lidera la vigilancia del brote ha pedido observar “con mucho detenimiento” la evolución de este indicador en los próximos días y no sacar conclusiones precipitadas, ya que puede sufrir oscilaciones estadísticas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dicho que el caso de Alemania ilustra que incluso en países que han tenido respuestas “positivas” a la pandemia, “liberar los confinamientos es complejo y difícil”, por lo que ha vuelto a pedir a los Gobiernos que huyan de la autocomplacencia y permanezcan vigilantes para evitar un resurgimiento de los brotes.
Junto a Alemania, la OMS puso como ejemplo lo ocurrido en Corea del Sur, que intenta hacer pruebas a toda velocidad a todos aquellos que puedan haber estado en contacto con un caso detectado en una zona de bares y discotecas de Seúl. Los investigadores tratan de localizar a unas 2.000 personas, con la dificultad añadida que supone la fuerte discriminación que sufre la comunidad LGTBI, ya que varios locales están ligados a este colectivo. Los contenidos homófobos en Internet se han disparado: “Si me hacen la prueba, sabrán que soy gay”.
El otro ejemplo sobre la necesidad de permanecer alerta, según la OMS, es Wuhan. El nombre la ciudad china en la que se detectó por primera vez el SARS-CoV-2 ha vuelto a sonar esta semana después de registrar el primer grupo de casos desde que se levantó su estricta cuarentena de 76 días. El temor a una segunda ola de infecciones ha llevado a las autoridades a desplegar una campaña masiva de test. Su objetivo, dicen, es evaluar a los 11 millones de habitantes de la urbe, mientras la preocupación se centra sobre todo en los pacientes asintomáticos. Este jueves, según recoge Reuters, hombres, mujeres y niños hacían cola bajo sus paraguas para hacerse las pruebas de ácido nucleico en un complejo residencial de la ciudad.
Mientras tanto, el Gobierno de Japón ha decidido levantar el estado de alerta sanitaria en la mayor parte del territorio nacional, donde los contagios se han reducido, aunque seguirá en vigor en la región de Tokio.
Seguimos muy pendientes de Rusia, que ha vuelto a escalar en la lista de países más afectados por la pandemia. Ahora es el segundo, solo por detrás de la otra gran potencia mundial, Estados Unidos, con más de 250.000 casos contabilizados, un incremento que las autoridades rusas atribuyen a un amplio programa de pruebas. Persisten las dudas sobre cómo se están contando los fallecidos con COVID-19, ya que Rusia ha registrado en sus balances oficiales una mortalidad muy inferior a otros territorios con niveles de contagio similares. El Gobierno ha negado rotundamente toda acusación de “manipulación de las estadísticas”. La ciudad de Moscú ha dicho que ha atribuido la muerte de más del 60% de los pacientes con coronavirus en abril porque una autopsia mostró que habían muerto por otras causas, defendiendo que se trata de una metodología “excepcionalmente precisa”.
El gigante euroasiático ha ocupado titulares por más razones. Las autoridades han decidido suspender el uso de un tipo de ventilador fabricado en territorio nacional tras los incendios en dos hospitales, en Moscú y San Petersburgo, que se cobraron la vida de seis personas. La otra noticia ha sido que a pesar de que el país lleva desde comienzos de mes registrando alrededor de 10.000 nuevos contagios diarios y la epidemia no ha mostrado signos de remitir, el presidente Vladimir Putin ha apostado por flexibilizar el confinamiento, aunque las regiones tienen margen a la hora de aplicarlo. Por ejemplo, Moscú no se reabrirá hasta finales de mes.
El anuncio le ha acarreado las críticas de quienes consideran que reducir las restricciones pone en peligro la salud de la población y está motivada por razones financieras, muy similares a las que ha enfrentado el presidente de EEUU, Donald Trump, que, por cierto, ha vuelto a sembrar la polémica tras responder a una periodista asiático-americana que le hiciese su pregunta “a China”. Porque la batalla geopolítica no termina. Las autoridades estadounidenses han acusado esta semana a piratas informáticos chinos de haber llevado a cabo ciberataques contra centros de investigación estadounidenses para robar información sobre las vacunas y los tratamientos que se están probando frente a la COVID-19. No es el único ejemplo. Aquí te contamos cómo la búsqueda de respuestas sobre el origen del coronavirus y cómo acabar con él ha desatado una ola de ciberespionaje entre Estados.
Los datos más recientes de personas que se han contagiado con COVID-19 en el mundo, que ya son más de cuatro millones, confirman que el foco de la pandemia se ha trasladado a América, que ha sobrepasado a Europa en número de casos detectados. La semana ha sido especialmente dura en Brasil y en México, que han registrado sus mayores números diarios de personas fallecidas con coronavirus desde el inicio de la pandemia. En total, las muertes en el conjunto del continente americano superan las 106.000.
Algunas de las imágenes de la semana las ha dejado Francia, que ha comenzado su proceso de desescalada gradual tras casi dos meses de cierre. Los alumnos de primaria e infantil han podido volver al colegio de forma voluntaria y dando prioridad a los hijos de padres que trabajan en servicios esenciales como sanitarios y policías o en situación de vulnerabilidad. ¿Y qué hemos visto? Niños jugando en el recreo en cuadrados individuales pintados en el suelo, profesores con mascarillas y pupitres separados con cintas. Finlandia también ha dado este jueves el paso, con la apertura escalonada de escuelas y guarderías, una decisión que no ha estado exenta de polémica por la oposición de algunos padres y maestros debido al riesgo de contagio, al igual que ha ocurrido en otros países.
Imagina tener que escoger a las cuatro personas con las que podrás cenar en las próximas semanas. ¿A quién eliges? ¿qué pasa si no te eligen? Desde el domingo, los ciudadanos de Bélgica están enfrentándose al rompecabezas de decidir cuál va a ser su “burbuja social” en esta fase del desconfinamiento. No es el único país que está experimentando con este enfoque para retomar poco a poco el contacto físico con amigos y familiares. Nueva Zelanda, que parece haber controlado el brote con cierto éxito, ha apostado decididamente por pedir a sus ciudadanos que se relacionen en pequeños grupos fijos. Una curiosidad: la isla se ha adentrado este jueves en su siguiente nivel de desconfinamiento y los medios locales han mostrado a gente haciendo cola pasada la medianoche para cortarse el pelo en la peluquería.
El próximo lunes estaremos muy atentos a lo que ocurre en Italia, que se prepara para abrir numerosos negocios y establecimientos después de que el Gobierno permitiera a las regiones adelantar dos semanas las reaperturas, a pesar de que el plan inicial establecía plazos más prolongados. La concesión se produjo después de un auténtico pulso entre ambas partes. En un primer momento se estipuló que el 18 de mayo sería el turno de bibliotecas, museos y comercios minoristas y el 1 de junio el de bares y restaurantes y centros estéticos. Sin embargo se espera que estos últimos locales puedan abrir en gran parte del país el 18 de mayo. Esta semana, el Ejecutivo ha aprobado un decreto que destina 55.000 millones de euros para ayudas a las familias, empresas y sectores más afectados por la crisis. Entre las medidas se incluye la concesión de un permiso temporal a los migrantes que se dediquen a las labores agrícolas y de cuidados domésticos. Así lo anunciaba la ministra de Agricultura.
Era uno de los últimos lugares del mundo que aseguraban estar libres de coronavirus... hasta esta semana. Lesoto, un pequeño país al sur de África, ha informado este miércoles de su primer caso confirmado de COVID-19, importado de Oriente Medio, una semana después de que el país levantara su cierre nacional. Era el único país que quedaba en todo el continente africano sin detectar contagios. Según la oficina regional de la OMS en África, más de la mitad de los países han registrado una amplia transmisión comunitaria. “El virus ha afectado en gran medida a las poblaciones urbanas, y la mayoría de las comunidades rurales no se han visto afectadas o solo han notificado casos esporádicos”, señalan.
Nos despedimos con un ojo en Grecia, porque esta semana las autoridades han detectado durante pruebas aleatorias los dos primeros casos de COVID-19 entre migrantes y refugiados que llegaron hace una semana a la isla de Lesbos desde las costas de Turquía. Eran asintomáticos. Las organizaciones humanitarias piden al Ejecutivo que prepare un amplio plan de prevención para evitar el estallido de la pandemia en alguno de los superpoblados campos. El otro ojo lo tenemos en Bangladesh, que también ha confirmado los dos primeros positivos en uno de los campos de refugiados del sur donde residen más de un millón refugiados rohingyas en condiciones muy precarias.