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Análisis. Trópico 5 para PS4. A mandar, y que nadie replique

Trópico 5

Álvaro Alonso

Los llamados “city builders” cosecharon un éxito considerable hace algunos años con el lanzamiento de la primera entrega de una saga que, a día de hoy, se sigue considerando la mejor dentro del género. Hablamos, por supuesto, de SimCity, un título que se ha hecho con una gran legión de fans y ha abierto el camino para muchas otras franquicias de ese estilo que se han hecho con su propio renombre.

Entre ellas destaca la saga Trópico, una de las que mejor ha sabido crecer y adaptarse al paso del tiempo, y que entra sin duda en el Top de los mejores city builders. Hace unos meses, la saga nos regaló una nueva entrega, Trópico 5, que aterrizó en Xbox One y PC con nuevas características y gráficos mejorados, pero hemos tenido que esperar hasta ahora para poder probarlo en PlayStation 4. ¿La larga espera ha valido la pena? ¿Ofrece algo distinto a las versiones previas?

Como en las anteriores entregas de la saga, en Trópico 5 nos ponemos al frente de nuestra propia isla tropical, con toda la libertad del mundo para convertirnos en un presidente respetable o en todo un dictador caprichoso. Como líder de la isla tendremos que decidir qué políticas seguimos, qué medidas tomamos y cómo nos enfrentamos a diferentes problemas que irán surgiendo a medida que juguemos.

Como podéis imaginar, la saga se caracteriza por un estilo del humor canalla que hace que nos enfrentemos a cada situación con una sonrisa. Cada ley, cada revuelta y cada decisión tendrán un contexto desternillante, e incluso las decisiones disponibles están pensadas para parodiar a los gobiernos opresores. De esta forma tendremos que amañar votaciones, corromper a nuestros subordinados (y de paso llevarnos más de un pellizco a nuestra cuenta en Suiza), difamar a rivales políticos, y si se da el caso, incluso deshacernos de ellos.

Cuando comenzamos la partida, lo primero que se nos pide es personalizar a nuestro dictador. Podemos elegir su origen (caucásico, asiático, etc.), escoger sus rasgos y vestirlo con trajes que van desde el del mismísimo Napoleón a otros como uniformes militares, trajes de chaqueta y corbata, etc. A pesar de que este modo de creación del personaje no es para nada extenso, hay algunos detalles, como gafas especiales, puros y otros complementos que darán a nuestro dictador la personalidad que necesita.

Una vez estemos satisfechos con el resultado, podemos pecar de precavidos y acceder a un tutorial especial donde nos cuentan todas las opciones (tantísimas que es imposible recordarlas a la primera) o bien empezar a jugar directamente, empezando poco a poco con las tareas básicas y, más adelante, ir ampliando nuestras responsabilidades.

Podemos elegir crear un mapa personalizado creado aleatoriamente. Al empezar la partida podemos decidir el tamaño de nuestra isla, la cantidad de elevación y superficies planas que tendrá, la cantidad de recursos que dispondrá y el clima gobernante. Todas estas opciones están pensadas para decidir la dificultad del juego, ya que si la isla es muy pequeña será difícil prosperar, así como si hay pocos recursos. Si hay muchas montañas será difícil construir, mientras que si el clima es malo, no atraeremos mucho turismo.

Arrancamos en plena Era Colonial, cuando no somos más que una colonia más que pertenece a la Corona. Las partidas se dividen en fases, cada una basada en una época, y en esta lo primordial será conseguir nuestra independencia. Pero antes de eso tendremos que tener contento a su Majestad, que nos mandará diversas misiones. Si las cumplimos nuestro mandato sobre la isla continuará, pero si desobedecemos las órdenes acabaremos siendo expulsados.

Además de esto, tendremos que conseguir la mejor calidad de vida posible para la población. Esto será complicado, ya que en esta época los edificios no están avanzados y la economía depende de la producción de materias primas. Además, si queremos superar esta fase debemos conseguir aliados que nos apoyen cuando nos revelemos contra la Corona y declaremos la independencia.

Una vez hecho, saltamos a la época de las Guerras Mundiales. Aquí la prioridad será instaurar el orden y mantenerse en el poder el máximo tiempo posible. En esta época se desbloquearán nuevos edificios e industrias, y podremos construir fábricas que mejoren la calidad de vida de la población, sin embargo también tendremos que enfrentarnos a las nuevas ideas de democracia y elecciones libres.

Durante las Guerras Mundiales, además, tendremos que lidiar tanto con las Potencias del Eje como los Aliados, poniéndonos de parte de uno u otro o bien intentando mantenernos neutrales. Eso sí, debemos tener mucho cuidado, ya que pueden cansarse de nosotros e invadir (al fin y al cabo, son Guerras Mundiales, y nuestra isla es un bocadito apetecible e indefenso). Si permitimos que estalle la rebelión dentro de nuestras fronteras, también podríamos perder nuestro puesto.

Si terminan las dos guerras y seguimos en nuestro cargo pasaremos a los tiempos de la Guerra Fría, donde tendremos que centrarnos en los negocios y lidiar con EE.UU y la URSS. Estas dos grandes potencias estarán centradas en grandes proyectos tecnológicos y de investigación, y nosotros no debemos ser menos. Ganaremos la fase si conseguimos un programa nuclear o un programa espacial que nos convierta en una potencia a tener en cuenta.

La última fase se ambienta es la de los Tiempos Modernos. En ella ya habremos desbloqueado todos los edificios y tecnología disponible, y tendremos que gobernar para tener al populacho contento y sin quejarse. Para ello tendremos que entretenerlos, tenerlos bien alimentados y cuidados y tratar con potencias extranjeras como Europa, China u Oriente Medio. Si los tenemos contentos no se quejarán, y qué mejor que eso para que nuestra dinastía siga existiendo.

Porque nuestro dictador inicial acabará muriendo con el paso del tiempo, y será responsabilidad de su hijo seguir su tarea. Si lo hacemos bien podremos crear una auténtica dinastía de gobernantes. Si lo hacemos mal, desaparecemos y nos recordarán como un breve y penoso episodio de la historia de Trópico.

Sobre el sistema de juego, el sentido común será nuestra principal baza. A medida que juguemos nuestros consejeros nos informarán de las distintas situaciones que surjan, y que tendremos que resolver usando la cabeza. Por ejemplo, si los ciudadanos se quejan de la delincuencia, tendremos que contratar más fuerzas de seguridad. Si por el contrario el turismo desciende, tendremos que crear más entretenimientos que atraigan a los visitantes.

Por supuesto, también tendremos que anteponernos a los problemas y trabajar para evitarlos. Antes de que la población no tenga donde vivir, tendremos que construir nuevas zonas habitables. Si nos quedamos cortos de materias primas, tendremos que crear más campos de cultivo y buscar otras fuentes de energía. Si el dinero escasea, tendremos que comercializar con el exterior y recibir ingresos extra.

Si nos cansamos de jugar a largo plazo podemos salir de la Campaña y realizar misiones puntuales, en las que nuestros consejeros nos presentarán diferentes problemas que debemos resolver. Por otro lado, si preferimos jugar a nuestro aire al más puro estilo sandbox, podemos decidir época, escenario y trastear indefinidamente con las vidas de nuestros súbditos.

Trópico 5 tampoco se olvida de un modo multijugador para todos aquellos que quieran jugar acompañados, permitiendo hasta a cuatro usuarios participar en la misma partida. Podremos decidir jugar colaborando o enfrentándonos unos a otros, pugnando por los escasos recursos de una zona o firmando tratados y alianzas.

Todas estas características ya las vimos en Xbox y PC, así que probablemente muchos os preguntéis qué atractivo tiene esta versión para PlayStation 4. Respondemos que, principalmente, que incluye los DLC “Bayo del Olfato” y “The Big Cheese”, que en las anteriores ediciones tuvieron que comprarse por separado.

Aparte de eso, no hay nada nuevo o destacable, excepto un port de los controles al mando de la consola bastante correcto. Aunque los city builders suelen considerarse juegos de ordenador, con Trópico 5 aseguramos que no hay limitaciones o problemas en consolas. Podemos movernos con el mapa con los sticks, y cada botón tiene una función distinta y aprovechable.

Gráficamente no se incluyen mejoras o añadidos, y tampoco cambia la constante música caribeña que puede poner un poco de los nervios si jugamos muchas horas seguidas. En general, no hay novedades y es simplemente un port para PS4 en el que los jugadores que ya han probado el título no encontrarán nada nuevo.

Lo mejor:

  • La multitud de opciones a la hora de controlar y gobernar nuestra isla. Tenemos que decidir sobre la economía, la política exterior, la interior, etc.
  • El sentido del humor canalla y paródico, representante de la saga, que en esta entrega se luce.

Lo peor:

  • No presenta grandes novedades respecto a las anteriores entregas. Concretamente, la versión de PS4 ni siquiera presenta novedades respecto a las de Xbox y PC.

Conclusiones

ConclusionesAnálisis. Trópico 5 para PS4. A mandar, y que nadie replique

Trópico 5 es un juego divertido, especialmente para los amantes de la estrategia y la construcción. Su versión para PS4 trae muchas horas de diversión, pero sólo para los que no lo hayan probado en Xbox y PC.

No trae novedades interesantes o grandes ampliaciones de contenido, convirtiéndolo en un port normal y corriente que ha tardado más de la cuenta en ver la luz.

Por: Álvaro Alonso

Análisis. Trópico 5 para PS4. A mandar, y que nadie replique

05/04/2015

7 / 10 estrellas

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