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El viaje de Clara Thalmann a las Olimpiadas contra el nazismo de 1936 en Barcelona

Cartel de la Olimpiada Popular de 1936

Javier Martín Galindo

25 de julio de 2021 21:43 h

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El 18 de julio de 1936, todo estaba preparado en Barcelona para la inauguración al día siguiente de la Olimpiada Popular. Esa tarde, Pau Casals dirigía la orquesta que ensayaba la Novena Sinfonía de Beethoven, una interpretación que iba a formar parte de la celebración de apertura del evento. Cuando estaba a punto de arrancar el Himno de la Alegría, llegó un mensajero enviado desde el Palau de la Generalitat con la noticia de que se había producido un alzamiento militar contra la República y todos los actos quedaban suspendidos.

Casals, intuyendo la gravedad de lo ocurrido, se dirigió a sus músicos y los invitó a completar el ensayo. Mientras el coro cantaba el himno de hermanamiento por antonomasia, en las calles se fraguaba una lucha fratricida. “Las lágrimas no me dejaban ver las notas”, reconoció Casals, desde el exilio, años más tarde.

Una Olimpiada contra el nazismo

Barcelona se había postulado como candidata para organizar los Juegos Olímpicos de 1936, que finalmente el COI terminó concediendo a Berlín. Sin embargo, desde la elección de la sede hasta la celebración del acontecimiento, había sucedido algo inesperado: el ascenso al poder del nazismo. Ante la negativa del COI a cambiar de sede, hubo varios países que se plantearon el boicot, pero finalmente solo España cumplió la amenaza

Además de no enviar a su equipo olímpico a Alemania, la España republicana decidió organizar una competición alternativa a los Juegos de Berlín. El acontecimiento recibió el nombre de Olimpiada Popular y pretendía ser un evento de ambiente festivo que pusiera el acento en la fraternidad, la igualdad y la lucha contra el racismo: en el póster oficial aparecían dibujados tres atletas con diferentes tonos de piel. Mientras el resto del mundo miraba hacia otro lado, la Olimpiada Popular plantaba cara al fascismo. Y como no solo de deporte vive el hombre, se programaron una serie de actividades culturales para complementar las pruebas deportivas.

En una época en la que las comunicaciones eran arcaicas, el festejo se organizó en solo tres meses. 6.000 atletas de 22 países llegaron a Barcelona a mediados de julio para participar en la Olimpiada de Barcelona. Estados Unidos, el Reino Unido, Argelia o Siria fueron algunos de los países representados. Las delegaciones de Alemania e Italia estaban formadas por exiliados. Las selecciones estaban compuestas en su mayor parte por obreros, en contraposición al espíritu aristocrático con el que habían nacido los Juegos de Coubertin, pero también acudieron atletas que deseaban boicotear los Juegos Olímpicos de Berlín. 

Cuando todo estaba listo para empezar, el golpe de estado del 18 de julio acabó con la paz, la democracia y la Olimpiada Popular.

Deportistas en el frente de guerra

Miles de atletas que habían viajado a Barcelona para participar en un espectáculo deportivo, de pronto se vieron en medio de las barricadas. La mayoría escapó como pudo, pero algunos decidieron unirse a las milicias para combatir contra el bando sublevado. Fue el caso de algunos de los ciclistas del británico National Clarion Cycling Club. Se trataba de un club de inspiración socialista, fundado a finales del siglo XIX, que había viajado a Barcelona para participar en la competición. Cuatro de sus miembros murieron en la guerra peleando en las Brigadas Internacionales.

Otra de las deportistas que se unió a la lucha fue la suiza Clara Thalmann, que llegó a Barcelona para participar en las pruebas de natación y terminó enrolada en la anarquista Columna Durruti. La de Thalmann es una biografía apasionante. Muy joven se unió al Partido Comunista de Suiza, fascinada por la Revolución de Octubre, pero se fue desencantando del comunismo con el ascenso de Stalin al poder, moviéndose hacia posiciones trotskistas. Finalmente, sus críticas a Stalin acarrearon su expulsión del partido, junto a su marido Pavel.

Pavel se unió a su mujer en España cuando la Columna Durruti se encontraba defendiendo el frente de Aragón. Los dos se vieron envueltos en los Sucesos de Mayo de Barcelona, una serie de combates que, en plena Guerra Civil, enfrentó a diferentes facciones del bando republicano con resultado dramático. El conflicto terminó con 400 muertos y 1.000 heridos. Estos hechos aparecen reflejados en el libro de George Orwell Homenaje a Cataluña. El escritor británico batalló en la guerra en las filas del POUM y coincidió en las barricadas con Clara Thalmann. 

El matrimonio Thalmann combatió en estos enfrentamientos junto a la agrupación denominada Amigos de Durruti, que resultaron perdedores en la revuelta, por lo que la pareja decidió pasar a la clandestinidad. Clara y Pavel fueron detenidos por las fuerzas de seguridad republicanas cuando intentaban abandonar España en un bote y fueron encarcelados durante varios meses.

De la Columna Durruti a la resistencia antinazi

El siguiente capítulo de la peripecia de los Thalmann está ambientado en París, donde se asentaron tras ser liberados finalmente de la prisión española, gracias a la intervención de la diplomacia suiza. Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial y Francia se somete al colaboracionista gobierno de Vichy, la pareja se integra en la resistencia, dentro del GPR (Grupo Revolucionario Proletario). Salvaron la vida de judíos, exiliados alemanes y otros perseguidos a los que escondieron en su hogar de la persecución nazi. Terminada la contienda, Clara y Pavel se establecieron en Niza, buscando al fin un poco de sosiego. Allí crearon una comuna a la que acudían jóvenes libertarios de todo el mundo.

La agitada vida del matrimonio Thalmann fue recogida en unas memorias publicadas en alemán en 1977. Este texto ha visto la luz recientemente en España, compendiado, contextualizado y traducido por Fernando Sánchez Grassa, quien no pudo ver la obra editada al fallecer en 2019 escalando el Himalaya. ‘Viviendo la revolución del 36, Clara y Pavel Thalmann en la revolución libertaria’ fue publicado en 2020 por la editorial Descontrol. Allí se narran las aventuras y desventuras de una mujer que llegó a España para competir en la piscina y terminó en las trincheras. Una deportista que dedicó su vida a combatir el fascismo.

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