'La piel fría'. La adaptación de la novela de Sánchez Piñol se queda helada [Crítica]
Llevar a la gran pantalla una obra literaria siempre supone un reto, que además se complica si hablamos de La pell freda del escritor y antropólogo Albert Sánchez Piñol, una de las novelas de fantasía y aventuras más vendidas y reconocidas en nuestro país en la última década. El director francés Xavier Gens, al que volveremos a ver en la taquilla española en noviembre con The crucifixion, firma esta adaptación, respetuosa con el libro, pero que no termina de conectar con el espíritu de la obra y que, a pesar del gran trabajo visual, deja al espectador con la piel más fría que la del ser acuático al que da vida Aura Garrido.
Nos situamos en una isla perdida en medio del océano tras el estallido de la I Guerra Mundial. Un oficial atmosférico [David Oakes] desembarca es este lugar inhóspito y rocoso con la misión de hacer mediciones climatológicas durante todo un año. Pero la isla esconde un peligro desconocido y nuestro protagonista solo encontrará la compañía del huraño Gruner [Ray Stevenson] y la protección de su faro. La historia y la romántica atmósfera del film atrapan a la audiencia en un primer momento, especialmente con la irrupción de ‘los otros’: unas criaturas marinas -híbrido entre anfibio y ser humano- que surgen violentamente del mar cada noche para acabar con los invasores de su hogar.
A pesar de la voz en off, que no agiliza el ritmo del metraje, la premisa inicial es intrigante y el relato gana en interés cuando descubrimos que Gruner cohabita con Aneris [Aura Garrido, irreconocible tras una espectacular sesión diaria de ocho horas de maquillaje protésico], una de las bestias marinas que ha sido domesticada y convertida por este misántropo en su única compañía emocional y sexual. Sin embargo, en este punto La piel fría se queda helada, y la lucha por la supervivencia de los dos hombres y el constante asedio de los monstruos se convierten en un acto repetitivo, un bucle narrativo que parece no llevar a ninguna parte.
Visualmente, la película sí funciona
La historia no termina de acompañar a la imagen, porque visualmente la película sí funciona. La dirección artística de un genio recientemente fallecido como Gil Parrondo y la fotografía de Daniel Aranyó comunican la soledad y el aislamiento de los personajes mucho mejor que el propio guión, y las bellas secuencias grabadas en un paraíso natural como es Lanzarote –elegido tras descartar Islandia por las pocas horas de luz para grabar y las bajas temperaturas- es bastante más elocuente que los diálogos entre los dos 'outsiders': estos antihéroes acaban pareciendo anodinos y desdibujados.
En contraste con la frialdad de los humanos, destaca la calidez de Aura Garrido, convertida en una criatura que, a pesar de no articular ni media palabra, consigue ser el personaje que genera más empatía entre el público gracias a su comunicación corporal y a la limitada gestualidad que le permite la máscara de Aneris. No es de extrañar que la actriz española haya definido este trabajo a Kinótico como “el más físico de su carrera”. Además, Aneris –sirena al revés- es el verdadero núcleo de la novela: es el espécimen que humaniza a los monstruos, que desmonta todas las creencias establecidas y que nos hace dudar sobre quiénes son verdaderamente los seres civilizados. “Darwin estaba equivocado”, reza la película.
No es una cuestión menor que el escritor Sánchez Piñol también sea antropólogo, porque en ese nivel de análisis subyace el mensaje de La piel fría: no estamos tan lejos de aquellos a quienes creemos odiar. Es una metáfora del choque de civilizaciones con la que se pueda explicar nuestra historia e incluso la realidad que nos toca vivir hoy en día. La propia Aura Garrido nos pone sobre la pista del punto de partida del libro de Sánchez Piñol: “Él pensaba en todos esos conquistadores que se iban encontrando con comunidades desconocidas y cómo se enfrentaban a lo diferente”. El film reflexiona sobre temas universales como ‘el rechazo a lo diferente’ y ‘el miedo a lo desconocido’, pero el mensaje ecologista y pacifista resulta mucho más interesante que el desarrollo de los protagonistas y sus conflictos internos, con los que cuesta mucho conectar por estar poco desarrollados o directamente mal resueltos.