Es el punto álgido de Blade Runner, la escena más icónica y posiblemente uno de los diálogos más bonitos que se han escrito nunca en el género de la ciencia ficción. La música de Vangelis en una azotea iluminada por neones, entre la niebla y la más que probable lluvia tóxica: Rick Deckard escucha atónito el soliloquio del replicante con el que peleaba a muerte y acaba de salvarle la vida. El agonizante Roy Batty pronuncia aquello de “yo he visto cosas que vosotros no creeríais”. El robot, el perfecto Nexus 6, asume su mortalidad después de su búsqueda desesperada por contestar a las grandes incógnitas de la naturaleza humana. Batty mata a su mismísimo creador para darse de bruces con la realidad. La máquina “más humana que los humanos” como prometía el lema de la Tyrell Corporation. Tras entender quién es y de dónde viene, acepta que después de la muerte “todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia”. Una figura mucho más poética para expresar el concepto de ‘vacío' que se le ocurrió al propio Rutger Hauer. El actor no se limitó a firmar una actuación perfecta como replicante en pleno descubrimiento de las emociones humanas, también dejó unas cuantas cuestiones existenciales.
Ya que no todos tenemos tan a mano a nuestro creador como Batty -para pedirle cuentas sobre nuestro lugar en el mundo-, mejor ceñirse a lo estrictamente cinematográfico. Sobre el futuro de la historia saldremos pronto de dudas -hoy mismo- con el estreno de Blade Runner 2049. Solo ha habido que esperar treinta y cinco años extradiegéticos y treinta dentro de la trama para saber qué fue de Deckard y de su amor replicante. Correremos un tupido velo sobre el final feliz de la película estrenada en 1982, compuesto con planos sobrantes que le prestó Kubrick a Ridley Scott, y sobre las siete versiones que han llegado a ver la luz desde entonces. Lo lógico parece tomar como punto de partida el montaje final de 2007 donde Scott dejó la gran pregunta más en el aire que nunca con la escena onírica de Deckard y el unicornio. Replicante o no, esas respuestas ahora están en manos de Denis Villeneuve. El canadiense ya ha demostrado tener pulso de sobra para la ciencia ficción con La llegada.
Las raíces de una película mítica
Las raíces de una película míticaPara indagar sobre los orígenes de Blade Runner solo hay que pensar en el presente del propio Villeneuve, el último director en atreverse a poner sus manos sobre Dune, la novela escrita por Frank Herbert en 1966 que obsesionó a personalidades tan variopintas como Alejandro Jodorowsky, David Lynch y, como no, a Ridley Scott. Un proyecto maldito que solo Lynch ha conseguido finalizar pero que aún así ha sido el germen de gran parte del cine de ciencia ficción de las últimas décadas. El recomendable documental Jodorowsky's Dune descubre todos los entresijos de la superproducción de ciencia ficción que en 1975 preparaba el director chileno para la que pretendía contar con las colaboraciones de Salvador Dalí, Pink Floyd y Orson Wells, entre otros.
Jodorowsky se estrelló con su propia ambición y su mejor herencia fueron todas las ilustraciones y storyboards del dibujante francés Moebius, los efectos especiales de Dan O’Bannon y los diseños de H.R. Giger. Este mismo equipo artístico comenzó a trabajar con Ridley Scott; juntos crearon el mito de Alien en 1979 gracias al espeluznante diseño del monstruo de H. R. Giger y poco después se atrevieron sin éxito a retomar el proyecto de Dune.Dune Ridley Scott salió escaldado pero se había forjado un nombre gracias a la ciencia ficción y acabó en sus manos el guión de la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, adaptada finalmente como Blade Runner.
Como el director británico ha reconocido abiertamente, ante las dudas creativas a la hora de plasmar el ambiente futurista y decadente de esta versión distópica de Los Ángeles, recurrió a referentes como Metrópolis de Fritz Lang, Alphaville de Godard, los dibujos de Enki Bilal y especialmente al cómic The Long Tomorrow, dibujado por Moebius y con guión de O’Bannon, que se había publicado años antes en la revista francesa Métal Hurlant y que posteriormente Scott descubrió en la versión norteamericana Heavy Metal. La cuadratura del círculo del cine de ciencia ficción. Una carambola que unió el talento de artistas de diferentes ámbitos para dar una base estética y temática a las películas de este género que estaban por llegar a la gran pantalla.
Las herederas del mito
Con todo esto y a pesar del dinero invertido, Blade Runner fue un fracaso en taquilla y pasó con discreción ante la crítica. El tiempo la ha tratado bien y esta cinta, con más espíritu de cine negro y policíaco que de ciencia ficción, se ha convertido en un film de culto. Las referencias son constantes. En Brazil, Terry Gilliam pinta con mucho más humor una sociedad igual de tecnologizada y asfixiante que la de Blade Runner y también tiranizada, al estilo Orwell en 1984. La visión tremendista de un futuro ciberpunk e irrespirableciberpunk, con la saga de Mad Max como máximo exponente, o un mundo donde las máquinas aplastan a su creador como en Terminator, Matrix, Ex Machina o, anteriormente, HAL en 2001, Odisea en el espacio.
El imaginario de contaminadas megalópolis, rascacielos, coches voladores y otros grandes avances científicos está en todos lados: El quinto elemento; Regreso al Futuro; Desafío total; Screamers; Minority Report; Yo, robot; Prometheus… Temas tan actuales como el ecologismo, la incomunicación o la tecnología que invade nuestro día a día aparecen incluso en la romanticona Her de Spike Jonze y en las series que han tomado el relevo, con Blackmirror profundizando en el conflicto entre el ser humano y la tecnología, o Westworld intentando responder a las grandes dudas sobre la robótica que ya inquietaban a Isaac Asimov: ¿Qué nos hace humanos? ¿Qué emociones nos diferencian de una copia perfecta? Preguntas quizás sin respuesta, como descifrar si acaso Deckard es más humano que Batty. Es el mismo androide quien se lo escupe a la cara a Harrison Ford tras descubrir a su novia asesinada a manos del blade runner: “¿No se supone que tú deberías ser el bueno?”. Qué demonios, ya que lo anda buscando, que se lo pregunte Ryan Gosling.