Es una forma de abuso o control muy sutil, pero no por ello menos peligrosa. La ciberdelincuencia de pareja es cada vez más frecuente y, según un estudio de UNIR, llega a afectar hasta a un 23% de los adolescentes. El avance de las nuevas tecnologías ha trasladado las formas tradicionales de violencia a las pantallas, sobre todo a través de los mensajes y las redes sociales.
Controlar dónde está tu pareja y con quién revisando sus redes, tener sus contraseñas, decirle lo que puede publicar o a quién puede seguir son algunos de los comportamientos más habituales detectados en este estudio, pero la ciberviolencia también puede llevar a alguien a humillar o a amenazar directa y públicamente a su pareja en redes.
La Universidad Internacional de La Rioja ha liderado esta investigación, que ha contado con la participación de 341 jóvenes de entre 13 y 18 años con pareja. Un estudio pionero realizado a lo largo de trece meses por investigadores del Grupo de Ciberpsicología de UNIR, junto con la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y la Universidad de Deusto.
La investigadora de UNIR y autora principal de este estudio, Jessica Ortega-Barón, ha detallado que uno de cada ocho adolescentes (del total de consultados) ha sido nueva víctima de violencia de pareja a través de las pantallas en los meses que duró el estudio, es decir, un 15% se convirtieron en víctimas en ese periodo.
Ortega-Barón ha incidido en la gravedad de normalizar actitudes como el control o las agresiones por “los mitos del amor romántico”, que nos llevan a creen que “si tu novio de controla es porque te quiere y si tiene celos es porque le importas”. La adolescencia “confunde un amor tóxico con un amor intenso”, en un periodo donde “todo se vive intensamente, son más vulnerables y tienen las primeras relaciones amorosas y sexuales”, pero “si estas primeras relaciones están caracterizadas por el abuso, estamos perpetuando ciertos patrones”.
Así, “la víctima se acostumbra a que este comportamiento sea normal y los agresores tienen a normalizar que cuando quieres a alguien lo puedes denigrar y si esta situación se cronifica en el tiempo puede afectar a su salud y a su calidad de vida”. Un problema que afecta más a las mujeres, que “son más controladas por sus parejas que los hombres”.
Más sensibilización y formación
Ante este problema, es necesario sensibilizar a la juventud “para que tengan relaciones amorosas basadas en el respeto y dejarles claro que lo contrario no es amor”. Para ello, Ortega-Barón cree “hay que trabajar mucho la confianza y el control, para que no crean que demostrar la confianza en su pareja es darles las contraseñas en redes. Eso, en realidad, es desconfianza”.
Y no sólo hay que sensibilizar a los y las menores. El Grupo de Ciberpsicología de UNIR trata todos los riesgos de Internet y también ofrece formación para sus familias y profesores.
Para no caer en este tipo de abusos, desde UNIR se recomienda no dejar las contraseñas a tu pareja ni dejarle que controle tus redes sociales ni tus mensajes (WhatsApp o Telegram). “Cada uno tiene derecho a su propia intimidad, hay que poner límites a que tu pareja te controle”. No es buena señal que te haga eliminar contactos o te diga a quién bloquear. “Es importante que la juventud entienda que no tiene que permitirlo ni tampoco hacerlo y ante cualquier tipo de control tienen que pedir ayuda”.