De los tres equipos riojanos, el Calahorra fue el primero en cerrar las fichas senior. De hecho, al poco de concluir la temporada pasada empezó a anunciar fichajes: el central Alberto González, el extremo José Ramón Fernández, el lateral Cristian Márquez, en centrocampista Kamal y los delanteros Jorge Fernández y Alejandro Chaco. A los seis se unieron los diez que continuaban del curso anterior: Zabal, Yasin, Cristian, Morgado, Parla, Emilio, Goñi, Echaide, Carralero y Manjón. Sumando a los sub’23 con los que Miguel Sola, en su tercera campaña al frente de los rojillos, contaba, es decir, el extremo local Sergio Benito y el portero Gorka Alegría, el bloque riojabajeño llegaba a su primer entrenamiento con los deberes hechos.
Faltaban cuatro retoques que finalmente han sido cinco (aún podría venir más ocupando ficha del filial que logró el ascenso a Tercera). El último en aparecer es el extremo de 21 años Braima Fati, futbolista cedido del Barcelona, que se une al lateral izquierdo Julen Arellano, el centrocampista de corte defensivo Hércules Philipe Souza (cedido por el Burgos), el central Joan Rojas (con ficha del Calahorra B) y el atacante Nacho Díaz (cedido por el Villarreal). El trabajo en los despachos, sobre el papel con nota positiva ya está realizado, ahora falta que todos respondan en el césped.
En este sentido, el técnico navarro no se podrá quejar. Si ya durante la primera vuelta en el retorno a la Segunda B evidenció que faltaban futbolistas, en el mercado invernal se unieron muchos futbolistas hasta el punto de que Sola empezó ir variando sistemas en función de los oponentes que había enfrente y de las dimensiones, así como superficies sobre las que se jugaba. Parece que la tónica va a ser la misma en la temporada que debe ser la consolidación de un proyecto que quiere continuar creciendo año tras año.
Con la permanencia como objetivo a conseguir lo antes posible, las miras de los rojillos pasan por estar entre los siete u ocho mejores del grupo, exceptuando a los filiales, para poder disputar la Copa del Rey el próximo curso. No en vano, salvo los sub’23 llegados, quizá con la excepción de Arellano que ya conoce la categoría, los Alberto González, Kamal, Chaco, Márquez, Jorge Fernández y José Ramón Fernández poseen experiencia en la división de bronce, acumulan muchos partidos en la categoría, pero mantienen intacta la ambición de seguir creciendo.
Durante la pretemporada, sin embargo, las sensaciones son de que todavía faltan cosas. Si en las dos temporadas precedentes el Calahorra había mantenido una seña de identidad por el buen trato de balón, por arriesgar en la salida del juego, por ser protagonista… en estas últimas semanas quizá por el reparto de minutos y dar oportunidades a todos, el caso es que el cuadro riojabajeño ha ido adaptándose más al rival que intentando generar una identidad propia.
Al bloque riojano le ha faltado fluidez y velocidad en la elaboración, así como también el generar ocasiones en determinados encuentros. En el aspecto defensivo parece que se ha incidido más. El margen de mejora debe ser importante porque por ahí aparecieron los agujeros negros y las dudas. En esta línea, hay cierta continuidad con lo exhibido en la segunda vuelta del ejercicio anterior, donde se puso más énfasis en asegurar la portería que en asomarse al área contraria.
En cuanto a los resultados, ocho encuentros, prácticamente uno cada tres días, ante diversidad de rivales y categorías. Arrancó sin goles en ninguna portería: 0-0 ante Huesca y Deportivo Aragón. Después llegaron dos derrotas claras ante Zaragoza (0-4) y Burgos (0-2). Hasta que vinieron las victorias; algunas contundentes: Náxara (0-5) y Txantrea (6-1); y otras más ajustadas: 1-0 frene al Ebro y 2-1 en la última prueba contra el Alavés B.
Este sábado, 20.30 horas, en La Planilla llega el primer encuentro oficial de la temporada. Será el momento de calibrar hasta dónde puede aspirar este Calahorra. El Real Unión seguro que trata de generar incertidumbre en el aficionado rojillo.