1.160 kilómetros es la distancia que separa Logroño de El Rocío en Huelva, distancia que ha recorrido Juan Olivenza en 25 días. “Quiero que recordemos que el del pañuelo con barba fue al Rocío por una causa, por los niños y niñas con cáncer y por asociaciones como FARO La Rioja que son un apoyo fundamental, también para las familias”.
A la hija de Juan Olivenza le diagnosticaron con más de 20 años un linfoma. Ahí comenzó a fraguarse el reto 'Mi meta tu sonrisa'. Y es que este corredor decidió sumar un kilómetro extra cada día que pasaba entre las sesiones de quimioterapia hasta sumar los 21 kilómetros en los días que pasaba entre sesión y sesión. Así, durante seis sesiones. Cuando terminó el tratamiento, Olivenza finalizó su último día de rutina en la Virgen del Rocío de la Grajera. De ahí surgió la idea. Esos kilómetros extra le sabían a poco. Su sentimiento de gratitud era tal que sentía que tenía tenía que hacer algo más. “Estoy muy agradecido porque mi hija llevó bien la quimioterapia gracias a la investigación contra el cáncer”. Quería hacer algo más pero no sabía bien qué hasta que conoció a FARO La Rioja “y me enamoré de los niños y niñas”.
Mi meta tu sonrisa y dar visibilidad al cáncer infantil
Por delante, más de 1.000 kilómetros en 25 días con el mismo objetivo, 'Mi meta tu sonrisa', dar visibilidad al cáncer infantil, agradecer a entidades como FARO La Rioja que trabajan con estos menores y con sus familias y, por qué no, recaudar fondos para la investigación. Y todos ellos los ha logrado. “Cuando llegué al Rocío, me sentí feliz” confiesa. Había llegado a la meta y allí le esperaba su hija y sus amistades. “Es difícil explicar cómo me sentí, me sentí feliz, pero no sólo por haber completado el reto, sin también por lo que hemos conseguido: dar visibilidad a la enfermedad y 16.000 euros recaudados para la investigación porque no debemos olvidar que la investigación nos da las armas para luchar contra este monstruo”.
25 días corriendo en los que dice, todo ha sido positivo. “Ha sido una aventura genial y, emocionalmente, no he tenido nunca la sensación de abandonar porque el apoyo de la gente me he ido encontrando por el camino y los mensajes que recibía a través de Whatsapp y redes sociales ha sido inmenso, ha sido mi gasolina y me han llevado en palmitas”. El único pero, la parte física y, sobre todo las últimas etapas que sí han resultado un poco más duras. Ahora Juan Olivenza ya está en Logroño, descansado y “asimilando lo que he conseguido, ayer conté los kilómetros recorridos y no me lo podía creer”.
Una aventura “genial” con la que Juan Olivenza va a contribuir a incrementar las armas con las que luchar contra el monstruo del cáncer.