La entrada del Estado en BFA-Bankia ha dejado en el aire el futuro de la obra social de las siete cajas que participaron en el proyecto de creación de este banco, y que mueven con su labor social cerca de 200 millones de euros.
La obra social ha supuesto durante décadas la diferencia más característica de las cajas con respecto a los bancos, aunque la paulatina desaparición de estas entidades de ahorro amenaza con llevarse por delante también la labor social.
La Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) estima que el gasto total de las cajas españolas en su obra social en 2011 rondó los 1.000 millones de euros, un 32 % menos que el año anterior.
En 2010, las siete cajas accionistas de la matriz de Bankia, el Banco Financiero y de Ahorro (BFA), movieron unos 200 millones de euros, la mayor parte en manos de Caja Madrid y Bancaja, y cifras más modestas en la Caja Insular de Canarias, Caja Laietana, Caja Ávila, Caja Segovia y Caja Rioja.
Cuando estas entidades cedieron su negocio financiero a BFA-Bankia, quedaron como meras gestoras de la obra social, con el compromiso de que sus recursos provendrían de los dividendos percibidos como accionistas del grupo.
Pero esta situación dio un giro el pasado miércoles, cuando el nuevo presidente del grupo, Jose Ignacio Goirigolzarri, pidió la nacionalización de BFA, es decir, la entrada del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), con el 100 % de la entidad.
En la práctica, supone que las siete cajas fundadoras ven reducida su participación prácticamente a cero, y proyecta una sombra de incertidumbre sobre el futuro de la obra social, ante la ausencia probable de dividendos.
“Confiamos en que las siete cajas seguirán recibiendo aportaciones de BFA-Bankia”
, explica a EFE un representante del sector, aunque reconoce que la cuantía será una decisión discrecional del nuevo equipo gestor y de su accionista, el Estado.
En su primer comunicado como presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, manifestó su intención de “preservar las raíces sociales que están en el origen” de la entidad, lo que ha sido interpretado como un respaldo a las actividades no financieras de las cajas fundadoras.
Estas entidades cuentan, en cualquier caso, con un remanente de fondos para mantener su obra social unos pocos años, aunque con menor esplendor que en el pasado.
Una vez consumido, dependerán de los recursos que le entregue BFA, o en cualquier caso, de las actividades que desarrollen para generar sus propios ingresos, como hace Caja Madrid.
El nuevo equipo gestor “puede hacer lo que quiera”, reconocen en las cajas de ahorros, pero “lo lógico es que mantenga una vinculación con la obra social de estas cajas”, que podrían acabar reconvertidas en fundaciones.
Desde el sector se aventuran tres posibilidades, que permitirían a las cajas fundadoras mantener unos ciertos recursos una vez se materialice la nacionalización de la entidad.
Una de ellas es que el Estado compense a los antiguos accionistas de BFA con un paquete de acciones de Bankia, que cotiza en bolsa, con la capacidad de operar con ellas o recibir dividendos.
Si se descarta esta opción, los nuevos gestores de BFA-Bankia podrían entregar a las cajas una dotación de una sola vez, o pactar una asignación anual.
“En cualquier caso es una cuestión que tendrá que decidir el Estado”, apuntan.
Según datos de 2010, la entidad más activa es Caja Madrid, con 124 millones dedicados a temas asistenciales y medioambientales, además de centros culturales, como la Casa Encendida de Madrid.
Bancaja gastó en 2010 unos 50 millones de euros en su obra social, muy centrada en becas e investigación, aunque cuenta con un patrimonio artístico de más de 5.000 obras.
La Caja de Canarias gastó 9 millones en sostener sus centros para personas mayores, ayudar a los desfavorecidos y promocionar el comercio, frente a los 8 millones de euros de Caja Segovia, dedicados sobre todo a la conservación del patrimonio.
Caja de Ávila movió 5,5 millones en actividades para jóvenes y discapacitados, entre otras, Caixa Laitana unos 5 millones, y Caja Rioja, otros 4,4 millones.