En la década de los 60 y los 70, antes de los tiempos de la movida madrileña, se celebraba en las fiestas de Logroño una exaltación de chuletillas competitiva. Ganaba la cuadrilla que más kilos se metía para el cuerpo. Ahora, tras su recuperacióna al programa de fiestas en 2009, se ha convertido en una formidable excusa para invitar a amigos y familiares a almorzar. Ya no sólo aparecen chuletillas en las parrillas, sino que además hay choricillo, panceta, salchichón fresco... toda carne vale.
Además de acompañar las viandas con vino de Rioja, repartido a discreción por los organizadores, los participantes han aprovechado para compartir pimientos asados, ensaladas de tomate, zurracapote y diversos embutidos riojanos.