El delegado del Gobierno para la Violencia de Género, Miguel Lorente, ha declarado que “en ningún caso” se hará hacer ningún tipo de terapias para maltratadores en las que participen víctimas, pero ha resaltado la necesidad de abordar al agresor “con elementos de resocialización a través de la reeducación”.
En relación con la posible instalación de la castración química en Cataluña, Lorente señaló que “no es una solución, es un elemento que puede ayudar junto a otro tipo de medidas plenamente asociadas a algún tipo de tratamiento”.
“La castración química lo único que hace es limitar la respuesta biológica ante un estímulo”, aseguró, pero la agresión sexual “no es un crimen que busca una satisfacción sexual, sino de poder, sentirse por encima de una mujer”.
Por otro lado, y sobre la violencia en los jóvenes, Lorente indica que hay un elemento negativo que supone que siga produciéndose este problema en los jóvenes aunque, por el contrario, el aspecto positivo es el hecho de que la respuesta por parte de las mujeres jóvenes “es más contundente”. “El ciclo de violencia es menor y las mujeres rompen la relación antes de que se pueda producir una situación de dependencia”, añadió.
Sobre el papel de los medios de comunicación ante tales situaciones, el delegado resaltó la importancia de que se conozca la “gravedad” de la violencia de género, ante lo cual señaló que “los medios son el mecanismo” por el cual la sociedad conoce este problema.
“Es muy importante que los medios recojan la información insertándola en un contexto significador, por qué ocurre, por qué otro nuevo caso, cuáles son las características”, entre otros, ya que cuando se “contextualiza un caso sobre determinadas circunstancias particulares, depresión, enfermedad terminal, extranjero o alcohólico, al final no vemos un problema social, sino de circunstancias”.
Miguel Lorente también ha manifestado que la violencia “no surge de la nada”, que se trata de “todo un proceso que el agresor va elaborando y construyendo a través del aislamiento, de la crítica, del rechazo, de la frialdad afectiva, de la responsabilidad de la mujer por lo que le está ocurriendo, y la mujer llega a sentirse culpable después de ese aislamiento y de esa crítica mantenida”.