Dos agentes de la Policía Nacional han afirmado que, un día después de los hechos, el 6 de agosto de 2020, acudieron al domicilio del anciano de 82 años presuntamente envenenado con líquido desatascador y afirman que “tras una inspección ocular comprobamos que los desagües de la casa funcionaban correctamente”.
Una información que contrasta con la dada por el propio procesado quien, en su intervención judicial, destacó que fue a comprar la botella por un problema con los “desagües del baño”.
Los dos agentes han hecho estas declaraciones en la cuarta sesión del juicio contra A.V.M, de 46 años y sin antecedentes penales, que se celebra por jurado popular ante un delito de asesinato con alevosía, al envenenar presuntamente -en agosto de 2020- a la persona que cuidaba. Además, el Fiscal le reclama una indemnización de 300.000 euros.
En concreto, el primero de los agentes que ha participado como testigo asegura que, el día después de los hechos, el 6 de agosto de 2020, el ahora acusado le entregó “por propia iniciativa” los manuscritos que presuntamente había escrito el anciano.
Como ha explicado, los agentes acudieron al domicilio de los hechos un día después y uno de ellos recuerda que fue el ahora acusado quien les abrió la puerta. “Nos facilitó la entrada el acusado y nos entregó la llave, unos folios manuscritos y tres cartillas bancarias”.
Además explica que en la inspección ocular al salón había encima de la mesa del centro del salón “un vaso, un cenicero de color verde y en la alfombra había manchas”. También había cajas de medicamentos y una botella de plástico.
El día después de los hechos, recuerda, “la vivienda estaba perfectamente limpia y ordenada, a excepción del salón, que estaba revuelto porque habían estado los servicios sanitarios actuando”.
Por su parte, el otro Policía -que estuvo de binomio con el primero el día después de los hechos en el domicilio- ha corroborado las palabras de su compañero a la vez que ha añadido que el acusado también les entregó “dos testamentos antiguos” además de “dos cartas manuscritas y cartillas bancarias”. Todo ello ha dicho “de forma voluntaria y sin habérselas pedido”.
En este punto, indica, “nos dijo que tenía acceso a las cartillas porque era el cuidador de la víctima y también por varios viajes que habían hecho juntos”. Y sobre las cartas manuscritas, dice, “el acusado nos dijo que se las había encontrado”. También corrobora las palabras de su compañero sobre los desagües: “Inodoros, lavabos, aseos... todos funcionaba bien”. Tras visionar las imágenes donde compró el líquido este agente asegura que “el acusado no deambuló por la tienda, sabía donde estaba el líquido”.
En la sesión de este jueves también ha participado el coordinador de la actividad policial quien ha explicado que se tomó testimonio “de personas que podrían haber estado con la víctima en sus últimos días; vecinos, técnicos de emergencias, médicos, servicios sociales...”. “Todo el mundo del entorno parecía tener claro que el objetivo era la herencia”.
Fruto del trabajo realizado y tras las investigaciones pertinentes -indica- “nos llamó la atención que había vecinos que referían que habían oído conversaciones entre acusado y víctima refiriendo temas económicos, incluso se manifestó que el anciano no estaba de acuerdo con el hecho de otorgar testamento”.
Para este agente “fueron determinantes las declaraciones del técnico de emergencias y del médico de urgencias” que actuaron la madrugada de los hechos “a quienes les sorprendieron que el ahora acusado estuviera vestido de calle y que no supiera concretar cuánto tiempo podía llevar la víctima allí”.
“NUNCA HABÍAN VISTO ALGO ASÍ”
Además, “dijeron que en muchos años de actividad no habían visto algo así, un intento autolítico con un producto tóxico y un somnífero. Dicen que nunca lo habían visto porque el somnífero dificultaría la ingesta del producto tóxico”.
También ha referido que “cuando llegaron, encontraron la botella del desatascador cerrada, algo que requiere de fuerza y destreza y hay que reconocer que, evidentemente, a la víctima le había dado un ictus y le faltaban las falanges distales de la mano derecha”. “También llamó la atención que el producto tomado era tan corrosivo que dificultaba mucho las posibilidades de vivir de la víctima. Eran unas posibilidades muy escasas”.
Sobre el desatascador, afirma, tras el visionado de las cámaras “se compró la mañana previa a los hechos y vimos cómo el acusado llegó a la tienda, no deambuló por el establecimiento, parecía tener claro dónde ir. Lo coge, lo paga y se va. Aproximadamente dos minutos estuvo en la tienda”.
PERICIAL CALIGRÁFICA
Referido a los manuscritos, el coordinador policial indica que en la inspección ocular “nos fue muy difícil saber si eran de la víctima porque en su casa no había nada de escritos. Nos sorprende que los escribiera para despedirse de una familia con la que no hablaba”.
También sorprendió “el uso de las sintaxis y las preposiciones de alguien que ha hablado toda su vida en castellano”. Algunos testigos, además, “nos dijeron que cuando la víctima no estaba con el acusado les dijo que le tenía miedo”.
Finalmente, el agente ha querido precisar que no se precintó el domicilio donde sucedieron los hechos porque “el intervalo de tiempo en el que no lo había estado ya habría alterado el mismo”.
TELÉFONO MÓVIL
Por su parte, el agente policial encargado de mostrar el resultado del informe del contenido del teléfono móvil intervenido al acusado tras los hechos ha explicado que, tras la investigación, se desprende que “el continuo de llamadas era siempre de parte del investigado hacia la víctima” y “nunca antes” de “junio de 2020”.
En ese móvil analizado, el agente explica que “había fotografías de los manuscritos” pero, según ha querido dejar claro la defensa, “esas imágenes se hicieron después de la muerte de la víctima, al día siguiente, nunca antes”.
A preguntas de defensa y fiscal, este policía ha detallado que el contenido del móvil entre víctima y acusado “se limitaba a los meses de verano, junio, julio y a principios de agosto”. En el móvil, según relata, “también había 'pantallazos' con la imagen de la víctima” pero “nunca antes de junio de 2020”.
Imágenes también del anciano “comiendo, tumbado... y también de documentos notariales de bienes inmuebles, un trastero, un garaje y fotografías de una cartilla bancaria y un DNI de la víctima. De hecho el acusado tenía guardado en su teléfono móvil a la víctima como 'plaza garaje' y reitera que no había información telefónica ”nunca antes de junio de 2020“.
ALTERCADO CON UN TRASTERO
La sesión de este jueves ha contado también con los testimonios de varios Policías Locales quienes participaron en un requerimiento del anciano el 4 de julio de 2020 cuando les llamó “para decirles que había una persona (diferente al acusado) que le había dejado de pagar un alquiler y que le había profesado insultos y amenazas”. En concreto, según han explicado los agentes locales, “la víctima quería que le devolviera que un trastero que tenía alquilado pero no lo hacía”.
Así, prosiguen los agentes, “fuimos al lugar donde nos requerían -un bar de la calle Beratúa de Logroño- y tras localizar a la persona” que no le devolvía el trastero “ésta admitió los hechos y nos dijo que tenía mala relación con el anciano”.