“En 15 años, la mayoría de las cosas que nos rodean tendrán elementos nanotecnológicos”. Son palabras de Jordi Pascual, Director del Instituto Catalán de Nanotecnología (ICN). Se trata de la principal conclusión que se desprende de la conferencia que protagonizaron el investigador del ICN junto con Anna García Hom, miembro del Centre de Recerca en Governança del Risc (UOC-UAB), en el marco del Aula El País. Ambos científicos debatieron sobre las ventajas y riesgos de las nanotecnologías en un encuentro titulado ‘El inmenso mundo de lo más pequeño’ organizado por el diario EL PAÍS y el Observatorio de la Comunicación Científica de la Universidad Pompeu Fabra, con la colaboración del Instituto Novartis de Comunicación en Biomedicina.
El mundo nano es el contexto en el que se moverán gran parte de los avances científicos y tecnológicos en los próximos años. Se trata de la investigación de materiales a escala molecular, de menos de cien nanómetros o, lo que es lo mismo, cien millonésimas partes de un milímetro: “Para entender el tamaño del que estamos hablando, podemos utilizar la siguiente metáfora: la distancia entre un átomo y una manzana, es aproximadamente como la que hay entre una manzana y la tierra”, comparó el físico del ICN.
¿Qué es lo que hace tan especial a los elementos a escala molecular? Una de las razones por las que el nanomundo es tan interesante son los cambios que se producen en los fenómenos físicos. “El comportamiento físico de muchos elementos cambia cuando estos fenómenos se dan a tamaño nanométrico. Así, algunos elementos pueden cambiar de color y otros como los nanotubos de carbono llegan a pesar la mitad que el papel albal, a ser 20 veces más duros que el acero y a conducir la electricidad de forma 1.000 veces más eficiente que el cobre. Y en el futuro, todavía lejano, podremos llegar a construir moléculas como queramos y en las condiciones que queramos”, detalló Jordi Pascual.
Este comportamiento tan sorprendente hace que se hayan depositado grandes expectativas en esta tecnología: “Se espera que la nanotecnología mejore los elementos que hay en la actualidad, por ejemplo, con adhesivos más potentes o materiales más fuertes; que se consiga más eficiencia, como sucede con la aplicación de la nanotecnología a los LEDS; y que proporcione nuevas aplicaciones como pueden ser los medicamentos selectivos o la liberación controlada de fármacos en el cuerpo humano”. Estos avances repercutirán especialmente en el aspecto económico. Según el Director del ICN, “se estima que en 2015 se invertirán 1,3 billones de euros en las nanotecnologías, las cuales proporcionarán alrededor de 10 millones de puestos de trabajo en 2017”.
Ante este panorama futuro, Anna García Hom resaltó que la nanotecnología penetrará en todos los sectores, esferas y ámbitos de la vida. “Se trata de una revolución tecnológica que afectará a toda la sociedad”. Por este motivo, reclamó la necesidad de minimizar los riesgos sociales y medioambientales y apostó por la información como un elemento esencial en este proceso: “La comunidad científica ha de tener en cuenta los miedos de la sociedad. Es imprescindible conseguir informar de manera veraz, transparente y accesible, porque en caso contrario aparecen las leyendas urbanas, los mitos y la oposición de los ciudadanos”.
El propósito final de este proceso de información es “democratizar la toma de decisiones sobre ciencia y tecnología. Hay que elaborar instrumentos que permitan a la sociedad informarse adecuadamente, debatir y tomar decisiones sobre desarrollos científicos como el de la nanotecnología”, esgrimió la investigadora del GRIGC.
En este sentido, Jordi Pascual recordó la preocupación existente en la Unión Europea sobre la percepción social de este nuevo campo científico. Se quieren evitar los problemas que en este aspecto han tenido otras tecnologías como los elementos modificados genéticamente o las antenas telefónicas. “Se tiene que trabajar en minimizar los riesgos, pero también hay que fomentar las acciones hacia la sociedad. Por este motivo, en los proyectos europeos se dedica un 5% de los mismos para mejorar la difusión entre los ciudadanos”. En esta línea, el Director del ICN resaltó que los científicos deben de recordar que, además de investigar, una de sus obligaciones esenciales es “transmitir a la sociedad sus conocimientos y explicar sus puntos de vista”, subrayó.
Igualmente, Anna García Hom también quiso destacar la necesidad de crear un marco normativo que actualmente “no está hecho para un mundo nanométrico”. Una normativa que tendrá que calibrar diferentes factores como “la relación costes-beneficios, el impacto medioambiental y el principio de seguridad”.