A Esther se le corta la voz cuando empieza a hablar. No es para menos. En unas horas podría perder definitivamente su hogar. El viernes se enfrenta por segunda vez a una orden de desahucio en su piso de la calle Capitán Cortés. En su día quiso cambiar de casa y ahora lo ha perdido todo. “No tengo casa, no tengo nada, mis cosas están repartidas por todo Logroño, y vivimos de la ayuda de toda la gente que nos quiere, he perdido hasta la dignidad”, afirma.
Su historia es la de decenas de afectados por la promotora Levalta. Compró un piso en La Guindalera y llegó a pagar diversos plazos, hasta 42.000 euros. El problema llegó cuando el banco se negó a concederle el crédito que tenían comprometido. “Si en un contrato de pone que te vas a surrogar a un préstamo y luego no te lo dan, pero Dios mío, ¿cómo vas a pagar 240.000 euros de golpe?”, exclamaba su compañero.
La casa de La Guindalera nunca la ha visto. Asume que no es suya porque no puede pagarla. Ahora está a punto de perder su piso de Capitán Cortés como pago de la deuda. Pero eso no es suficiente. La promotora le sigue exigiendo el cumplimiento del contrato. “Los 240.000 euros se han duplicado en estos cinco años, y pronto se triplicarán, no podré pagar nunca, aunque viviera más de una vida”, se lamenta.
Por eso solicitan poder renunciar a ese contrato que les une a Levalta y les condena para siempre. Esther insite en que ella es una trabajadora que nunca ha debido nada a nadie. “Asumo que me equivoqué al firmar ese contrato, pero no se puede pagar tan caro un error, la pena es desproporcionada”.
Asociación de Afectados
Como ella, son muchos los casos de afectados por Levalta que se han constituido en una asociación. Su presidenta ha querido hacer un llamamiento “a los partidos políticos, al Gobierno de La Rioja e incluso a los jueces” para que les ayuden en esta situción y consigan que “se roman los contratos para poder empezar de cero, sin la espada encima”.
Aseguran que están dispuestos a renunciar a todas las cantidades pagadas a la promotora, que varían según los casos. Sólo piden a cambio cabar con esta situación que les condena de por vida.
“No sabemos ni cómo son las baldosas de las cocinas, nunca hemos visto esos pisos”, señalan, “y desde luego nadie ha comprado un piso para quedarse en la calle”. Pero insisten en que lo único que piden en saldar esta situación y romper los contratos para que la deuda no siga creciendo impidiéndoles seguir adelante con sus vidas.
Llamamiento para paralizar el desahucio
La próxima cita será el viernes, a las 13 horas, en el número 2 de la calle Capitán Cortés. Allí, Esther se enfrentará por segunda vez a la ejecución de su desahucio. La primera, hace unas semanas, consiguió paralizarla gracias al apoyo de la gente. Diferentes colectivos han llamado a la sociedad a arroparla en ese difícil momento.
También la Plataforma de Afectados por la Hipoteca ha convocado este jueves a las 20 horas una concentración frente a la Delegación del Gobierno como muestra de condena a las políticas en materia de vivienda tras el suicidio de un hombre esta misma semana, horas después de ser desahuciado de su piso.