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Tras el anodino debate siguen las incógnitas políticas
El debate del estado de la nación ha pasado con más pena que gloria. Poco ha aportado a los ciudadanos. Mariano Rajoy cree que la bajada de la prima de riesgo emociona, y Alfredo Pérez Rubalcaba piensa que emocionan más los casi seis millones de parados que aún hay en este país. Unos tirando de macroeconomía y otros de micro.
El presidente estuvo triunfalista en exceso para colocar su mensaje de la recuperación económica. El líder de la oposición fue más contundente que en el anterior envite, lo que le permitió salir airoso y salvar los muebles ante los suyos. Cayo Lara hizo un buen discurso, aunque mal interpretado, y es que la tribuna no es lo suyo. Josep Antoni Duran Lleida ya huele a naftalina del Palace y Rosa Díez se fue feliz porque ve que sigue poniendo de los nervios a Rajoy y eso le da protagonismo. El resto de las formaciones políticas tuvieron sus momentos de gloria y jugaron el papel que les correspondía.
Pero todo fue anodino, esperado, previsible. Incluso para los periodistas que, en el afán de aportar temas sobre el debate, recibían por respuesta de sus jefes: “Por favor, no aburramos más a los lectores con esto”. Y, por una vez, los jefes tenían razón.
Tal vez, porque el debate del estado de la nación fue sólo un trámite, y no el pistoletazo de salida para el año y medio electoral que se nos avecina. La cabeza de los dirigentes políticos está ya en otras estrategias y todos sabían que, salvo sorpresa, poco iba a cambiar en el desarrollo de las tres sesiones parlamentarias, donde ninguna de las incógnitas políticas que interesan de verdad se despejaron.
Así, ni los dirigentes del PP saben si habrá crisis de Gobierno en breve, si será una amplia remodelación o un ajuste pequeño. Tampoco saben si será Cañete el cabeza de lista en las elecciones europeas, o si la designación de Elena Valenciano por el PSOE ha cambiado los planes del partido. Y ya no aseguran que ganarán los comicios europeos, pero lo deben estar poniendo muy en duda porque algún diputado ya habla de que estas elecciones son de menor calado, que no pueden extrapolarse en ningún caso a unas generales. Mal síntoma.
Entre los dirigentes del PSOE, tampoco se sabe nada. Gustó el discurso de Rubalcaba entre las filas socialistas pero, alguno que no le quiere bien hizo la lectura de que se está creciendo y que, si gana las europeas, se presentará a las primarias de noviembre. Está aún la guerra soterrada de la lista, porque muchos quieren ir y no hay sitio para todos. Sobre todo, sobran hombres, porque la lista es cremallera (alternando hombres y mujeres).
Y los presuntos aspirantes a primarias estuvieron en un segundo plano durante toda la semana. Madina discreto, Patxi López no apareció y Carme Chacón, esta vez, no vino de Miami.
Lo cierto es que la cabeza de los políticos está ya en el trepidante año y medio electoral que se avecina. Vaticino que van a pasar muchas cosas, que va a cambiar mucho el panorama político, los liderazgos, la representación de los partidos, las caras y hasta la forma de hacer política. El debate del estado de la nación supo a algo antiguo, y la vida y los ciudadanos ya van por otro lado. Al tiempo.
El debate del estado de la nación ha pasado con más pena que gloria. Poco ha aportado a los ciudadanos. Mariano Rajoy cree que la bajada de la prima de riesgo emociona, y Alfredo Pérez Rubalcaba piensa que emocionan más los casi seis millones de parados que aún hay en este país. Unos tirando de macroeconomía y otros de micro.
El presidente estuvo triunfalista en exceso para colocar su mensaje de la recuperación económica. El líder de la oposición fue más contundente que en el anterior envite, lo que le permitió salir airoso y salvar los muebles ante los suyos. Cayo Lara hizo un buen discurso, aunque mal interpretado, y es que la tribuna no es lo suyo. Josep Antoni Duran Lleida ya huele a naftalina del Palace y Rosa Díez se fue feliz porque ve que sigue poniendo de los nervios a Rajoy y eso le da protagonismo. El resto de las formaciones políticas tuvieron sus momentos de gloria y jugaron el papel que les correspondía.