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Ayuso apacigua a los médicos y redobla su ofensiva contra la izquierda a dos meses de las elecciones

Isabel Díaz Ayuso en una foto de archivo.

Fátima Caballero

18 de marzo de 2023 22:20 h

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“Hoy la izquierda está acabada (...). Matadlos”. El mensaje enviado por Isabel Díaz Ayuso como consigna a los diputados del PP es sintomático. Refleja lo que para la presidenta de Madrid ha sido esta semana y cómo piensa redoblar la ofensiva para la oposición en el tiempo de descuento para el 28 de mayo. A dos meses de las elecciones autonómicas, en las que Ayuso aspira a lograr una mayoría absoluta como único resultado de victoria indiscutible –sobre todo en clave interna–, la dirigente madrileña marcará esta semana del calendario en verde. El sobreseimiento de la investigación de la Fiscalía europea sobre la comisión que cobró su hermano, Tomás Díaz Ayuso, de un contrato a dedo de su Gobierno o el fin de la huelga de médicos le dan un balón de oxígeno en un momento en el que su estrategia sanitaria estaba en entredicho. Ayuso considera que estos dos logros desactivan a la izquierda en dos de sus flancos más débiles: el relacionado con la corrupción y el de la gestión.

La semana empezaba con la noticia de que Enrique Ruiz Escudero no repetirá como consejero de Sanidad la próxima legislatura si es que la líder del PP en Madrid logra revalidar mandato. Escudero caía de las quinielas en el momento álgido de la huelga de los médicos cuando estaban a punto de cumplirse cuatro meses de paros. Era una forma de reconocer que la gestión del conflicto con los médicos por parte del aún consejero de Sanidad, el que fuera el número dos de la lista el 4M, no había sido la acertada. Tildar de “política” e “ideológica” la huelga solo había servido para incrementar el malestar de los sanitarios y había provocado dos de las manifestaciones más multitudinarias que se recuerdan en Madrid en los últimos años.

El martes, los 218 médicos residentes –los conocidos como MIR–, que terminan su residencia el 27 de mayo en Madrid, advertían también de que la mayoría de ellos ya estaban pensando hacer las maletas si las condiciones laborales ofrecidas por el Gobierno regional no mejoraban. Un cúmulo en el conflicto sanitario más que desbarataba el discurso de la presidenta de que no hay médicos para contratar y por tanto para mejorar el déficit estructural de facultativos que arrastra la región.

El miedo a que acabase “calando” en la sociedad que la sanidad en Madrid “no funciona” –en la palabras de su todopoderoso asesor Miguel Ángel Rodríguez (MAR)– ha precipitado este jueves el acuerdo con los médicos de atención primaria. Quedan muy pocos días para que se disuelva el parlamento regional y se convoquen oficialmente las elecciones autonómicas del 28 de mayo, lo que podría haber supuesto que los médicos desconvocasen la huelga, como ocurrió en 2021 cuando los facultativos de familia iniciaron una huelga el día que Ayuso convocó elecciones anticipadas. “La presidenta no podía permitirse ese escenario en que los médicos siguieran con protestas en contra de su gestión, tenía que llevar ese logro a las elecciones”, asegura una persona del PP que conoce los entresijos de la presidenta. “El conflicto empezaba a desgastarla”, añade.

El acuerdo alcanzado a última hora de este jueves supone una pequeña victoria para los facultativos de familia. Ayuso se ha comprometido a un complemento salarial de 450 euros al mes a todos los médicos y pediatras de atención primaria –si bien sustituye otro que ya cobraban algunos de ellos–, a limitar las agendas a 34 pacientes permitiendo tiempos de consulta de 10 y 15 minutos en el caso de los médicos de familia y de hasta media hora en los pediatras, y a otro complemento de 300 euros para el turno de tarde, que la Consejería de Sanidad tenía dificultades para cubrir. “Estamos moderadamente satisfechos”, decía la portavoz del comité de huelga, Ángela Hernández, a la salida de la firma del pacto que suponía el fin de la huelga 128 días después de que empezase.

Este acuerdo Ayuso lo vive como una gran victoria frente a sus adversarios políticos, que ya habían esbozado una campaña que versaría entre la gestión de 25 años del PP frente al regreso de una sanidad pública de calidad.

El fin de este conflicto, al menos de forma inmediata, la presidenta madrileña sumaba esta semana otra buena noticia: la del archivo por parte de la Fiscalía Europea de la investigación contra su hermano, Tomás Díaz Ayuso, por la comisión de 234.000 euros que cobró de un contrato que su Gobierno adjudicó a dedo a una empresa de un amigo de su pueblo sin experiencia previa en el sector sanitario.

“Es una decisión demoledora contra todos los que vertieron insultos contra él, mi familia, y la honorabilidad de mi gobierno y contra mi”, dijo Ayuso un día después de conocerse el sobreseimiento de la causa. “Me alegra demostrar que presido un gobierno honrado, más que formó parte de una familia honrada, que siempre está a la altura, y que me permite presentarme a los madrileños demostrando que nunca aprovecharía esta responsabilidad para beneficiar a mi entorno”, añadió como demostración de que este archivo supone un alivio para la dirigente popular de cara a las elecciones.

Ayuso considera que llega en el mejor momento porque a partir de ahora la oposición tiene más complicado seguir atacándola por este asunto, reconocen desde su entorno. Lo que la presidenta madrileña aun no ha explicado es por qué su hermano buscó una empresa interpuesta para traer mascarillas por 1,5 millones si fue él quién hizo la gestión, según ella misma detalló.

La polémica de los bonos térmicos

La semana aún deparaba otro sobresalto para Ayuso, un conato de crisis que duró horas y que acabó jugando a su favor. El miércoles, el Gobierno regional desayunaba con la noticia de que el vicepresidente regional, Enrique Ossorio, se había beneficiado del bono social térmico para calefacción y agua caliente, una ayuda del Gobierno para “paliar la pobreza energética en los consumidores más vulnerables”. Ossorio percibió 195 euros por su condición de familia numerosa –aunque dos de sus cuatro hijos ya son mayores de 26 años y están independizados–, a pesar de ser el diputado de la Asamblea de Madrid con más patrimonio y tener un salario de más de 100.000 euros.

Unos meses antes, el vicepresidente regional había calificado de “paguitas” las ayudas del Gobierno a los más desfavorecidos y hasta se había burlado de un informe de Cáritas que alertaba del aumento de la pobreza en la región, asegurando que él no veía a esos pobres. Ante esto, la oposición salió dura contra él y desde Más Madrid y Unidas Podemos pidieron su dimisión. Pocas horas después, durante la rueda de prensa en la que Ossorio defendió recibir esa ayuda a pesar de su condición económica, se conocía que también el marido de Mónica García la había percibido. Esto permitió al vicepresidente tachar de “hipócrita” a la líder de Más Madrid que había reclamado su cese y así desviar el foco.

“Un tema así perjudica mucho más a la izquierda; a la derecha no le pasa ninguna factura”, dice un dirigente del PP sobre lo ocurrido esta semana con los bonos sociales. “Que haya salido a la luz lo de Enrique [Ossorio] y que finalmente Mónica García se haya visto salpicada ha sido un gran logro sobrevenido. Mejor imposible”, añade esta fuente que suma un logro más a la “gran semana” de Ayuso: la salida de la política de Teo García Egea. El que fuera el gran enemigo de la presidenta madrileña en la batalla contra Pablo Casado por la comisión de su hermano entregaba este jueves su acta de diputado. “Los aplausos en la Puerta del Sol se habrán escuchado en Génova”, bromea.

A dos meses de las elecciones, la consigna de Ayuso en el PP de Madrid es “ir a muerte” contra la oposición. Aquel “matadlos” dejado por escrito en un mensaje de texto esboza la estrategia de confrontación absoluta que Ayuso va a adoptar contra la izquierda. Nada diferente a lo que ha ido haciendo estos dos últimos años, cuando ha ido redoblando los ataques contra el Gobierno central pero también contra la oposición en la Asamblea de Madrid. “Se juega mucho estas elecciones”, dice un dirigente del PP. Que añade: “Va a ir a por todas”.

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