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La biblioteca pública madrileña con más de 600.000 libros que nadie reabre tres años después de su cierre por obras

Hace tres años y medio que echó el cierre la biblioteca pública Manuel Alvar, en el barrio de La Guindalera de Madrid. Iba a ser algo temporal. Pero en la fachada del edificio todavía no hay rastros de obras ni carteles que den información sobre los trabajos que se van a ejecutar. Una placa llena de pegatinas y pintadas enseña los horarios de apertura al público, los de antes de su clausura. Y, de vez en cuando, alguien vuelve a reclamar la apertura del centro con una pintada en la entrada. Una que decía “Por fabor avrir lla la Vivlioteka, es urjente” (sic), ha sido sustituida por un mensaje más tajante hace apenas dos semanas: “3 años y medio cerrada. Vergüenza”.

Situada en el número 42 de la calle Azcona, la biblioteca lleva con la persiana echada dese el 22 de abril de 2019, cuando el Ministerio de Cultura, titular del centro, inició unas obras de emergencia para subsanar problemas de seguridad y climatización. Estos trabajos se desarrollaron según los tiempos previstos y se dieron por finalizados el 14 de febrero del año siguiente, según informa un portavoz del ministerio. Desde entonces han pasado 1.023 días, tal y como lo recuerda un perfil de Twitter que lleva la cuenta de los días de retraso sobre la previsión inicial.

El ministerio culpa del retraso al Gobierno regional, que es el encargado de la gestión del centro. Un portavoz explica que la Comunidad quiso realizar nuevas actuaciones en el edificio, pero que estas finalmente no se ejecutaron y ahora han pasado a manos del Ministerio. La consejería regional, por su parte, asegura que a ellos solo les compete la gestión del centro y que no son responsables de la dilatación del proceso. “La Comunidad ha destinado 1.250.000 euros para la compra de todo el mobiliario cuando se acaben las obras, que es lo único que nos compete”, responde un portavoz de la consejería. Finalmente, es el Ayuntamiento el encargado de licitar las obras, cuyo coste alcanzará los 2,9 millones de euros. Sin embargo, este trámite sigue pendiente.

Mientras la Comunidad y el ministerio siguen peleándose para establecer quién es el culpable, los vecinos llevan tres años y medio sin una de las bibliotecas públicas más grandes de la ciudad. Un centro que contaba con 288 puestos de lectura —tantos que se creaban largas filas de estudiantes que daban la vuelta a la manzana incluso durante los fines de semana— y un fondo para consulta compuesto por más de 600.000 volúmenes. “Nadie nos explicó exactamente por qué la cerraron, fue de un día para otro. Pero que después de tanto tiempo siga así, es inexplicable”, lamenta Marisa San José, vecina de La Guindalera y miembro de La Atenea, una de las asociaciones que forman la Plataforma Ciudadana Distrito de Salamanca.

La colección personal de Manuel Alvar

Durante los últimos tres años los vecinos han intentado, sin mucha suerte, hablar con el ministerio y con la Comunidad para lograr una reapertura, aunque sea parcial. “Si las reformas no son urgentes, podrían abrir algunas de las salas mientras hacen obras en otras”, sugiere San José. De hecho, los vecinos llegaron a recolectar más de 10.000 firmas, que presentaron ante la Comunidad para pedir la reapertura inmediata del “edificio histórico protegido que está en un estado de aparente abandono y dejación”.

La biblioteca fue diseñada en los años 80 del siglo pasado sobre unos antiguos laboratorios farmacéuticos por el famoso arquitecto Estanislao Pérez Pita, que reformó también la Biblioteca Nacional de España. En 2003 pasó a llamarse Manuel Alvar, después que su familia donara más de 25.000 volúmenes de la colección personal del lingüista. Entre los ejemplares cedidos, se incluyen sobre todo obras especializadas de literatura, lingüística y dialectología, cuya consulta está reservada a los investigadores.

Para permitir el servicio de préstamo, la Comunidad ha puesto a disposición del barrio dos bibliobuses, mientras el Ayuntamiento ha habilitado una sala de estudio en Nuñez de Balboa. Aun así, los vecinos no están satisfechos, ya que muchos de los otros servicios que brindaba este espacio han quedado truncados. Con 6.580 metros cuadrados de superficie y siete plantas, el centro desarrollaba centenares de actividades cada año, como talleres, cursos y exposiciones. “Además de los libros, nos quedamos sin espacio vecinal. Y si es verdad que ahora están licitando la obra, vamos a llegar a los cinco años con la biblioteca cerrada”, lamenta San José.